La serotonina o 5-hidroxitriptamina (5-HT) es un neurotransmisor implicado en varias funciones cognitivas y afectivas. Los fármacos dirigidos a la transmisión de serotonina, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), son los tratamientos farmacológicos de primera línea para muchos trastornos neuropsiquiátricos como el trastorno depresivo mayor, el trastorno obsesivo-compulsivo y la ansiedad. Estos fármacos incrementan la concentración en el espacio sináptico de este neurotransmisor, aunque cómo eso afecta a nuestro estado de ánimo es algo todavía por elucidar.
Una de las críticas a los efectos secundarios de los antidepresivos es que te dejan plano emocionalmente, con una menor capacidad para disfrutar o sentir. En torno a la mitad de las personas que toman un ISRS declaran notar una disminución de las emociones, tanto las positivas como las negativas. La depresión a menudo va también asociada a una pérdida del placer en las actividades cotidianas, esas pequeñas cosas que antes le hacían disfrutar de la vida.
Barbara Sahakian de la Universidad de Cambridge y sus colegas han estudiado este efecto de aplanamiento emocional en 66 personas sanas, que no habían sido diagnosticada de depresión ni habían comunicado que notaran síntomas depresivos. A los voluntarios se les dio una pastilla de escitalopram, un antidepresivo del grupo de ISRS, o un placebo. Los dos grupos fueron equilibrados por edad, sexo y cociente intelectual. Tras un mínimo de tres semanas de tratamiento, los participantes realizaron una serie de tareas que medían el efecto crónico del ISRS sobre medidas de cognición «fría» (incluyendo inhibición, flexibilidad cognitiva, memoria) y «cognición caliente» que incluían la toma de decisiones, el juicio crítico y, en particular, el aprendizaje por refuerzo.

Al final del estudio, se preguntó a los participantes si creían haber recibido escitalopram o placebo. En respuesta, el 53% de los participantes del grupo de escitalopram adivinaron correctamente que habían recibido escitalopram, mientras que el 15,6% de los participantes del grupo placebo creyeron que habían recibido el fármaco.
El análisis confirmó que los dos grupos estaban bien emparejados y no había diferencias significativas en edad, sexo o cociente de inteligencia. El análisis bioquímico confirmó que los participantes del grupo de escitalopram cumplieron estrictamente el programa de autoadministración de medicación, como lo demuestran los niveles estables de escitalopram en sangre superiores a 20 nmol/L. No hubo diferencias significativas de grupo, después de la corrección, entre los grupos placebo y escitalopram en ninguno de los cuestionarios iniciales que medían su capacidad cognitiva basal.
Una de las tareas analizaba cómo los voluntarios aprendían con el uso de recompensas, aprendizaje por refuerzo, en la que los participantes tenían que escoger entre dos estímulos. A través de ensayo y error, ellos aprendían que uno de los estímulos tenía más posibilidades de generar una recompensa. Entonces, las probabilidades de conseguir la recompensa cambiaban súbitamente de ese estímulo al otro sin que se avisara a los participantes, que tenían que descubrir y aprender el nuevo sistema.
Aquellos voluntarios que estaban tomando el antidepresivo eran un 23% menos sensibles al cambio de estímulos que aquellos que tomaban el placebo, una medida realizada en función de lo rápido que cambiaban su selección de estímulo. Otras pruebas pusieron de manifiesto que tomar el fármaco no reducía sus habilidades cognitivas. No se detectaron otras diferencias significativas entre grupos en cuanto a la cognición «fría» o «caliente». El escitalopram no tuvo ningún efecto sobre la cognición «caliente» incluyendo sesgos emocionales o juicios morales ni en las de cognición «fría» incluyendo las medidas de atención, memoria, flexibilidad cognitiva e inhibición de la respuesta.
Estos resultados sugieren que los ISRS reducen la sensibilidad de las personas a las recompensas o a otras experiencias placenteras. Por otro lado, es posible que los medicamentos también reduzcan la intensidad de los sentimientos negativos, lo que puede ayudar a las personas deprimidas. Es importante que este estudio no lleve a los médicos a recetar menos los antidepresivos pues son fármacos importantes y necesarios para muchos afectados de trastornos serios, pero quizá este estudio puede ayudar a los médicos a explicar a sus pacientes algunos posibles efectos secundarios que pueden sentir.
Entre las limitaciones del estudio están 1) no se aborda si el efecto es similar en pacientes depresivos, 2) los ISRS suelen tardar entre 4 y 8 semanas en bloquear el transportador de serotonina y producir un efecto antidepresivo significativo. El tiempo del estudio (26 días de media) es claramente inferior con la que la menor sensibilidad observada podría ser fortuita o desaparecer o empeorar a largo plazo, 3) el tamaño de la muestra no permite distinguir diferencias relacionadas con el sexo, 4) el efecto del escitalopram, altamente específico, no puede extrapolarse a otros ISRS con un espectro de actividad más amplio, 5) no miden realmente el embotamiento emocional, que es una experiencia subjetiva y 6) el número de cuestionarios (17) y pruebas cognitivas (12) que los participantes tenían que completar de una sentada era llamativo, y aunque igual para ambos grupos, uno se pregunta si algún efecto del fármaco podría interactuar con el rendimiento de los participantes cada vez más fatigados.
Para leer más:
- Langley C, Armand S, Luo Q, Savulich G, Segerberg T, Søndergaard A, Pedersen EB, Svart N, Overgaard-Hansen O, Johansen A, Borgsted C, Cardinal RN, Robbins TW, Stenbæk DS, Knudsen GM, Sahakian BJ (2023) Chronic escitalopram in healthy volunteers has specific effects on reinforcement sensitivity: a double-blind, placebo-controlled semi-randomised study. Neuropsychopharmacology 48(4): 664-670.