Pica y autismo

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La pica, la ingestión repetida de artículos no alimentarios durante al menos un mes, puede ser mortal. La sustancia comida suele variar con la edad. Los niños más pequeños suelen ingerir pintura, yeso, cuerdas, cabellos o trozos de ropa. Los niños de más edad pueden comer excrementos de animales, arena, insectos y otros animales pequeños, hojas y pequeñas piedras. Adolescentes y adultos pueden ingerir tierra o estiércol. A menudo el niño con pica llega a la consulta clínica como consecuencia de una complicación surgida por su comportamiento: envenenamiento por plomo por ingerir pintura o yeso, problemas mecánicos intestinales, obstrucción intestinal por bolas de cabello, perforación intestinal o infecciones como toxoplasmosis o toxocariasis a consecuencia de ingerir heces o basura.

El trastorno de pica ha sido estudiado por pediatras, ginecólogos, dermatólogos, psiquiatras, psicólogos, nutricionistas, antropólogos, etc., por lo que se ha interpretado como un trastorno de conducta, alimentario, enfermedad mental, pobreza, hambre… pero realmente la causa de la pica es desconocida. No se conoce ninguna lesión cerebral específica que la provoque. Los factores implicados en el origen y mantenimiento de la pica son hambre, náusea, vómito, molestias digestivas, aumento de la producción de saliva, alteraciones del gusto y olfato. Los factores de riesgo más importantes a tener en cuenta son la pobreza, el abandono y la falta de supervisión de los padres, en niños y discapacitados.

Aunque los estudios de casos describen la pica en niños con trastorno del espectro del autismo (TEA) o discapacidad intelectual (DI), ha habido pocos estudios sistemáticos que permitan establecer la prevalencia de la pica. El grupo de Fields ha evaluado en 2021 la pica en niños de 30 a 68 meses de edad (mediana = 55,4 meses) con y sin TEA. La muestra incluyó niños con TEA (n = 1426), niños con otras discapacidades del desarrollo (DD) (n = 1735), y controles basados en la población general (n = 1578). Subdividieron el grupo de niños con TEA según si los niños tenían DI y el grupo de DD según si tenían DI y/o algunas características de TEA. Se utilizaron evaluaciones estandarizadas del desarrollo y/o cuestionarios para definir los grupos y subgrupos y para estimar la prevalencia de pica en cada uno de ellos. Los investigadores compararon los grupos y subgrupos de TEA y DD con el grupo de población normotípica utilizando coeficientes de prevalencia ajustados por factores sociodemográficos.

En comparación con la prevalencia de pica entre la población general (3,5%), la pica fue más común en los niños con TEA (23,2%) y DD (8,4%), y en los siguientes subgrupos: TEA con DI (28,1%), TEA sin DI (14,0%), DD con DI (9,7%), DD con características de TEA (12,0%), y DD con características tanto de DI como de TEA (26,3%). Sin embargo, la prevalencia de pica no fue elevada en los niños con DD sin características de DI ni de TEA (3,2%). Las diferencias entre los grupos permanecieron después del ajuste estadístico (rango de la relación de prevalencia ajustada 1,9-8,0, P < 0,05 en todos los casos).

La conclusión es que la pica es bastante común en niños pequeños con TEA y en aquellos que tienen características de TEA y discapacidad intelectual. Estos resultados sugieren que tenemos que estar pendientes de las necesidades de atención médica especializada para este trastorno alimentario en estos niños.

Para leer más:

  • Fields VL, Soke GN, Reynolds A, Tian LH, Wiggins L, Maenner M, DiGuiseppi C, Kral TVE, Hightshoe K, Schieve LA (2021) Pica, Autism, and Other Disabilities. Pediatrics e20200462. 10.1542/peds.2020-0462

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

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BNEDialNetGredosLibrary of Congress


Una respuesta a «Pica y autismo»

  1. Avatar de Ana María Piso
    Ana María Piso

    Mi hijo con diagnóstico TEA, desde que nació y hasta los 3 años, presentó además de un retraso generalizado en su desarrollo, severas conductas disruptivas y continuas diarreas muy fétidas, y entre los 2 a 3 años comía compulsivamente la pintura de las paredes, los chip de los teléfonos, monedas, y masticaba hasta el aplastamiento las baterias de los controles, entre otras cosas extrañas, pero principalmente éstas, lo que emperó su cuadro, tenía que encerralo para poder controlarlo, motivo por el cual la inmunólogo le hizo varios estudios más específicos, entre ellos, el mineralograma, que indicó un severo desequilibrio mineral y alta toxicidad por plomo, mercurio, cadmio y aluminio, lo cual fue tratado con mineraloterapia y de estimulación desintoxicación con NAC/glutation; y otra prueba crucial que hizo fue la de intolerancias alimentarias, la que indicó alta sensibilidad al huevo, trigo lactosa y caseina, motivo por el cual se elaboró una dieta para él libre de estos elementos. También se le hizo un endoscopia digestiva superior y colonoscopia revelando esofagitis, gastritis, sangrado interno intestinal, intestino permeable, candidiasis, duodenitis e infección por oxiuros, todo tratado según las instrucciones del gastroenterólogo infantil y en simultáneo con lo anterior. El primer resultado, y casi de inmediato, fue la desaparición de las conductas disruptivas y dejó de comer cosas extrañas, y a partir de allí su atención al entorno mejoró increiblemente y las diarreas fueron desapareciendo paulatinamente, dejando el uso definitivo de los pañales a los 4,5 años. De acuerdo a lo que me explicó la inmunóloga, el desencadenante de todo este cuadro, incluyendo la ingesta de cosas extrañas, era que mi hijo había nacido con un error o enfermedad congénita del metabolismo (ECM), provocando en resumen cadenas de elementos que resultaban dañinos para el equilibrio de la flora intestinal, lo cual desató el resto de la alteraciones gastrointestinales, y con ellas, las conductuales, siendo éstas últimas la respuesta ante el dolor y el desequilibrio mineral, siendo éste en específico el que lo motivaba a ingerir estas cosas extrañas como modo de compensación. Espero haberme explicado más o menos, no soy experta en la materia, solo una madre que vivió la experiencia con su hijo, y que logramos superarla de ésta forma. Hoy en día mi hijo tiene 15 años, con CI alto, integrado en una escuela regular y dentro de su edad cronológica, y hablando inglés y español con total fluidez. Solo sus conductas catalogadas como de “torpeza social” son las que lo mantienen denro del diagnóstico de TEA. Muchas gracias por permitir la oportunidad de expresarme. Un saludo.

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