¿Se acuerda la primera vez que vio un correo electrónico? Yo estaba en Alemania y aquel norteamericano con el compartía la casa de huéspedes de la Universidad de Frankfurt me dijo que aquello que escribía lo recibía inmediatamente su mujer en un ordenador que tenía en la cocina de su granja en Kansas. Yo le miraba asombrado. Cuando le pregunté lo que costaba y me dijo que era gratuito entonces estuve seguro, me estaba tomando el pelo ¿Y la primera vez que le mostraron un teléfono móvil? El que yo ví era una maleta que pesaba quince kilos y cuyas llamadas costaban lo que el recibo mensual de una adolescente. ¿Y una impresora? La primera que me enseñaron era como una máquina de escribir gigantesca sin teclas, tardaba varios minutos por folio y costaba en torno a 3.000 euros. No pretendo presumir de viejo sino recordar cómo, en pocos años, nuevas tecnologías han entrado en nuestras vidas de una manera profunda, consistente, discreta y sorprendente.
Es divertido soñar con qué nos deparará el futuro. Mi primera apuesta son los monitores de salud portátiles. El teléfono que llevo en el bolsillo pronto empezará a llevar un registro de cuánto ando, cuánto como, cuánto duermo, cuál es mi presión arterial o mi nivel de azúcar en sangre. Distinguirá mis horas de sueño y de vigilia, si tengo fiebre o si tengo alterado el latido cardíaco. Me avisará de la medicación que debo tomar con una pequeña alarma, ajustándome las dosis en función de mi mejoría y las instrucciones del doctor. La báscula hablará con ese miniordenador y le mandará los datos cada vez que me pese. Todo eso estará accesible para mi médico, que tendrá una historia clínica como ahora ni siquiera soñamos. Las consultas médicas serán on-line y accesibles 365 días las 24 horas. Los diagnósticos serán más certeros de lo que lo han sido nunca, aprovechando los últimos conocimientos sobre la salud descubiertos en los mejores laboratorios del mundo que, por cierto, estarán en China. Nuestro cuerpo se irá llenando de pequeños implantes. Nos pondrán uno al nacer para evitar que nos perdamos como el microchip que lleva mi perro. Le complementarán con nuevo software que nos hará analíticas regularmente vigilando nuestra nutrición y nuestro crecimiento. Nuestro médico dispondrá también de una relación completa de nuestros genes, con un estudio detallado de las fortalezas y debilidades que nos señala nuestra herencia. Las medicaciones serán individualizadas, ajustadas a todas nuestras características personales, hábitos, enfermedades previas, etc. Tendremos implantes cibernéticos que corregirán las deficiencias de nuestro cuerpo. Los ciegos llevarán microcámaras implantadas en el globo ocular. Los lesionados medulares tendrán estimuladores que les permitirán recuperar las funciones motoras y sexuales. ¿Le parece ciencia-ficción? Todos son cosas que ya se están haciendo, de forma experimental, el día que usted lee esta columna. Pronto estarán al alcance de todos.