Autor: Charles de la Fosse
Título: Acis y Galatea (#P02251)
Cronología: 1699 – 1704
Óleo sobre lámina de cobre (104 cm x 90 cm)
Escuela francesa
La obra recoge el momento de clímax de la leyenda de Acis, Galatea y Polifemo tal como la describe Ovidio en el libro XIII de su “Metamorfosis”: el cíclope Polifemo ve a su amada Galatea, cuyo nombre significa blanca como la leche, en los brazos de Acis, un pastor siciliano. Inmediatamente después, la tragedia se desata, Polifemo, celoso y lleno de ira, lanza una piedra gigante desde la distancia aplastando a Acis. Galatea entonces transforma la sangre de Acis en un río que aún lleva su nombre en Sicilia, explicando cómo muchos manantiales surgen debajo de una roca. Según Ateneo, la historia fue pensada originalmente como una sátira política contra el tirano Dionisio I de Siracusa, cuya principal concubina se llamaba también Galatea, un nombre ya usado por Homero para una nereida. El gigante Polifemo y la nereida Galatea aparecen previamente en el ditirambo “Cíclope o Galatea”, una obra del poeta Filóxeno de Citera (siglos V-IV a.C. ) y en dos poemas escritos en torno al año 275 a. C. por el poeta griego de Sicilia Teócrito, quien también escribió sobre aquel amor desdichado.
La escena recogida en el cuadro de La Fosse se desarrolla en un paisaje boscoso y umbrío, junto a un torrente. Acis tiene a Galatea entre sus brazos, quien, desnuda de medio cuerpo para arriba, se apoya en él. Un cuadro del siglo I, recuperado de la villa imperial de Boscotrescase, preservado por la erupción del Vesubio y ahora en el Museo Metropolitano de Nueva York muestra a los tres personajes en un paisaje con un edificio, un barco, rocas y muchas cabras. La obra de La Fosse tiene una magnífica concepción estilística y los dos jóvenes están pintados con corrección y buen gusto. La factura, las formas y la variedad tonal, de tradición rubeniana, otorgan a la pintura un carácter moderno. La Fosse pintó el mismo asunto tres veces según los documentos conservados y expuso dos de ellas en los Salones de 1699 y 1704 respectivamente, pudiendo ser esta obra del Museo del Prado una de las exhibidas entonces.
Charles de La Fosse (1636 – 1716), nació en París y dejó Francia a los 26 años pasando dos años en Roma y tres en Venecia, donde estudió en detalle la obra de Veronese cuya influencia es patente en varias obras como el “Encuentro de Moisés” o el “Rapto de Proserpina”, las dos en el Louvre. La Fosse participó en el gran cambio en el estilo pictórico que se produjo en el reinado de Luis XIV, mutando del clasicismo al rococó, un cambio en el paradigma pictórico conducido bajo la dirección de Le Brun de quien La Fosse fue uno de los discípulos más aventajados y menos serviles. También visitó Londres dos veces, quedándose en la segunda ocasión durante dos años. El rey Guillermo III intentó que se instalara definitivamente en Inglaterra ofreciéndole la decoración de Hampton Court pero la muerte de Le Brun le abrió el encargo de la cúpula de Los Inválidos y volvió a París. Pasó sus últimos años encargándose de la decoración de edificios públicos y mansiones privadas, en particular la de Crozat, bajo cuyo techo murió el 13 de diciembre de 1716.
La ciclopía es un tipo raro de holoprosencefalia, un amplio grupo de malformaciones del cráneo y la cara debidas a un desarrollo embrionario anómalo del encéfalo. El prosencéfalo, la vesícula frontal del encéfalo en desarrollo, sufre un problema y no hace lo que hace normalmente, que es inducir la separación de las órbitas oculares en dos cavidades independientes. Como resultado se produce un defecto de nacimiento donde solo se desarrolla un ojo. Este ojo tiene una posición central en el área que normalmente ocupa el inicio de la nariz, lo que a menudo genera que no exista nariz o se forme un apéndice tubular no funcional que se denomina probóscide situado por encima del ojo. Las ciclopías son letales, los bebés afectados mueren al poco de nacer y se observan malformaciones en paralelo del cráneo, la cara y el encéfalo. Las ideas sobre personas con un solo ojo aparecen en múltiples culturas de todas las épocas y es muy probable que el origen de estas leyendas fuera la observación de niños o animales ciclópicos.
