Células madre en el 2011

INNOVADORES_1_La revista Technology Review del MIT publica cada fin de año una lista de cuáles considera que son las innovaciones que más impacto tendrán el próximo año, lo que denominan tecnologías emergentes. En mi ámbito, el de la Biomedicina, los dos grandes desarrollos para el 2011 serán incorporar la electrónica al seguimiento de la salud y la enfermedad, con sensores que monitorizarán continuamente el estado de nuestro organismo y sus procesos, y el desarrollo de terapias basadas en células madre.  El avance más potente son las llamadas células pluripotentes inducidas (“iPS cells”). Son células adultas a las que se han incorporado cuatro genes “diseñados”. Con ese cambio tan pequeño, las células iPS  modifican su comportamiento y adoptan dos características fundamentales de las células madre embrionarias: se dividen un número  prácticamente ilimitado de veces, con lo que podemos tener todas las células que queramos y  son capaces de diferenciarse, transformarse en cualquier tipo celular, por lo que podemos actuar, teóricamente, sobre cualquier grupo de células dañadas. Eso incluye las células del páncreas en la diabetes, las células del miocardio en un infarto, las células de cartílago en una articulación degenerada o las neuronas en un enfermo de Parkinson o Alzheimer. Además, puesto que no provienen de embriones humanos, se evita la controversia ética y la limitación material asociada a disponer de una fuente de células finita.

Junto a esto, el potencial de las células iPS es todavía mayor porque nos abren una ventana nueva sobre el cuerpo humano, tanto en momentos de salud como de enfermedad. Podremos ver cómo progresa una enfermedad o qué rutas moleculares están funcionando de manera descontrolada.

A corto plazo, las células iPS pueden revolucionar los métodos para valorar la toxicidad de un medicamento. Acelerar la identificación de un problema de este tipo puede ahorrar miles de millones de euros y muchos meses de esfuerzo, detectando un riesgo antes de hacer un ensayo clínico en personas. Las células iPS se pueden derivar de personas con distintos perfiles genéticos, de distintos grupos étnicos, con distintas enfermedades hereditarias o adquiridas. Se ha hecho con esclerosis lateral amiotrófica, síndrome de Down o atrofia muscular espinal. Todavía no estamos seguros de hasta qué punto estas células son modelos aceptables de cada trastorno, pero los primeros resultados son prometedores. Si es así, podremos entender cada enfermedad y buscar medicamentos eficaces trabajando con rapidez, seguridad y bajos costes. Según James Thomson, uno de los investigadores pioneros sobre células madre, “estas células serán usadas en modos creativos que ahora no somos capaces ni siquiera de imaginar”. 

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

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