Dormir bien es importante para el aprendizaje y el desarrollo de los niños. Cuando los pequeños no duermen lo suficiente, esto repercute en su estado de ánimo, su rendimiento escolar, su salud y su comportamiento. El impacto del sueño en la calidad de vida es algo que todos entendemos. En el caso de los niños con trastornos del neurodesarrollo como el trastorno del espectro del autismo (TEA) y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), una noche de sueño insuficiente puede tener repercusiones no sólo en la salud y bienestar del niño, sino también en la salud mental y los niveles de estrés de los padres.
Cada vez hay más pruebas de que dormir poco puede agravar las características del autismo, como las escasas habilidades sociales. Los niños que no duermen lo suficiente suelen tener comportamientos repetitivos más graves y más dificultades para hacer amigos que otras personas del espectro. También suelen obtener puntuaciones más bajas en los tests de inteligencia. Sin embargo, no está claro si estos problemas se derivan de la falta de sueño, contribuyen a ella o ambas cosas.
Hasta el 80% de los niños con TEA tienen problemas para dormir. Esto puede deberse a diversos motivos, como dificultades para relajarse o desconectar y niveles irregulares de melatonina. El sueño de las personas con autismo también puede ser menos reparador que el de la población general. Pasan alrededor del 15% de su tiempo de sueño en la fase de movimientos oculares rápidos (REM), que es fundamental para aprender y retener recuerdos. En cambio, la mayoría de las personas neurotípicas pasan alrededor del 23% de su descanso nocturno en la fase REM.
Entre las dificultades de comportamiento más comunes que señalan los padres se encuentran las disomnias (problemas para conciliar el sueño), las parasomnias (problemas como despertarse por la noche) y los despertares tempranos, antes de haber alcanzado una recuperación completa. Estos problemas tienden a persistir si no se tratan eficazmente.
Es probable que muchas personas autistas sufran alguno de estos trastornos del sueño en algún momento de su vida. Los motivos pueden ser:
- dificultad para calmarse, relajarse y dormirse.
- despertarse repetidamente durante la noche o tener dificultades para volver a dormirse después de despertarse para ir al baño.
- aumento de la ansiedad o incapacidad para relajarse, que provocan insomnio.
- problemas de identificación social, por los que no se establece la conexión entre el hecho de que otras personas de la casa se vayan a la cama y su propia necesidad de dormir.
- secreción irregular de la hormona del sueño melatonina, que regula los patrones de sueño, o ritmos circadianos atípicos (reloj corporal).
- trastornos neurológicos como la epilepsia.
- diferencias sensoriales, como una mayor sensibilidad a la luz azul de los teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles y otras pantallas, o sensibilidad a ciertos sonidos o al ruido blanco, que pueden molestar o distraer y mantenerle despierto
- problemas causados por alergias alimentarias, que podrían provocar problemas gastrointestinales y malestar, o una mayor sensibilidad a la cafeína u otros estimulantes, que pueden perturbar el sueño.
- Hipersomnia: dormir demasiado. El aumento del agotamiento podría estar causado por el estrés adicional que experimentan los autistas en situaciones sociales.
Las intervenciones conductuales son un primer paso importante en el tratamiento de los problemas de sueño de los niños. En particular, la investigación ha puesto de manifiesto que los problemas de sueño pueden tratarse eficazmente en niños autistas cuando las estrategias de sueño se adaptan a sus necesidades. Los padres pueden ayudar a sus hijos a dormir bien utilizando el enfoque universal de la preparación para el sueño y las estrategias conductuales del sueño. Esto incluye:
- establecer un horario regular para acostarse y levantarse.
- crear un entorno seguro y cómodo para dormir (fresco, tranquilo, oscuro, sin pantallas).
- seguir una rutina regular para acostarse que sea tranquila e induzca al sueño.
- evitar la cafeína, los dispositivos electrónicos y la excitación antes de acostarse.
- realizar actividad física durante el día, pero evitar el ejercicio una hora antes de acostarse.
¿Y si dormir bien sigue siendo difícil? ¿Qué puede ayudarle?
