La empresa Akamai Technologies publica desde hace cuatro años un informe trimestral sobre el estado de Internet. Es una información relevante por su impacto en la vida cotidiana. Basado en el número de direcciones IP únicas, Internet creció un 13% el último año. Los mayores incrementos se produjeron en Reino Unido (13%), Rusia (7%) y China (3,4%). En el tráfico de ataque, Asia-Pacífico generó un 45%, Europa un 33%, América un 20% y a pesar de la mala fama del phishing nigeriano, África un 2%. De las 100 ciudades más rápidas en Internet del mundo, 61 están en Japón, 24 en Norteamérica y 7 en Europa (3 en Suecia, 2 en Suiza, 1 en Rumanía y 1 en Letonia). No busque la suya. Los tres países con mejores conexiones están en Asia (Corea del Sur que casi duplica al segundo que es Japón que está empatado con el tercero que es Hong Kong). Los siete siguientes son europeos, pero España, desgraciadamente, no es uno de ellos.
En el ámbito de la cultura, Internet es un factor clave. En los próximos años, Internet se irá situando como el principal escenario para la creación, la difusión, la comercialización y el acceso a la cultura. Las administraciones vamos incorporando propuestas digitales en nuestro catálogo de servicios. El ciudadano va adquiriendo cada vez más un papel protagonista. Él decide lo que quiere ver y hacer, dónde y cuándo. Las nuevas tecnologías abren un nuevo ámbito para las industrias culturales y creativas. La implicación del consumidor, en unas herramientas que permiten la interactividad, la colaboración entre autores, el diálogo creador-consumidor de cultura, la creación de públicos a través de las redes sociales y muchas otras posibilidades más abren unas posibilidades que no se podían soñar hace solo cinco años.
A pesar de que España y ni siquiera Europa lideren como hemos visto las autopistas de la información, estoy firmemente convencido de que las nuevas tecnologías en el ámbito de la cultura suponen una oportunidad única para nuestro desarrollo económico. La cultura es la materia prima de Europa, quizá en la única en que podemos plantar cara al mundo. España es sin ninguna duda una potencia cultural. La nueva generación, los nativos digitales crean ya ese mundo día a día y los emprendedores que sepan aprovechar ese cambio de paradigma pueden alcanzar resultados excelentes en plazos cortos. La potencia de nuestra creatividad, el buen nivel educativo del país, liderar un mercado de 500 millones de consumidores, el mercado que habla en español, nos abren unas perspectivas de crecimiento que debemos saber aprovechar. Y es que parafraseando el título de aquella novela de Tom Wolfe, tenemos lo que hay que tener.
Muchas gracias por comentar