“Los dioses nos envidian porque somos mortales”
Hay un poema de Philip Larkin que empieza así “No estar aquí. No estar en ninguna parte, y pronto: nada más terrible, nada más cierto” En Japón, existe un proverbio que dice que la muerte es grande como una montaña y tenue como un cabello. Distintas culturas, distintas creencias, distintas ideologías afrontan la muerte de distinta manera. Siendo inevitable, su llegada antes o después es una de las pocas certezas de la vida, pero avanzamos en nuestra existencia como si esa certidumbre no existiera, como si la muerte fuese invisible o temiésemos convocarla si la nombramos. Intentamos no pensar en ella pero poco a poco, con la pérdida de seres queridos, con el deterioro físico que acarrean las décadas, en los momentos de depresión o tristeza, sentimos su presencia, o quizá mejor tantas ausencias a ella debidas.
Y sin embargo, algo ha cambiado en los últimos años. Como en esas novelas de ciencia-ficción donde un cerebro descargaba su información en algún tipo de soporte artificial, parte de nuestra vida, fotos, mensajes, nos sobrevivirán mucho más allá de la muerte. Algunas veces no somos conscientes de la cantidad de información nuestra, falsa o veraz, que ya acumula la Red. Una información que probablemente nos sobrevivirá (¿por milenios, quizá?) y que saltará las barreras de la vida. Puesto que en la Red surgen soluciones incluso cuando no hay problemas, distintos proveedores nos ofrecen ya algunos servicios para afrontar la separación entre nuestro Yo físico, biológico y nuestro Yo virtual, cibernético. Aquí están algunos:
My last email. Este servidor te permite dejar cartas, fotos, o mensajes de vídeo para enviarlos, tras tu fallecimiento a familia y amigos, así como escribir tu propio obituario. Un auténtico mensaje del Más Allá, redactado en el Más Acá.
Deathswitch. Este otro servicio está pensado para aquellos que han guardado en vida algo, quizá un secreto, que quieren revelar una vez muertos. Deathswitch es un sistema automático que te solicita una contraseña de forma regular. Si repetidas veces dejas de responder, el servidor asume que has fallecido y envía mensajes elaborados por ti a las direcciones que hayas dejado preparadas y seleccionadas.
Legacy Locker. En este caso se trata más de tener un albacea electrónico. El portal guarda una lista de nombres de usuario y contraseñas de todas tus cuentas (correo, bancos,..) así como las redes sociales a las que perteneces. Una vez que tu muerte ha sido verificada por Legacy Locker, la lista se manda por correo a un heredero designado por ti. El podrá cancerlar tus cuentas, enviar mensajes o disfrutar lo que tú le hayas dejado.
Seppukoo El sepuku es un suicidio ritual japonés, usado en época de guerra para evitar la vergüenza de ser capturado vivo o para pedir perdón por un grave error. Seppukoo.com te permite cometer el suicidio del Tercer Milenio; es decir, borra tu cuenta de Facebook.
Slightly morbid Este servicio permite organizar todos tus contactos on-line para que alguien de tu confianza pueda contactarlos en caso de tu óbito e informarles de las malas nuevas. En un mundo con cada vez más contactos personales y más soledad, asume el triste papel de ser el que amigo leal que avisa a otros de tu pérdida.
Anquises, en la Eneida pide manos llenas de lirios (Manibus date lilia plenis) para honrar la tumba del desdichado Marcelo. Parece más hermoso que una entrada-esquela en un blog y una lista de distribución de correo electrónico post-mortem. Pero es que, quizá, vivimos en una época de escasa belleza.
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