Trazos desiguales. Estereotipos en libros para colorear

Marta Bueno y José R. Alonso

¿Recuerda esos cuadernitos para colorear, algunos comprados en el kiosco como regalo especial, que nos tenían entretenidos un buen rato? Libros y cuadernos que quizá haya comprado para sus hijos o que probablemente utilice en el aula de Infantil como material didáctico complementario si tiene usted uno de los trabajos más bonitos de este planeta: ser maestro de niños pequeños. Sabemos que además de su carácter lúdico estas publicaciones son un excelente recurso para desarrollar la psicomotricidad fina, para mejorar la atención, para ir trabajando la flexibilidad ante los errores e incluso para aprender a gestionar el tiempo. Pues bien, todos estos beneficios quedan bajo la sombra de una nube de desigualdad en cuanto al perfil de sus imágenes. Las escasas investigaciones realizadas sobre estos cuadernos concluyen que en muchos de ellos se mantienen roles estereotipados en detrimento de la mujer.

En la escuela se producen aprendizajes inconscientes a partir de propuestas simbólicas que vemos en los libros de texto, en los de cuentos, en materiales escolares o en la práctica diaria de rutinas que reproducen en clase prejuicios sexistas, muchas veces de manera inconsciente. Si nos centramos en el material que complementa al libro de texto en las etapas de Infantil o los primeros cursos de Primaria, todos estos preconceptos se concretan en mostrar personajes femeninos asociados a papeles subsidiarios, a funciones asistenciales, a tareas de cuidados, niñas y mujeres que están preocupadas por su aspecto físico o que son consideradas objetos de deseo. Es decir, vamos a encontrar en la mayoría de estos materiales una discriminación negativa por razón de sexo, generalmente dejando en una posición poco favorable a los personajes femeninos. Y esto en el siglo XXI en el que nos movemos desde hace ya dos décadas. Desgraciadamente, los estereotipos de género siguen siendo una de las constantes más visibles en los modelos femeninos presentes en los recursos curriculares.

A este respecto, hay una extensa investigación en libros de cuentos que revela una prevalencia de estereotipos, auténticos cimientos para un esquema de género sesgado. Sin embargo, desde 1974 no se había realizado un análisis sistemático de los libros para colorear. Para retomar estas investigaciones, Maureen Fitzpatrick y Barbara McPherson realizaron en 2010 un estudio en el que examinaron a 889 personajes de 56 libros para colorear publicados en Estados Unidos.

Los libros se seleccionaron mediante un muestreo aleatorio estratificado de una región de California, codificando la prevalencia de cada género, los roles estereotipados, el grado de actividad, las profesiones y la edad de los personajes.

Al evaluar estos libros para colorear se quería demostrar también que los estereotipos encontrados en ellos eran similares a los que ya constaban en otros medios impresos para niños, y compararlos con el único análisis de contenido sistemático de los libros para colorear que, como dijimos, fue realizado en 1974 por Susan Rachlin y Glenda Vogt, hace ya casi cincuenta años.

Un dato llamativo es que la mayoría de estos cuadernitos estaban dirigidos a niñas, con portadas rosas y motivos de gemas y flores; esto no deja de ser otro prejuicio: ¿dibujan y colorean más ellas que ellos?, ¿es femenino el mundo de los colores? Así, incluso con una distribución desigual de libros para colorear destinados a niños y niñas, las imágenes masculinas (humanos, animales, héroes, objetos animados, etc.), aparecieron con mayor frecuencia en el estudio. Este resultado se ha encontrado en muchos tipos de medios, incluidos los libros de cuentos ilustrados, programas de televisión infantiles y publicidad dirigida a estos pequeños consumidores: los protagonistas principales son mayoritariamente masculinos.

Al colorear, los niños también observan un predominio de personajes masculinos de todo tipo. Esto tiene consecuencias para las niñas. La cantidad a menudo implica importancia, especialmente para una mente impresionable. Ver más del otro género puede llevar a las niñas a valorarse a sí mismas como menos necesarias o como ciudadanas de segunda clase. En cuanto a los niños, el verse representados a sí mismos con más frecuencia, no solo en libros para colorear sino en muchos materiales que manejan (películas, cuentos, manuales, cajas de juegos de mesa, de puzles, de construcciones, de herramientas, de material de pequeños científicos, etc.), sesga la formación del concepto de sí mismos. Esta presencia inflada de hombres en libros para colorear y otros medios ayuda a establecer creencias falsas en los niños sobre los papeles asignados a hombres y mujeres.

