Pokémon es una franquicia propiedad de la compañía japonesa Nintendo. Al principio comenzó como un par de videojuegos pero pronto se convirtió en un negocio de proporciones astronómicas que comercializa cómics, cartas, juguetes, libros, series de televisión, películas y otros soportes, solo superado en sus beneficios por la franquicia Mario, el popular fontanero de la misma compañía.
El nombre Pokémon es una contracción de Pocket Monsters o “Monstruos de bolsillo”. El universo Pokémon está formado por un total de 649 personajes o especies de los cuáles el más conocido es probablemente Pikachu. Satoshi Tajiri, uno de los directores, tuvo la idea de crear Pokémon al recordar su afición favorita en la infancia, el coleccionismo de insectos. Los jugadores de Pokémon tienen que acumular tipos de Pokémon hasta completar todas las especies presentes en una región ficticia, de forma similar a lo que hace un entomólogo en una zona geográfica real. Al contrario que un científico el jugador tiene otras dos actividades más que entran también en la mentalidad de un niño: entrenar a sus Pokémon y hacerlos combatir entre ellos.
Para continuar con las referencias biológicas, muchas especies de Pokémon pueden sufrir una metamorfosis y transformarse en una especie parecida pero más poderosa en un proceso denominado evolución. De hecho, grupos creacionistas norteamericanos criticaron a los Pokémon porque según ellos realizaban una propaganda encubierta de las ideas darwinistas e iban en contra de la lectura literal del Génesis. La emisora de televisión por satélite SAT2000, radicada en el Vaticano y propiedad de la conferencia episcopal italiana salió en defensa de esos seres imaginarios indicando que “los juegos estaban llenos de imaginación e inventiva”, “no tenían ningún efecto moral secundario que se pudiera considerar dañino” y estaban basados en un ambiente de “intensa amistad”. Ello no obstante apareció en el Reino Unido un juego de cartas titulado Christian Power Cards que usaba figuras de la Biblia como personajes y que, en mi opinión, parecía diseñado por Ned Flanders.
No acabaron ahí los problemas para Pikachu y los suyos. El grupo judío Liga Anti-Difamación dijo que el manji, un símbolo budista tradicional que aparecía en una carta, se parecía a una esvástica y la consideró una ofensa al pueblo judío por lo que Nintendo dejó de fabricarla. En 2001 Arabia Saudita prohibió los juegos y cartas de Pokémon porque algunas tarjetas mostraban la estrella de David, por lo que fueron consideradas una promoción del sionismo y, además, el juego fomentaba las apuestas que son contrarias a la Sharía, la ley tradicional musulmana. No debían ir desencaminados porque dos años antes, en 1999, dos niños de 9 años, o sus padres más bien, habían denunciado a Nintendo indicando que jugar con las cartas de Pokémon les había causado una ludopatía. Para reír si no fuera para llorar.
A la hora de explicar el éxito de la franquicia se ha hecho un análisis psicológico. Se piensa que al igual que en el coleccionismo de insectos la larga lista de nombres y propiedades de los pocket monsters proporciona oportunidades para conversar y discutir entre los niños y para demostrar conocimientos frente a sus compañeros de juegos. Los niños pueden elegir sus pokémon favoritos, asociarse a sus propiedades simbólicas, reforzar su individualidad al elegir unos u otros al mismo tiempo que se asocian a los valores del grupo, distinguirse de los demás explicando lo que piensan sobre cada uno de los personajes y, en general, proporcionan un sentimiento de identidad donde los factores de grupo y personales están adecuadamente equilibrados
Pero el suceso que quería relatar es otro. La tarde del 16 de diciembre de 1997 millones de hogares japoneses estaban pendientes del televisor para ver un nuevo episodio, el número 38, de los dibujos animados de Pokémon. El episodio se titulaba Dennō Senshi Porygon o Soldado Eléctrico Porygon. A los veinte minutos de la película apareció una escena donde Pikachu lanzaba un ataque defensivo contra unos misiles. La explosión de los cohetes iba acompañada de flashes parpadeantes de luces rojas y azules a una frecuencia de 12 veces por segundo al mismo tiempo que el cuerpo de Pikachu lanzaba destellos amarillos durante unos 5 segundos. Los espectadores, de inmediato, empezaron a quejarse de visión borrosa, dolor de cabeza, mareos y náuseas. Pero lo más llamativo es que un grupo importante tuvo ataques epilépticos, convulsiones y quedaron inconscientes. Un total de 685 niños (310 chicos y 375 niñas) fueron llevados a urgencias. Aunque muchos se recuperaron en el trayecto en ambulancia, 150 fueron admitidos en los hospitales y dos de ellos estuvieron hospitalizados durante más de dos semanas. El número de personas afectadas parece que superó los 12.000 aunque hay quien lo considera un ejemplo de histeria de masas. El episodio Pokémon es el caso más famoso de epilepsia fotosensitiva, un tipo de epilepsia en el cual los ataques son causados por estímulos visuales que forman patrones en el tiempo y el espacio, tales como luces intermitentes o patrones regulares, estáticos o móviles. Ejemplos de ello en el mundo real pueden ser las luces estroboscópicas de las discotecas o las sirenas de vehículos de emergencia como ambulancias, policías o bomberos.
