El 30 de noviembre de 1889 nace Edgar Douglas Adrian. Estudió en el Trinity College de Cambridge. Demostró que la actividad eléctrica de las neuronas se podía detectar y medir con un amplificador y un altavoz o un tubo de rayos catódicos.
Adrian lo cuenta así:
había colocado unos electrodos en el nervio óptico de un sapo al mismo tiempo que estudiaba la retina. La habitación estaba casi a oscuras y no sabía de dónde venían los ruidos en el altavoz que tenía conectado a un amplificador. Cuando comparé los ruidos del altavoz con mis movimientos por la habitación me cuenta de que estaba en el campo de visión del ojo del sapo y que las señales correspondían a lo que yo estaba haciendo.
También demostró que la transmisión nerviosa era un proceso de «todo o nada», el tamaño de la respuesta no variaba con la intensidad del estímulo. Mejoró la electroencefalografía y la investigación sobre las ondas cerebrales, avanzando el conocimiento sobre la epilepsia. Dedicó la última etapa de su vida al estudio de la olfación.
Compartió el premio Nobel de Fisiología o Medicina de 1934 con Charles Sherrington «por sus descubrimientos sobre la función de las neuronas».
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