La referencia más antigua de una ciclopía se encuentra en un grupo de tabletas babilónicas conservadas en el British Museum donde se cuenta la historia de un monstruo de un solo ojo que trajo innumerables desgracias al país. Unos siglos más tarde está muy difundida la historia de los Arimaspi, un pueblo de cíclopes que vivían supuestamente en las montañas de Altai, de los que hablan Herodoto, Plinio, Esquilo, San Agustín y Milton y de los que se cuenta que acumulan grandes tesoros del oro que robaban a los grifos, otros seres mitológicos con cuerpo de león y alas de águila.
La historia de cíclopes más conocida por nosotros nos llega a través de la Odisea, el maravilloso relato de Homero. La Odisea es una obra épica compuesta por 12.110 hexámetros inspirados en la leyenda de la guerra de Troya donde se narran las peripecias y aventuras del griego Odiseo (o Ulises) en su viaje de regreso a Ítaca, su reino. El Canto IX constituye una de las más sugerentes aventuras del viaje mítico del héroe y narra el encuentro de Ulises con el cíclope Polifemo, hijo de Poseidón y de la ninfa Toosa, un ser salvaje, antropófago y gigantesco con un solo ojo en medio de la frente que habitaba en una gruta de una isla junto con otros cíclopes desconocedores de la civilización y dedicados al pastoreo. La talla de los demás cíclopes era normal pero Polifemo era un gigante y vivía en una cueva separada de los demás. Curiosamente, cuando no había tratamientos eficaces, a veces los hijos de una madre diabética podían presentar ciclopía y macrosomia (desarrollo o tamaño excesivo del cuerpo) por lo que alguno de estos casos podría haber llegado al conocimiento de Homero y haberle dado pistas para el desarrollo del personaje de Polifemo. Esta historia de la Odisea se cuenta más humorísticamente en el único drama satírico conservado de Eurípides, titulado “El Cíclope”, en el que se atribuye al monstruo una tendencia homosexual, así que mientras en la Odisea Polifemo se come a los compañeros de Odiseo, el interés era menos gastronómico en la versión de Eurípides.
Entre los mitos de la Antigüedad y la descripción científica de las malformaciones hay una época intermedia donde proliferan los gabinetes de curiosidades, el interés por los monstruos y los seres deformes y algunos libros que combinan un interés protocientífico con el morbo. Así, en la obra “Margarita Philosophica” de Reisch, publicada en 1508 se representa un cíclope con una nariz normal mientras que en De “Monstrorum Caussis”, de Licetus 1634, se recogen tres imágenes de un niño cíclope. En los “Records of the Colony and Plantation of New Haven from 1638 to 1648”, se relata la historia de un cerdo cíclope nacido en 1641. Hay más casos conocidos de ciclopía en esta especie pero es lógico que un suceso tan excepcional asombrara a los ciudadanos de aquella colonia inglesa. Se dice que “no tenía más que un ojo en medio de la cara” y que “una cosa de carne le crecía hacia delante y le colgaba hacia abajo… como el instrumento de generación de un hombre”. El nacimiento del cerdo ciclópico terminó mal: un tal George Spencer, un criado tuerto con una catarata en su ojo malo, fue acusado y condenado de “hechizo innatural y una suciedad abominable”. Es decir, era bastante cerdo en su aseo personal y tenía también un solo ojo, con lo que la conexión con aquel gorrino satánico era innegable. Spencer fue ejecutado.