Aunque es sabido que entre un 0,5 y un 0,8% de los niños entre 4 y 14 años son sensibles a estos ataques de epilepsia fotosensitiva, el número de personas afectadas por el episodio de Pokemon no tuvo precedentes. Uno de cada 5.000 espectadores de entre 6 y 18 años que estaban viendo la serie tuvo un ataque y tres cuartas partes de ellos (74%) no tenían historial previo de epilepsia.
La epilepsia no es una enfermedad mental ni es contagiosa ni tiene nada que ver con el nivel de inteligencia. Fuera del momento de la crisis, una persona con epilepsia es una persona igual a las demás. La epilepsia es un trastorno cerebral en el cual algunas neuronas producen una actividad eléctrica anormal, una tormenta neuronal que provoca la pérdida del control muscular y genera episodios reiterados de convulsiones. En algunos casos, la convulsión puede generar movimientos incontrolados, que pueden producir lesiones y pérdida del conocimiento. En otros casos, las convulsiones solo generan un período de confusión, una ausencia epiléptica o espasmos musculares.
Muchas personas con epilepsia fotosensitiva notan un “aura” u otra sensación extraña antes de los ataques lo que puede servir de advertencia a esa persona para que se aleje del estímulo luminoso. En caso de ataque epiléptico hay que mantener la calma, no intentar impedir que la persona se mueva o tiemble, no forzar para que abra la boca ni meter ningún objeto en ella, no intentar trasladarle a otro lugar y no gritarle o sacudirle. Lo mejor es apartar cualquier objeto que pueda provocar una lesión si la persona se cae o choca con ellos, girarle suavemente para que pueda expulsar cualquier líquido que tenga dentro de la boca y colocar una almohada debajo de su cabeza. No es necesario llamar al médico o a una ambulancia a menos que la convulsión dure más de cinco minutos. Cuando la convulsión haya finalizado, deje a la persona dormir o descansar si así lo desea y esté pendiente por si se encuentra confuso o desorientado.
Algunas características comunes a los estímulos que causan estos ataques epilépticos son el alto contraste, los destellos luminosos, la luz alternando con oscuridad o un diseño de franjas negras y blancas alternantes. Hay no obstante una enorme variabilidad dependiendo del estímulo luminoso y de cada persona:
- Los ataques epilépticos son mucho más raros si solo hay cambios en el color de la imagen, sin variar la intensidad lumínica de la secuencia.
- La frecuencia de la intermitencia de la imagen es determinante: hay personas que tienen un ataque si se le ponen unas imágenes a diez cambios por segundo pero no notan nada si están a cuatro por segundo o a veinte por segundo. Las televisiones modernas con su alta velocidad de cambio de imágenes son más seguras que las pantallas que refrescaban la imagen con menos frecuencia. Los fluorescentes tienen una frecuencia suficientemente alta (100-120 Hz) para no generar problemas pero un fluorescente estropeado, con su intermitencia mucho más lenta, lo que vemos como un parpadeo, puede ser epileptogénico.
- La respuesta es mayor para estímulos que llenan todo el campo visual que en aquellos que solo ocupan una parte de la pantalla.
Por eso es también importante que los niños no estén demasiado cerca de la televisión ni pegados a la pantalla del ordenador.
- Es más común que los estímulos observados con ambos ojos causen ataques que si se miran solo con un ojo. Una persona que empieza a notar algo pero que no puede apartarse puede protegerse por tanto cerrando un ojo.
- Hay personas que les afecta más si están frente al estímulo con los ojos cerrados y otros en cambio tienen el mayor riesgo de una crisis epiléptica si están con los ojos abiertos.
