Poema pleno de amor para Elena Ferrer

Imagina que todas las mujeres
y que todos los hombres de este mundo
fueran maravillosos
como tú y como yo.
Imagina también lo cierto. Sueña
lo que existe. Aventúrate
a calcular el número (sometido a la hermosa
indeterminación de lo imposible)
el número de todos los hombres y mujeres
que son como nosotros y con sus pasos hacen
transitable la tierra.
La serie limitada, imagínatelos
uno a uno,
igual que te imaginas a ti misma o a mí,
diversos de nosotros, de sí mismos,
inaprensibles siempre,
libres frente al gobierno, que no sabe que existen.
El número variable de los maravillosos.
Nadie los censará, aunque bien sabemos
que no son infinitos.
Nacen y mueren. Pero ésa no es
su variación. No puede
destruirlos con todos sus abusos
la estadística. Ellos
suman su ser al de los animales,
incorporan su ser al de los astros,
traen las constelaciones tatuadas
en el iris, y esperan
esperan nada más, como los pájaros.
Desde el centro más íntimo
se reparten en forma de lirio sus arterias:
así guardan su cuerpo entero en una lágrima,
o celebran de pronto la anchura de la vida.
Así que no podemos decir ni una vez más
que no pertenecemos a este mundo,
porque nosotros somos este mundo,
porque somos reales, tan reales
como los que administran
la realidad, o más, porque nosotros
somos la claridad.
Por eso yo declaro
que lo maravilloso, la inocencia,
esa felicidad que a veces somos,
la hermosura extendiendo su luz sobre la tierra,
todo lo que soñamos
sucederá algún día,
porque nosotros hemos sucedido.

Juan Antonio González Iglesias

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

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