En el estudio se observó también un predominio de roles estereotipados sobre todo en los libros para colorear dirigidos a las niñas. Desde hace ya unas cuantas décadas, existen criterios, pautas y normativas elaborados por editoriales o por instituciones educativas, para reducir los estereotipos en los libros de texto. Aun así, todavía vemos mujeres en roles que las encasillan en lo supuestamente femenino y hombres en roles masculinos estereotipados. Si aparecen estos sesgos en los libros de texto, ¿por qué no van a estar en los cuadernitos para colorear? Las investigadoras esperaban encontrar imágenes más igualitarias y fue desalentador descubrir que los hombres participaban en solo el 3% de lo que se consideran comportamientos tradicionalmente femeninos.

Del mismo modo, se encontró que solo el 6% de los personajes femeninos se involucraba en acciones que de forma estereotipada se considerarían actividades masculinas. No había científicas, navegantes, escaladoras o inventoras.

Un dato curioso es que, aunque ya contábamos con datos de estudios anteriores en los que hombres y mujeres aparecían con la misma probabilidad rescatando a otros, no fue este el caso en la investigación que nos ocupa. También en los comportamientos neutrales como este de personas rescatadoras, predominaban los  varones. El 68% de los comportamientos que podríamos definir como neutros al género fueron realizados por hombres frente al 32%, que fue realizado por mujeres.

En un análisis más detallado, también se mostró una posible relación entre el tipo de libro para colorear (es decir, aquellos dirigidos a niñas, niños o libros neutrales en cuanto al género). Los libros dirigidos a las niñas contenían la mayoría de los estereotipos. En cambio, los libros para niños no contenían tantos estereotipos evidentes. Es decir, las niñas ven los estereotipos, tanto de mujeres como de hombres, con más frecuencia que los niños. Esta visión sesgada sugiere a las niñas lo que pueden hacer o lo que pueden llegar a ser. Evidentemente, estos puntos de vista absurdos en cuanto a las capacidades de ambos sexos afectan a las decisiones de las niñas sobre lo que es factible para ellas. Lo preocupante es que los niños que usan libros para colorear están en una etapa de desarrollo en la que los esquemas de género se están formando y empiezan a solidificar. Un espacio de disfrute y actividad se convierte en un molde sesgado que perpetúa los estereotipos de género.

Otra hipótesis que se corroboró fue que los personajes masculinos se mostraron en estados más activos, tanto en animales como en humanos. Las autoras del estudio no pretendían ver solo una dicotomía activo versus pasivo y codificaron tres niveles de actividad: estático, ocupado (parado, pero con movimientos de motricidad fina como dibujar) y activo (movimientos de motricidad gruesa). Plantearon la hipótesis de que los hombres serían representados en roles más activos, como ya se había concluido en investigaciones de otros medios impresos para niños. Sin embargo, aunque creían que las mujeres serían representadas con mayor frecuencia usando movimientos motores finos, descubrieron que en las imágenes que mostraban estos movimientos, los hombres (57%) tenían más probabilidades de ser representados que las mujeres (43%). Sólo en la categoría estática (por ejemplo, sentado o de pie y sin hacer nada) predominaban las mujeres. Una razón de este resultado es que a menudo se representaba a las mujeres mirándose en un espejo o simplemente sentadas en algún lugar. En el área de los movimientos motores gruesos hubo una diferencia muy grande. Se mostraba a los personajes masculinos corriendo, trepando y rescatando a otros (normalmente personajes femeninos o jóvenes). De nuevo, estos resultados reflejan lo que otros han encontrado en diferentes medios. A partir de los dibujos que colorean, los niños se ven reforzados con el estereotipo de que ellos «hacen» y las niñas «son».

En cuanto a la edad de los personajes, hubo una diferencia significativa; los varones tenían casi el doble de probabilidades de presentarse como adultos que como niños. En cambio, las mujeres tenían casi cuatro veces más probabilidades de ser representadas como niñas que como adultas. Así, los niños pueden imaginarse a sí mismos como personas en plena madurez y haciendo actividades «de mayores», mientras que las niñas colorean imágenes que las representan siempre jóvenes e infantiles. Si los niños miran a los modelos adultos para comprender en qué se convertirán, las niñas lo hacen limitadas en esta comprensión puesto que se ven predominantemente infantilizadas.

