Un diógenes cualquiera

Lo vemos en ocasiones en la televisión. A requerimiento de los vecinos, agobiados y enojados por los terribles olores que surgen de una vivienda, la policía fuerza la entrada y se encuentra montañas de basura, comida en descomposición, comúnmente ratas u otras plagas y una persona viviendo en medio de toda esa inmundicia. Es el síndrome de Diógenes.

Diógenes nació en Sinope, una colonia jónica, en el 412 o 404antes de Cristo y murió en Corinto en el 323 antes de Cristo. Fue una figura enormemente controvertida, que decía que seguía el ejemplo de Hércules y que la virtud se mostraba más en los hechos que en las ideas. Usó su forma de vida para criticar los

valores de una sociedad que consideraba corrupta e hipócrita.Diógenes se definió como un cosmopolita, algo que chocaba frontalmente con los sentimientos patrióticos de sus conciudadanos y postuló que la pobreza era una virtud. Mendigaba para vivir y dormía en un barril en el mercado. Realizaba “performances” como ir con una lámpara por la ciudad a la luz del día respondiendo a los que le preguntaban que qué hacía, que buscaba un hombre honesto. Se mofó públicamente de Alejandro Magno y sobrevivió. También se burló de Platón, discutiendo sus interpretaciones de Sócrates y saboteando sus clases. Cuando Platón dijo que Sócrates definió al hombre como “un bípedo sin plumas”, Diógenes desplumó un pollo, lo llevó a la Academia de Platón y lo soltó allí diciendo “ahí os traigo un hombre”. Después de este incidente la definición de ser humano de Platón se completó con el añadido “con uñas anchas y planas”.

Según la leyenda cuando iba en barco a Egina, Diógenes fue capturado por piratas y vendido como esclavo en Creta. Cuando en el mercado de esclavos le preguntaron por su profesión, dijo que lo único que sabía hacer era gobernar hombres por lo que quería que le vendieran a un hombre que necesitara un amo. Xeniades, un hombre de Corinto, le compró y le puso de tutor de sus dos hijos. Parece que fue liberado poco después y fue muy querido en aquella casa.

El síndrome de Diógenes se caracteriza no solo por el aislamiento en el propio hogar, comúnmente acompañado por la acumulación en él de una enorme cantidad de objetos, muchos de ellos inútiles o auténticos desperdicios sino también por un total abandono personal, la pérdida de los vínculos sociales, apatía, perdida de la vergüenza y del respeto a las convenciones sociales. Diógenes no solo hablaba en contra de la organización social y política, sino que criticaba normas de amplio uso como el derecho a la propiedad, la reputación o la decencia. Se dice de él que comía en el mercado, algo que jamás hacían sus contemporáneos, orinaba sobre la gente que le insultaba, defecaba en el teatro o se masturbaba en público.

Se estima que la incidencia del síndrome de Diógenes es de 5 casos por cada 10.000 personas mayores de 60 años que viven solos en casa. Al menos la mitad de ellos tienen demencia o alguna otra forma de trastorno mental (esquizofrenia, trastorno de personalidad, trastorno afectivo o alcoholismo). Hay también casos de personas más jóvenes que muestran un abandono total en su higiene personal y en el cuidado de su domicilio y algunas personas sin hogar entran también en la sintomatología de este síndrome.

El trastorno se conoce también como derrumbe senil. Los factores de riesgo son la edad, el vivir solo y la ausencia de vínculos con la comunidad. No así la situación socioeconómica pues existen casos de personas de buena posición, situación económica desahogada y buen nivel profesional con un síndrome de Diógenes. Tras estudiar la personalidad de los afectados mediante herramientas de valoración se ha visto que las personas afectadas eran más esquivas, suspicaces, distantes, agresivas y poco integradas socialmente que controles de la misma edad. También se han visto casos de parejas en las que las dos personas muestran síndrome de Diógenes. En la actualidad hay datos que lo incluyen en abusos a ancianos y donde uno de los dos lideraría y arrastraría al otro a ese comportamiento asocial.

El tratamiento de las personas con síndrome de Diógenes es complicado porque rechazan a quien se acerca a ellos incluso con la mejor voluntad. Del propio Diógenes se cuenta que fue invitado a una mansión y le pidieron que no escupiera en cualquier sitio. El filósofo griego se aclaró la garganta y escupió en la cara de su anfitrión porque según explicó entre tantas bellezas “no había podido encontrar un receptáculo más ruin donde hacerlo”.

Hay distintas explicaciones para entender porqué se observa este enorme deterioro en las condiciones de vida y en la higiene personal y doméstica de algunas personas que no muestran una enfermedad mental clara. Se ha dicho que esta condición representaría el extremo final de un trastorno de personalidad más que un síndrome específico.

El tratamiento de las personas es complejo porque el acercamiento a ellos se suele producir en medio de una crisis, cuando unos vecinos desesperados denuncian lo que viven como un auténtico riesgo a la salud de las viviendas vecinas, junto a otros riesgos como que se pueda producir un incendio. En algunos casos llegan a un servicio de urgencias tras una caída o un desmayo. Un porcentaje importante de ellos muere a los pocos días de su admisión en el hospital.

El mayor obstáculo para ayudarles es su rechazo de cualquier tipo de interacción tanto con servicios sociales como con servicios médicos. Suele ser más productivo ir entrando en contacto paulatinamente con los mismos individuos hasta que se produzca una cierta comunicación y una aceptación de los apoyos ofrecidos. Sin embargo, se falla en muchos casos y es difícil valorar su estado mental por ese mismo rechazo, se piensa que su nivel cognitivo queda frecuentemente infravalorado por la nula motivación y cooperación con los servicios sociales. La última opción de tratamiento es por la fuerza, teniendo en cuenta la prevalencia de trastornos mentales y el serio abandono personal junto al riesgo a terceros que existe.

El nombre de este síndrome es realmente un insulto a Diógenes. El filósofo griego postuló los principios de autosuficiencia y de un desapego a las posesiones materiales. Realmente es lo opuesto a lo que sucede en las personas afectadas por este trastorno. Se han propuestos otros nombres como síndrome de Havisham, un carácter de Charles Dickens que se relaciona más con la añoranza de un amor perdido o síndrome de Plyushkin. Este último parece mucho más apropiado.  Plyushkin es un personaje de la novela de Nikolái Gógol “Almas muertas”. Es un terrateniente que colecciona y guarda de una manera obsesiva todo lo que encuentra hasta el punto de que para celebrar un trato con el protagonista encarga a uno de sus siervos que busque un pastel que una visita trajo años atrás, le quite el moho y lo sirva. Aún así, el nombre de síndrome de Diógenes ha calado en el público general y ha generado un interés por este trastorno por lo que no parece fácil que cambie en el futuro.

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