De Troya a Aristóteles

Greek_helmet-MGR_Lyon-IMG_972-redLa fuente más antigua que tenemos sobre el conocimiento de la medicina en Grecia son los dos grandes poemas épicos atribuidos a Homero: la Ilíada y la Odisea. Ambas obras, datadas en torno al siglo VIII a.C. (760-710 a.C.), contienen información sobre los heridos en los combates entre griegos  y troyanos y su tratamiento.

Aunque la Ilíada, que es la obra que contiene más detalles médicos,  recoge muchas de las leyendas griegas sobre la reunión de las tropas, los motivos de la guerra, trata en realidad del décimo y último año de la Guerra de Troya (Illium), en concreto de las últimas semanas.  La Ilíada describe en sus hexámetros dactílicos un total de 150 heridas, muchas de ellas con una llamativa exactitud anatómica. Se nos cuenta, por ejemplo, que la flecha lanzada por Meriones y que hiere al príncipe Harpalion, aliado de los troyanos, le entró por la nalga derecha, atravesó el bajo vientre sin impactar en los huesos pélvicos y púbicos y finalmente perforó la vejiga urinaria con el resultado de la muerte del príncipe. Homero nos cuenta en detalle las trayectorias de las flechas y las lanzas demostrando un buen conocimiento de los órganos afectados según su punto de entrada.iliad13 El poeta ciego, o quien se esconda bajo su nombre, conoce no solo la anatomía sino también el posible pronóstico y suele hacer una apreciación de qué heridas son fatales. Así, las heridas en los brazos y piernas son dolorosas pero no mortales mientras que todos aquellos guerreros de uno y otro bando que son heridos en la cabeza –y hay un total de 31 heridas cefálicas descritas- mueren.

Homero nos cuenta muy poco de los tratamientos disponibles en su época. En general, los soldados se preocupan del bienestar del compañero herido pero no tratan de curarle. Sin embargo, hay entre las tropas unos pocos que son considerados expertos en el arte de sanar y que manejan hierbas y vendajes. Uno de estos médicos es Macaón, hijo del legendario Asclepio que posteriormente sería deificado. Macaón curó a Menelao, que había sido herido por una flecha de Pándaro, y a Filoctetes, que tenía una herida ulcerada que se había causado diez años atrás al herirse accidentalmente por una flecha de Hércules. A su vez, Macaón fue herido en la espalda por una flecha de Paris, y tras ser rescatado por Néstor, sí le administraron un bebedizo, en concreto una copa de vino caliente espolvoreada con queso de cabra rallado y cebada.

Los egipcios, una civilización fundamentada en el Nilo, pensaban que el agua era el elemento fundamental de todas las cosas, una doctrina también aceptada por Homero.thales Tales de Mileto (652-548 a.C.), un jónico educado por sacerdotes egipcios en Menfis, defendió esa misma teoría del agua como matriz de la existencia. Anaximandro (638-647 a.C.), el discípulo de Tales,  incorporó otra idea del mundo antiguo, procedente y no es casualidad concreto de Mesopotamia, el territorio «entre ríos», que el elemento original era el barro, el agua y la tierra mezclados bajo los rayos del sol. La Biblia, el Corán y el Popol Vuh, tres de los principales libros religiosos de la Humanidad coinciden en relatar que el hombre fue creado a partir del barro. Un discípulo de Anaximandro llamado Anaxímenes añadió un tercer elemento, el aire, y el grupo de elementos fue completado por Heráclito de Éfeso, que consideraba que el fuego era el elemento final.

Los griegos se fueron expandiendo por todo el Mediterráneo y fundaron colonias en las costas de todos los puntos cardinales. Estos emigrantes eran pioneros, descendientes de los pobladores de la Península Ática y las grandes islas del Egeo y fundaron estaciones con las que comerciar con los pueblos del interior. Las tecnologías desarrolladas en la Edad de Hierro habían permitido la producción masiva de herramientas y utensilios lo que a su vez puso en marcha la formación de redes comerciales, el desarrollo de flotas comerciales y militares y el establecimiento de colonias que eran auténticas franquicias de las ciudades. Las colonias griegas se convirtieron en puntos de intercambio de los productos locales con los cargamentos de las flotas griega, fenicia y egipcia y las caravanas que traían las manufacturas de la India y China y que los griegos distribuían, asimilando al mismo tiempo aspectos de la cultura de todos estos países.

