En mayo de 2019, la FDA aprobó un nuevo fármaco llamado Zolgensma, una nueva terapia génica para la atrofia muscular espinal (AME). Tiene un precio por dosis de 2.125.000 dólares, lo que le convierte en el fármaco más caro de la historia. Está dirigido a niños menores de 2 años con AME, incluidos aquellos que aún no muestran los síntomas en los que el diagnóstico se realiza a través de pruebas genéticas. Se trata de un tratamiento único y proporciona una cura definitiva para la enfermedad. Según los resultados clínicos recogidos hasta ahora, podría convertirse en el tratamiento estándar para la AME en el futuro.
El New York Times recogía el 7 de febrero de 2023 el caso de April Crawford, una mujer de 47 años que tiene esclerosis múltiple. Mavenclad, el medicamento que podría frenar su deterioro, tiene un precio de 194.000 dólares al año. Su seguro de Medicare pagará la mayor parte, pero incluye un copago de 10.000 dólares. Crawford no tiene 10.000 dólares y no tiene forma de conseguirlos, así que en agosto publicó un llamamiento en GoFundMe, un portal web donde se solicitan donaciones para temas muy diversos. En el momento de publicar este artículo, había recaudado 20 dólares.
La investigación científica está generando importantes avances en todos los ámbitos de la medicina: cánceres, alergias, enfermedades cutáneas, afecciones genéticas, trastornos neurológicos, obesidad… En todos hay avances de primerísimo nivel, pero hay un problema: los nuevos fármacos son habitualmente muy caros. ¿Por qué cuestan tanto? Una parte es que la investigación biomédica es intrínsicamente cara, los reactivos, aparatos, cuidado de los animales de laboratorio, etc., suman con rapidez una cantidad notable. En segundo lugar, mucha de esa investigación termina en fracasos y el dinero dedicado a esas líneas costosas pero sin fruto hay que recuperarlo a partir de los pocos éxitos. En tercer lugar, muchos tratamientos requieren una medicina personalizada, que incluye controlar el sistema inmunitario o suprimirlo e incluso alterar el ADN de los pacientes, un proceso también delicado y caro. A eso hay que sumar, cuarto, los ensayos clínicos necesarios para demostrar que el nuevo medicamento es seguro y eficaz. Son pruebas que requieren años y miles de personas implicadas, que suman otra importante factura. Quinto, muchas veces hay un gasto importante en comercialización, incluida la publicidad entre los médicos o entre el público general. Finalmente, las empresas farmacéuticas buscan un beneficio empresarial legítimo. Si la enfermedad es rara, afecta a pocos pacientes, o basta con un único tratamiento como en muchos casos de terapias génicas, la división de los costes de investigación y desarrollo, fabricación y comercialización entre los pocos clientes finales termina generando facturas astronómicas por tratamiento. Finalmente, muchas de esas ganancias están limitadas en el tiempo, los 20 años improrrogables que dura una patente. Luego otras empresas podrán fabricar ese mismo fármaco como medicamento genérico y la empresa original recibirá unos ingresos mucho menores.
En países como Estados Unidos donde la mayor parte de la población tiene seguros privados, la situación es especialmente perversa y muchos medicamentos innovadores están fuera del alcance de muchos usuarios a los que beneficiarían. Hay una ley que pondrá un tope a los copagos a partir del año 2025, pero aun así, muchos pacientes seguirán siendo incapaces de permitirse algunos nuevos tratamientos. El análisis de la situación actual muestra que un gran número de pacientes abandonan sus tratamientos cuando se enfrentan a copagos de 2.000 dólares o más. El resultado es que, en el país más rico del mundo, la diferencia en esperanza de vida y calidad de vida entre el segmento más rico de la población y el resto se está ampliando. Un ejemplo contundente son los resultados del Dr. Otis Brawley, profesor de oncología y epidemiología en la Universidad Johns Hopkins. Brawley ha visto que la tasa de mortalidad por cáncer para los estadounidenses con educación universitaria, un indicador de nivel socioeconómico, es de 90,9 por cada 100.000 al año. Para los que tienen estudios secundarios o primarios, la tasa anual de fallecimientos es de 247,3 por 100.000. En otras palabras, los enfermos se saltan el tratamiento, incluso el que puede salvarles la vida, cuando les cuesta demasiado de su bolsillo. Esto es una de las razones de que EEUU, el país con la economía más potente del mundo, no sea el país con más esperanza de vida del mundo. De hecho, pasó de ocupar el puesto 44 en 2019 al 53 en 2020.