A lo largo del siglo XIX hay un gran interés por la Teratología, el estudio de los monstruos, en una mezcla entre la fascinación por los seres anormales y un primer intento de entender la biología del desarrollo. Etienne Geoffroy Saint-Hilaire y su hijo Isidore Geoffroy Saint-Hilaire estudian, describen y clasifican los tipos de ciclopías. La mayoría de los casos de cíclope, se conocen como es lógico entre los seres humanos o en los animales domésticos pero recientemente se ha han visto casos más excepcionales como el encuentro de un feto cíclope y albino de tiburón tras pescar a su madre en el Golfo de California (México). Para que nos hagamos una idea de los casos de ciclopía registrados en el siglo XIX se pueden comparar las tablas presentadas por Hannover (1884) con 368 casos y los 184 recogidos por Taruffi en 1891).
Hannover 1884 | Taruffi 1891 | |
Humanos | 103 | 61 |
Terneros | 30 | 10 |
Corderos | 51 | 28 |
Cerdos | 130 | 47 |
Perros | 22 | 11 |
Gatos | 12 | 7 |
Potros | 10 | 12 |
Cabritos | 9 | 7 |
Conejos | 3 | — |
Ciervos | 1 | — |
Asnos | — | 1 |
Total | 368 | 184 |
A finales del siglo XIX, se empiezan a estudiar las ciclopías en el laboratorio viendo la posibilidad de que distintos tratamientos sobre el embrión como la refrigeración, la electricidad, las corrientes magnéticas o diferentes sustancias químicas puedan convertir al animal de experimentación en un cíclope. En la actualidad se piensa que los cíclopes surgen por problemas genéticos o por el efecto de tóxicos que afectan al desarrollo embrionario. Uno de éstos es el alcohol etílico y también la ciclopamina (11-deoxojervina), que se encuentra en la planta Veratrum californicum. Algunos animales la comen al pastar y algunas humanas también, porque la confunden con el heléboro que es un remedio natural para los vómitos, los calambres y los desajustes circulatorios, tres problemas comunes en las mujeres embarazadas.
El paso de un único dominio morfogénético, el campo ocular, a dos dominios simétricos que darán lugar a las órbitas oculares es un proceso complejo en el que intervienen, entre otros, numerosos factores de transcripción como otx2, pax6, rx3, six3 y zic2. La ausencia de rx3, por ejemplo, causa anoftalmia, la ausencia de ojos, mientras que las mutaciones de six3 o zic2 causan ciclopía en humanos.
Finalmente una nota curiosa sobre otro tipo de “Cíclope”. Cuatro barcos británicos fueron bautizados como HMS Cyclops y dos americanos como USS Cyclops. Uno de estos últimos, botados en 1910 e incorporado a la Armada estadounidense en 1917, para el esfuerzo bélico de la I Guerra Mundial como barco carbonero desapareció en el Triángulo de las Bermudas en 1918 con 308 hombres a bordo y sin que se encontrase jamás ningún resto del posible naufragio. Se investigó sin encontrar pistas durante diez años y continúa siendo el mayor barco de la Armada norteamericana perdido en el mar sin dejar ningún rastro y causante del mayor número de bajas fuera de zonas de guerra.
Para leer más:
- Cohen MM Jr (2010) Holoprosencephaly: A mythologic and teratologic distillate. Am J Med Genet C Semin Med Genet 154C(1): 8-12.
- Cohen MM Jr (2010) Six cyclopic ships with the death of one of them. J Craniofac Surg 21(5):1327-1329.
- Reisch G (1508) Margarita Philosophica. J. Schottus, Basilea
- Saint-Hilaire IG (1832) Histoire Générale et particulière des Anomalies de l’Organisation chez l’Homme et les Animaux. J.B. Baillière et fils, París.
- Santos-Ledo A, Cavodeassi F, Carreño H, Aijón J, Arévalo R (2013) Ethanol alters gene expression and cell organization during optic vesicle evagination. Neuroscience 250: 493-506.