Madonna de las flores vespertinas

Estuve trabajando todo el día,
ahora estoy cansado.
Te llamo ¿dónde estás?
Pero es solo el roble susurrando en el viento.
La casa está en silencio,
el sol brilla sobre tus libros,
sobre tus tijeras y el dedal que acabas de dejar,
pero tú no estás ahí.
De repente estoy solo.
¿Dónde estás?
Voy a buscarte.

De pronto te veo
debajo de la enramada celeste de espuelas de caballero,
con una cesta de rosas en tu brazo.
Estás fresca como la plata,
y sonríes.
Pienso que las campanas de Canterbury
están tocando suaves tañidos.

Me dices que las peonías necesitan regarse,
que las aquileñas han invadido todos los bordes,
que la Pyrus japónica debería ser podada y redondeada.
Me dices estas cosas.
Pero yo te miro, corazón de plata,
corazón en llamas de bruñida plata,
ardiendo bajo las agujas azules de las espuelas de caballero.
Y deseo postrarme de inmediato a tus pies,
mientras a nuestro alrededor repican los fuertes
y dulces Te Deums
de las campanas de Canterbury.

Madonna of the Evening Flowers

All day long I have been working,
Now I am tired.
I call: “Where are you?”
But there is only the oak tree rustling in the wind.
The house is very quiet,
The sun shines in on your books,
On your scissors and thimble just put down,
But you are not there.
Suddenly I am lonely:
Where are you?
I go about searching.

Then I see you,
Standing under a spire of pale blue larkspur,
With a basket of roses on your arm.
You are cool, like silver,
And you smile.
I think the Canterbury bells are playing little tunes.

You tell me that the peonies need spraying,
That the columbines have overrun all bounds,
That the pyrus japonica should be cut back and rounded.
You tell me these things.
But I look at you, heart of silver,
White heart-flame of polished silver,
Burning beneath the blue steeples of the larkspur.
And I long to kneel instantly at your feet,
While all about us peal the loud, sweet `Te Deums’ of the Canterbury bells.

Amy Lowell

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