- Hay personas con epilepsia fotosensitiva, sobre todo niños, que se sienten atraídos por las imágenes que generan los ataques, hasta tal punto que es necesario impedirles el acceso a la televisión o tener muy controlado el tipo de programas que pueden ver.
- Hay personas, especialmente con discapacidad intelectual, que son capaces de autogenerarse un ataque moviendo sus dedos delante de sus ojos enfrente de una luz potente.
El riesgo de sufrir un ataque epiléptico por las personas sensibles aumenta con el consumo de alcohol, la falta de sueño, las enfermedades y otras formas de estrés. No existe una cura para la epilepsia aunque la sensibilidad de algunos pacientes va disminuyendo con el tiempo. Los tratamientos farmacológicos, como el ácido valproico, van dirigidos precisamente a reducir esa posibilidad de sufrir un ataque. Los pacientes deben tener también cuidado de no exponerse a estímulos peligrosos (juegos de ordenador con escenas estroboscópicas, páginas web con fuertes oscilaciones de luminosidad, algunos tipos de películas, etc.) o cerrar un ojo si no pueden evitarlo. En algunos países las características de la iluminación en espacios públicos (discotecas, por ejemplo) o las de programas de ordenador, televisión o páginas web están reguladas para evitar estos riegos.
Tras el episodio del Pokemon epileptogénico, los directivos de Nintendo y la televisión se reunieron con responsables sanitarios y expertos en Neurociencia para estar seguros de que algo así no volvería a suceder. El grupo de trabajo estableció las siguientes instrucciones:
- Los flashes de imágenes, especialmente aquellas de color rojo, no deben titilar más de tres veces por segundo. Si no tienen rojo, no deben hacerlo más de cinco veces por segundo.
- Las rayas, bandas, remolinos y círculos concéntricos no deben llenar la pantalla.
- La secuencia de destellos no deben durar más de dos segundos en total.
Un estudio de investigadores italianos encontró una respuesta cerebral anormal en las personas que tenían una epilepsia fotosensible. Porciatti y su grupo postularon que existía un mecanismo que controlaba la respuesta a la información visual y que estaría ausente o estropeado en las personas fotosensibles y probablemente no totalmente desarrollado en los niños que fueron afectados por el capítulo de dibujos animados. La epilepsia fotosensitiva estaría asociada a un control alterado de los procesos corticales excitatorios e inhibitorios.
El episodio Pokémon inspiró a la inteligencia militar norteamericana. En 1998 unos analistas trabajando en el desarrollo de armas no letales propusieron dar “pulsos electromagnéticos” contra el enemigo que hiciera que todas las neuronas dispararan al unísono hasta que se produjeran “disrupciones del control muscular voluntario” y, por tanto, convulsiones epilépticas. El National Ground Intelligence Center del ejército indicaba que “se piensa que este método haría disparar a las sinapsis directamente mediante un campo eléctrico y el 100% de los individuos serían susceptibles a la inducción de ataques epilépticos, incluso a una distancia de varios centros de metros”. Los tiempos de recuperación serían similares o más rápidos que los que se observaban en una crisis epiléptica. Afortunadamente esos inventores de armas concluían: “no hay evidencia experimental disponible para este concepto”. Salvo si tienen en cuenta a Pikachu.
Para leer más:
- Ishida S, Yamashita Y, Matsuishi T, Ohshima M, Ohshima H, Kato H, Maeda H. (1998) Photosensitive seizures provoked while viewing “pocket monsters,” a made-for-television animation program in Japan. Epilepsia. 39(12): 1340-1344.
- Porciatti V, Bonanni P, Fiorentini A, Guerrini R. (2000) Lack of cortical contrast gain control in human photosensitive epilepsy. Nature Neurosci 3: 259-263.
- Silverman SM. (1997) Pokémon Gets Religion. People 12 de septiembre. http://www.people.com/people/article/0,26334,620818,00.html
- Takada H, Aso K, Watanabe K, Okumura A, Negoro T, Ishikawa T. (1999) Epileptic seizures induced by animated cartoon, “Pocket Monster”. Epilepsi 40(7): 997-1002.
- Takahashi T, Tsukahara Y. (1998) Pocket Monster incident and low luminance visual stimuli: Special reference to deep red flicker stimulation, Acta Paediatrica Japonica 40: 631-637.
- http://faculty.washington.edu/chudler/pokemon.html
- http://en.wikipedia.org/wiki/Pokemon
- http://en.wikipedia.org/wiki/Photosensitive_epilepsy