En otro apartado del estudio se clasificó el tipo de personaje como humano, animal, fantasía, superhéroe o un objeto creado por el hombre (por ejemplo, autos o robots personificados). Observaron que las mujeres se representaban principalmente como seres humanos, seguidas de seres de fantasía y animales, y era muy raro que aparecieran como superhéroes u objetos animados. Los hombres, en cambio, aparecían por este orden como animales (salvajes, libres, fuertes), seres de fantasía, seres humanos y superhéroes. En resumen, el 70% de los humanos eran hembras y el 63% de los animales eran machos. El hecho de que las mujeres fueran representadas principalmente como seres humanos es de especial interés. Si el análisis se hubiera centrado solo en los personajes humanos, la hipótesis de que los hombres son más frecuentes no habría sido válida. Aunque las niñas estén expuestas a más mujeres humanas en los libros para colorear, es posible que esta preponderancia de personajes femeninos humanos limite la capacidad de las niñas para asumir roles, especialmente si se considera junto con el hallazgo de que las mujeres  son en su mayoría de corta edad. Sus referentes tienen una dimensión limitada, no son activos, poderosos y multidimensionales; son pasivas y esperan mirándose en el espejo.

Otro aspecto que queda reflejado en la aparición de animales para colorear es que a los niños se les presenta una preponderancia de animales machos feroces, salvajes o «indómitos». Por tanto, los niños pueden identificarse con estos animales machos. En la elaboración de su esquema de género, van incorporando estas características de lo que significa ser hombre. En la categoría de superhéroes, el 90% eran hombres. Este hallazgo sobre los superhéroes es similar a los encontrados en otros estudios de personajes de dibujos animados de televisión. También este dato sugiere a los niños una creencia sesgada sobre sus cualidades, capacidades y posibilidades.

Analizados en conjunto, estos hallazgos muestran que cuando los niños pequeños colorean en libros con imágenes, éstas les representan en un entorno en el que son poderosos: salvajes, fuertes, imprescindibles, sensatos, maduros, adultos y heroicos; mientras que las niñas colorean imágenes que destacan su pasividad, vulnerabilidad, temor, son infantilizadas y se limitan a lo humano, o, como mucho, pueden aspirar al papel de hadas o sirenas.

Es preocupante que estos adjetivos que describen las imágenes para colorear sean los mismos que observó Turner-Bowker en 1996 en su estudio del lenguaje utilizado en la literatura infantil. En ambos casos las palabras describen a los hombres como feroces, grandes, terribles, valientes y orgullosos; mientras que las mujeres son hermosas, dulces, amables, asustadizas y complacientes. No hemos avanzado mucho en la mirada de género en los materiales educativos; no reflejan una sociedad equitativa, justa, inclusiva. No muestran el mundo que debemos y queremos construir.

Como educadores, padres, maestros, somos conscientes de que los niños y niñas, en una etapa en la que comienzan a tomar conciencia de sí mismos, que escuchan, leen o colorean personajes de ambos sexos, están aprendiendo lo que significa ser hombre y mujer. Podemos pensar que sólo son cuadernitos para colorear, algo inocente, pero si sumamos juegos y privilegios en el patio, responsabilidades en el aula, expectativas rosas o azules por parte de algunos docentes, las letras de muchas canciones infantiles, etc., etc., vemos que queda mucho camino por recorrer y es posible mejorar la perspectiva de género. Tanto ellos como ellas merecen una educación con el abanico más amplio de posibilidades que podamos ofrecerles, sin escatimarles oportunidades para crecer en igualdad.

Referencias

  • Fitzpatrick M.J., McPherson B.J. (2010). Coloring within the lines: gender stereotypes in contemporary coloring books. Sex Roles 62, 127–137. DOI: 10.1007/s11199-009-9703-8
  • Rachlin S.K., Vogt G.L. (1974). Sex roles as presented to children by coloring books. Journal of Popular Culture 8, 549–556. DOI: 10.1111/j.0022-3840.1974.0803_549.x
  • Turner-Bowker D.M. (1996). Gender stereotyped descriptors in children’s picture books: does “Curious Jane” exist in the literature? Sex Roles 35, 461–488. DOI: 10.1007/BF01544132

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


2 respuestas a «Trazos desiguales. Estereotipos en libros para colorear»

  1. Avatar de Darío
    Darío

    Se le ha colado un prejuicio en el artículo, en el párrafo que empieza:
    En otro apartado del estudio …. o un objeto creado por el HOMBRE.
    ¿Acaso las mujeres nunca crearon nada?.
    Este error es muy frecuente incluso en divulgadores científicos como es el caso y creo que es uno de los últimos bastiones del machismo inconsciente en que hemos estado inmersos toda la historia.

  2. Avatar de Marta
    Marta

    Pues tiene razón, Darío. Podría usar la excusa de que nos queríamos referir a hombre como genérico, pero creo que no es el caso, creo que se nos ha colado. Tantas y tantas mujeres inventoras, tantas creadoras, tantas que innovaron, que aportaron conocimiento en todos los ámbitos.
    Gracias por el comentario.

Muchas gracias por comentar


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