Crotona, en el golfo de Tarento, en la Magna Grecia —sur de Italia— fue el lugar de la primera escuela griega de medicina y una de las más famosas.  samosEl “asklepiade” —un miembro del  gremio de los médicos— Kalofon fue el primero de sus médicos del que tenemos noticia y se sabe que ejerció en Cnido y luego volvió a Crotona en torno al 550 a.C.  y sería continuado por su hijo Democedes. En Crotona se le uniría Pitágoras de Samos que iba huyendo del dictador Polícrates y del agobio que sentía en Samos, estableciéndose allí en torno al 530 a.C. junto con sus seguidores.

Pitágoras es considerado el fundador de un estilo distinto de vida y en Crotona, él y sus discípulos —un grupo muy parecido a una secta religiosa— crearon una escuela hermética, secretista, vegetariana, que se negaba a vestirse con pieles de animales, estaba obsesionada con la pureza y que cultivaba de forma estrechamente imbricada las matemáticas, la música, la medicina y la astronomía. Según Jámblico en Vida pitagórica «[Pitágoras] hacía comenzar la educación por la música, por medio de ciertas melodías y ritmos, gracias a los cuales sanaba los rasgos de carácter y las pasiones de los hombres, atraía la armonía entre las facultades del alma». 320px-Sanzio_01_PythagorasPitágoras, el primero que se llamó a sí mismo filósofo o amante del saber,  estaba especialmente interesado en la inmortalidad, la reencarnación del alma y su destino después de la muerte, en los ritos y rituales religiosos y en los procesos de auto-control y disciplina. La hermandad pitagórica mantenía que la combinación de los cuatro elementos podía explicar todo lo que había en la Tierra, incluidos los seres humanos y que el desequilibrio era causa de enfermedad.

En Crotona nació Alcmeón, considerado durante siglos el primer estudioso del cerebro. Aristóteles no dice que Alcmeón fuera un discípulo de Pitágoras pero sí comenta que le escuchó cuando éste ya era viejo así que es posible que tuviera influencias de la escuela pitagórica. No sabemos mucho más de su vida: que su padre se llamaba Perinthos o Piritoo, que podría haber nacido en torno al 510 a. C, que es muy posible que hiciera disecciones de animales o de cadáveres humanos —lo que le separaría claramente de los pitagóricos que las prohibían pues creían en la metempsicosis, la transmigración de las almas entre hombres, animales y plantas— y que aunque casi todo lo que escribió tiene que ver con la medicina, parece que no era un médico sino una especie de filósofo de la ciencia. También estudió el desarrollo embrionario indicando que no es la clara sino la yema del huevo la que alimenta el nuevo ser.

Alcmeón es el primer filósofo que se atreve a dictaminar que las funciones psíquicas residen en el cerebro basándose en observaciones de enfermos y en distintos experimentos que le hicieron afirmar que los órganos de los sentidos estaban unidos al cerebro a través de vías de comunicación, los nervios o “poros” que se explicaban como canales huecos por los cuales circulaban las sensaciones.  alcmeonParece que exploró los nervios ópticos que van desde los ojos al cerebro y fue el responsable de la creación de las tablas pitagóricas de los opuestos: dulce/amargo, blanco/negro, grande/pequeño, que relacionaban sensaciones, colores y magnitudes. También fue uno de los primeros autores que trató de formular una hipótesis sobre el sueño. La idea de Alcmeón, conocida como hipótesis vascular, era que el sueño es el resultado de un aumento de la cantidad de sangre.

Su obra principal Sobre la naturaleza se ha perdido y solo queda un párrafo introductorio donde dice «Alcmeon de Crotona, hijo de Piritoo, dice esto a Brotino, a Leonte y a Batillo: de las cosas invisibles tienen clara conciencia sólo los dioses; a nosotros, en cuanto humanos, solo nos está permitido conjeturar». Se interpreta que nosotros los humanos debemos dedicarnos exclusivamente a campos o a cuestiones sobre las que tenemos datos, que sean observables y solo sobre esas podemos conjeturar.

