Vi a un muchacho que corría a la orilla de un río. Corría siguiendo la dirección de las aguas, y tropezaba frecuentemente con los chopos.
– A dónde vas -me atreví a preguntarle viéndole tan angustiado.
Y él, con la voz entrecortada por el llanto, me respondió:
– En busca de mi reflejo, que se lo lleva el río.
Rafael Pérez Estrada