Es el título de una canción. No voy a hacer una loa romántica a esas cosas importantes de la vida: la amistad, el amor o la familia. Tampoco un relato pastoril a las noches estrelladas o la luz del amanecer. En Estados Unidos se preguntaban cómo era posible que las empresas tecnológicas con un crecimiento más espectacular: Google o Facebook son dos magníficos ejemplos, basaran su negocio en dar cosas gratis, un buscador y una red social, respectivamente. Google es capaz de retar a las grandes compañías del sector, siendo el enemigo más temido para dos gigantes como Microsoft y Apple. Es más, sigue creciendo a base de ofertar nuevos servicios gratuitos: correo electrónico, mapas, libros, fotos aéreas, videoconferencia, ofimática, traducciones y un largo etcétera. Y por supuesto paga empleados, servidores informáticos, luz e impuestos. Y cada vez vale más en bolsa. Y es que esa actividad gratuita alcanza tal dimensión que resulta muy atractiva para clientes de pago.
El pasado miércoles participé en la inauguración de la exposición “Meteoritos” en el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, en Sabero, León. Si estuviera vacío, ese edificio construido con ladrillos, madera y luz, esa catedral laica de León, ya merecería la pena. Pero es que tiene una colección permanente muy interesante, que se lo digan a los señores mayores que iban delante de mí reencontrando el pasado de sus vidas y a los niños que saltaban de vitrina a vitrina, pegando gritos de excitación con ese jilguero que avisaba a los mineros de la presencia de grisú o esa locomotora diminuta que parecía construida, en vez de para sacar carbón por una galería, por niños y para niños. Junto a ello dos exposiciones temporales, una de escultura de Ángel Peres, de primer nivel, y ahora, y a la vez, ésta nueva de meteoritos.
El dueño de esta colección de meteoritos, José Vicente Casado, la ha cedido gratuitamente. Pensé que sería un potentado, el nivel de las piezas es de primera división internacional, que destinaba tiempo y mucho dinero a su hobby. Pero no es así. Él es su propia empresa, vive de los meteoritos. Entonces, ¿por qué cederlos gratuitamente y no alquilarlos, por qué no cobrar por el uso de sus piezas, algo totalmente legítimo? Aparte de por cariño a su tierra, porque ha comprobado que la cesión gratuita le abre puertas, le encargan tareas, colaboraciones con museos, conferencias, proyectos de divulgación científica. Este leonés, esta microempresa cultural, tiene la misma visión que Google, la inteligencia de la innovación y el crear actividad económica a partir de la gratuidad. El Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León le ayuda en esa labor de difusión y consigue una exposición magnífica con unos costes mínimos y ofrece a todos los visitantes algo interesante, con calidad, bien presentado en un pueblo precioso y en una comarca que merece la pena conocer. ¿Ha tocado usted alguna vez un meteorito?¿Sabe porqué en la tumba de los faraones había cuchillos de hierro si no sabían fundir el metal? ¿Ha visto alguna vez de cerca algo más viejo que lo más viejo de este planeta? Pues no sé a qué espera. En Sabero, hasta febrero de 2012.