Alcmeón dijo que el alma humana era inmortal y participaba de la naturaleza divina al igual que los astros que también tenían alma pues llevaban dentro de sí un principio de movimiento, unas órbitas circulares donde el final coincidía con el principio. Alcmeón fue la primera persona identificada de la que tengamos un registro histórico que considera al cerebro como el lugar de los pensamientos y las experiencias sensoriales. Wellmann, citado por Outes y Orlando, dice así:

El gran descubrimiento del genial Alcmeón de Crotona de que el cerebro era el sitio de la conciencia, de las sensaciones y del entendimiento, en otras palabras, del conjunto de la vida psíquica, llevaba implícita la idea que toda enfermedad mental y también la epilepsia, dependía de una enfermedad del cerebro (…) el cerebro regía todo el cuerpo, era el órgano central de toda la actividad humana tanto psíquica como corporal; en él terminaban los nervios, en él residía el punto de reunión de la sangre y en él estaba el centro de toda la vida psíquica. A él debíamos nuestras sensaciones y pensamientos (…) El cerebro llevaba a la conciencia las sensaciones que los nervios traían desde los órganos sensoriales: era el interpretador (‘ermeneus’) de ellos. …los ojos, los oídos, la lengua, las manos y los pies ejecutan lo que el cerebro considera verdadero, como justo.

Alcmeón rechazará la idea de que la enfermedad tiene una entidad propia  y planteará que es debida a una alteración de los equilibrios naturales del cuerpo donde uno de los elementos predomina sobre los demás, una «monarchia» frente al equilibrio de iguales derechos o «isonomía». También entra de la misma manera en el origen de la enfermedad mental.

A través de un exceso de humedad el cerebro actúa con movimientos antinaturales y la vista, el olfato, el gusto y la audición son ‘alterados’ en su quietud: pero si el cerebro permanece en quietud, el hombre está listo para el entendimiento.

Aunque en el Corpus Hippocraticum no se nombra a Alcmeón, está claro que algunas de las ideas que se recogen sobre el cerebro y su función en el organismo provienen de las ideas de Alcmeón. platon-6-redPlatón, aunque tampoco le cita, tiene un párrafo en Fedón donde parece conocer sus teorías:

Cuando era joven, Cebes, tuve una extraordinaria pasión por aquella especie de saber que consiste en indagar a la Naturaleza. Me parecía en realidad una ciencia admirable la de conocer la causa de cauda una de las cosas, por qué existen, por qué se generan, por qué perecen y muchas veces, examinado problemas de este género, variaba mis opiniones totalmente: ¿es verdad, como algunos dicen, que cuando lo cálido y lo frío sufren la putrefacción se desarrollan seres vivientes?, ¿y es la sangre el medio con el cual pensamos o es el aire, o bien nada de todo esto y es, en cambio, el cerebro el que  nos da las sensaciones del oír del ver y del oler de las cuales se genera la memoria y la opinión…?

Alcmeón recibió el apoyo de sus discípulos de Crotona: Hipon de Regio, Timoteo e Hipaosos de Metaponto, Demócrito o Filistión pero sus adversarios falcmeon2ueron aún mucho más formidables: en particular Parménides, Empédocles y el gran Aristóteles. Para ellos las facultades intelectuales se asentaban en «el fluir de la pulsante sangre» y en el corazón. La localización de las funciones mentales en el cerebro, las ideas de Alcmeón de Crotona, quedarían olvidadas durante casi 2.000 años.

 

Para leer más:

  • Outes DL,  Orlando JC (1982) Alcmeon de Crotona (El cerebro y las funciones psíquicas). Neuropsiquiatría y Salud Mental 13(1-2): 53-64. http://www.alcmeon.com.ar/15/57/06_outes.pdf
  • Traver AG (2002) From polis to empire —the ancient world, c. 800 B.C.-A.D. 500: a biographical dictionary. Greenwood Press, Westport (CT)
  • Wellmann M (1929) Alkmaion von Kroton. Archeion XI: 156-159.

 

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

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Una respuesta a «De Troya a Aristóteles»

  1. […] De Troya a Aristóteles […]

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