Echa a correr por la desierta plaza
pero escucha tras él,
con rugido del trueno desatado,
el poderoso galope que sacude el pavimento
y, por la luna pálida alumbrado,
con el brazo tendido hacia la altura
el jinete de bronce le persigue
montado en su caballo retumbante.
así toda la noche, el pobre loco,
sin importar adonde caminara,
el jinete de Bronce iba al galope tras él,
con el estruendo de sus cascos.
Alexandr Pushkin