La industria cultural del libro de Castilla y León ha estado en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, México. Aprovechando el impulso del año pasado, donde Castilla y León fue “país” invitado (este año ha sido Alemania), el sector ha dado un nuevo salto hacia delante de una gran significación. Editores, escritores, agentes de representación e ilustradores de Castilla y León han participado en la FIL 2011, buscando y encontrando nuevas oportunidades de negocio. El gremio de editores de Castilla y León, encabezado por su presidente Daniel Tejada y su anterior presidente José Ángel Zapatero han “pateado” la feria día tras día, buscando nuevos distribuidores, estableciendo proyectos de cooperación, realizando venta y compra de derechos, contactos con redes de librerías y agentes de comercialización. PYMEs, algunas de las cuáles no habían salido de su entorno hasta este momento ven que son capaces de competir con éxito, de abrir nuevos mercados, de convertirse en empresas exportadoras, de verse forzados por el crecimiento de su actividad a incorporar, pasito a pasito, alguna persona a sus plantillas. Han explorado también las nuevas posibilidades de la edición digital, el desarrollo de países emergentes en nuestro sector de expansión natural, la América que habla español, y las nuevas tendencias en las industrias culturales y de la creatividad. Ha sido un orgullo y un estímulo verles cerrando negocios o explorando ventas hasta cuando era el momento de una cerveza, sopesando, invirtiendo, contactando, trabajando. La mejor señal era verles cada mañana, cada día más agotados, manteniendo esa ilusión.
La FIL es hija, desarrollo y propiedad de la Universidad de Guadalajara. Cumple ahora 25 ediciones, 25 años. Quizá sea el mayor ejemplo en el mundo de una spin-off de una universidad, el mayor proyecto académico y económico de extensión cultural jamás creado. Para la universidad significa contactos, proyectos, mejora de sus bibliotecas, prestigio y proyección internacional. Para la ciudad significa miles de visitantes (600.000 personas acudieron a la FIL el año pasado) y una enorme inyección de pesos y divisas. Para la región, además, nuevos visitantes añadidos a sus circuitos turísticos. Un ejemplo de todo lo que se crea desde un punto de partida fundamental: el libro, la cultura.
Por último es emocionante ver a los miles de niños y adolescentes que pasean stand por stand. Muchachos y muchachas que ahorran durante meses para comprar un par de libros. Niños de las escuelas más pobres, algunos apadrinados por la Junta de Castilla y León, que incorporan de una manera natural el libro a sus vidas. Es una Feria económica pero es también la fiesta de la lectura.
En resumen: hay vida. Y hay futuro.