La buena noticia es que tenemos más fármacos y mejores fármacos. Los medicamentos actuales van a la biología de la enfermedad y eso hace que sean más eficaces y tengan menos efectos secundarios. Un ejemplo pueden ser las nuevas medicinas para enfermedades como la psoriasis o la artritis reumatoide. La mala noticia es que los nuevos fármacos cada vez son más caros y pueden ser inalcanzables para muchos países y muchas personas. Desgraciadamente, la situación va a peor: investigadores del Hospital Brigham and Women’s de Massachusetts descubrieron que el precio medio de venta de un nuevo medicamento rondaba los 180.000 dólares en 2021, frente a los 2.100 dólares de media en 2008. Algunos médicos se debaten entre su responsabilidad de prescribir el mejor tratamiento y la preocupación por las cargas financieras que trasladan a los pacientes, que en Estados Unidos lleva a muchas personas a la bancarrota y perjudica el futuro de toda su familia.
Otro problema son las subidas injustificadas de algunos medicamentos. Un ejemplo es Revlimid, usado para el tratamiento del mieloma múltiple y la leucemia linfática crónica. Su precio es tres veces superior al que tenía cuando se introdujo por primera vez en 2005. Estos aumentos de precios de los medicamentos recetados crean problemas de asequibilidad para los pacientes y para los gobiernos. Un informe de ASPE (Assistant Secretary for Planning and Evaluation del Ministerio de Sanidad de EEUU) hizo un seguimiento de los cambios en los precios de los medicamentos entre 2016 y 2022. En los doce meses entre julio de 2021 y julio de 2022 hubo 1.216 medicamentos cuyos aumentos de precios superaron la tasa de inflación del 8,5% para ese período de tiempo. El aumento medio del precio de estos medicamentos fue del 31,6%. Algunos medicamentos en 2022 aumentaron su precio más de 20.000 dólares o un 500%. La Ley de Reducción de la Inflación de EEUU ordena que las empresas farmacéuticas paguen reembolsos a la seguridad social (Medicare) por los medicamentos cuyos aumentos de precios superen la inflación.
Fijar el precio de un fármaco para su venta al público en general es una tarea ardua. Un precio elevado puede ser problemático, ya que los médicos podrían no recetarlo porque el coste podría ser demasiado en comparación con el beneficio. Un precio demasiado bajo podría sugerir poco impacto, que el fármaco no destaca frente a sus rivales en el mercado. Los precios varían también entre países lo que indica que los costes de investigación y producción no son toda la explicación.
Precio de medicamentos en diferentes países | |||||
Fármaco | EEUU | Canadá | Reino Unidos | España | Países Bajos |
Etanercept | $2,225 | $1,646 | $1,117 | $1,386 | $1,509 |
Celecoxib | $225 | $51 | $112 | $164 | $112 |
Glatiramer | $3,903 | $1,400 | $862 | $1,191 | $1,190 |
Duloxetine | $194 | $110 | $46 | $71 | $52 |
Adalimumab | $2,246 | $1,950 | $1,102 | $1,498 | $1,498 |
Esomeprazole | $215 | $30 | $42 | $58 | $2 |
Tenemos que conseguir un equilibrio entre costes de investigación y aprobación, accesibilidad a nuevos tratamientos y control del gasto sanitario. Es un sistema frágil e imperfecto que nos pone ante algunas realidades incómodas: la salud es cara, las arcas de los gobiernos gastan más de lo que ingresan, la investigación es cara y queremos servicios completos y universales y pagar pocos impuestos (como dice mi hermano, cerdos grandes que pesen poco). A pesar de las tribulaciones y las dificultades no deberíamos olvidar que el sistema sanitario europeo es y queremos que siga siendo el mejor del mundo, pero la sensación es que los problemas y la fragilidad del sistema no paran de crecer.
Para leer más:
- Kolata G, Paris F (2023) The Medicine Is a Miracle, but Only if You Can Afford It. The New York Times 7 de febrero. https://www.nytimes.com/2023/02/07/health/medicine-insurance-payments.html
- Moon S, Mariat S, Kamae I, Pedersen HB (2020) Defining the concept of fair pricing for medicines. BMJ 368: l4726.
- https://pharmaoffer.com/blog/10-most-expensive-drugs-in-the-world/
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