Llevar un diario del sueño pondrá de manifiesto cualquier patrón de sueño inusual e identificará los factores que pueden estar influyendo en su capacidad para dormir. Si utiliza otras estrategias para conciliar el sueño, podrá comprobar su eficacia. Los diarios de sueño también son útiles para mostrar a profesionales como médicos de cabecera o trabajadores sociales, para que tengan una idea más clara del impacto que los problemas de sueño están teniendo en su vida.
Establezca una rutina para acostarse
Intente establecer una rutina para acostarse que pueda seguir en distintos entornos, por ejemplo, si está de vacaciones o en casa de familiares y amigos.
Algunos estudios sugieren que la exposición a las luces brillantes de las pantallas (televisores, ordenadores, tabletas, teléfonos inteligentes, etc.) puede inhibir la producción de melatonina, la hormona del sueño. Por lo tanto, reduzca el tiempo que pasa frente a una pantalla antes de acostarse.
Hacer el dormitorio más confortable
Es posible que ciertos aspectos sensoriales de su dormitorio le distraigan y le dificulten relajarse y conciliar el sueño, así como permanecer dormido. El entorno y el ambiente también pueden influir. Puede ser útil:
- bloquear la luz con cortinas oscuras o persianas opacas.
- reducir el ruido con una alfombra gruesa, cerrando bien las puertas, apagando los electrodomésticos y alejando la cama de una pared en la que haya actividad al otro lado
- bloquee los ruidos utilizando tapones para los oídos o escuchando música con auriculares
- quita las etiquetas de la ropa de cama y de dormir, o prueba con ropa de cama y de dormir de otros materiales
- reduzca los olores que entran en la habitación cerrando completamente la puerta o utilizando aceites perfumados que le resulten relajantes
- elimine las distracciones, como los aparatos electrónicos cerca de la cama y los cuadros en la pared (a menos que le resulten relajantes), y considere la posibilidad de cambiar el color de las paredes
- utilice técnicas de relajación como baños, masajes, momentos de tranquilidad o ejercicios suaves como el yoga, que le ayuden a relajarse antes de acostarse.
- Dieta. Si la sensibilidad alimentaria o las molestias estomacales afectan al sueño, acuda a su médico de cabecera o a un dietista. También le sugerimos que visite a un dietista antes de introducir cambios importantes en su dieta para comprobar que sigue siendo equilibrada. Limite la cafeína y otros estimulantes, especialmente cerca de la hora de acostarse.
Además de practicar hábitos de sueño saludables y establecer una rutina a la hora de acostarse, los padres pueden probar distintas estrategias que podrían ayudar a su hijo. Entre ellas se incluyen:
El método de la comprobación
Esta estrategia puede ser útil cuando los niños necesitan a uno de sus padres en la habitación para dormirse o les cuesta quedarse en su dormitorio. Acueste a su hijo pero prométale que volverá para ver cómo está. Visítale a intervalos regulares durante la noche para ver cómo está y tranquilizarle. Prolongue gradualmente los intervalos. Los controles deben ser aburridos y breves (alrededor de un minuto).
Dormir gradualmente a la hora de acostarse
Esta estrategia puede ser útil cuando los niños no consiguen dormirse a la hora deseada.
- Ajuste temporalmente la hora de acostarse al momento en que su hijo se duerme de forma natural.
- Adelante gradualmente la hora de acostarse en incrementos de 15 minutos cada pocos días hasta alcanzar la hora deseada.
Entrenamiento en relajación
Estas estrategias pueden ser útiles cuando los niños están ansiosos a la hora de acostarse o tienen dificultades para conciliar el sueño.
- Enseñe a su hijo relajación muscular progresiva. Anime a su hijo a tumbarse con los ojos cerrados y a tensar y relajar todos los músculos del cuerpo, uno tras otro.
- Enséñele a controlar la respiración. Ayúdele a aprender a inspirar larga y lentamente por la nariz y a espirar por la boca.
- Anima a tu hijo a escribir o dibujar las cosas que le preocupan durante el día y a guardarlas en la «caja de las preocupaciones».
Para leer más:
Una respuesta a «Dormir con TEA o TDAH»
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