Nissan, uno de los grandes fabricantes de automóviles del mundo ha publicitado su nuevo coche eléctrico, el Leaf, en un anuncio que utiliza como protagonista a un oso polar. El tema que subyace detrás del anuncio es el cambio climático, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la Humanidad.
El anuncio sigue al oso polar desde un Ártico en deshielo a través de bosques, carreteras y suburbios hasta llegar a la ciudad. Allí da un cariñoso abrazo al propietario de un coche eléctrico. presumiblemente para agradecer su sensibilidad medioambiental.
En los Estados Unidos, que es donde se mostró el anuncio en un intermedio de un partido de la NFL (la liga nacional de fútbol americano) y donde el Leaf (“hoja”) saldrá a la venta este otoño, ha suscitado fuertes críticas y se le ha definido como “indignantemente manipulador”, “tan sutil como un martillazo en la cara” y “hubrístico”. Me hizo recordar ese término, “hubris”, una palabra excepcional sobre la que tuve una conversación maravillosa con Antonio López Eire, antes de que nos dejara para siempre, aunque siga en los corazones de los que le queríamos y le queremos.
El gran problema en la lucha contra el cambio climático es que implicaría cambiar nuestra forma de vida y no queremos hacerlo. No sabemos imaginar un presente sin combustibles fósiles, sin millones de automóviles ni viajes en avión baratos, sin calefacciones ni dietas ricas en carne (el ganado es uno de los grandes productores de gases invernadero). Y sin embargo, a pesar de las presiones y tergiversaciones de los negacionistas, ningún científico sensato tiene dudas de que es un proceso real, que está sucediendo, que cambiará nuestro planeta en el trascurso de nuestras vidas y que a no ser que nos encarguemos de él, él se encargará de nosotros.
Un coche eléctrico es una mejor solución que un coche movido por un motor de explosión, pero en su producción también se requiere un gasto inmenso de energía. Hay quien confía en un milagro de la Ciencia, un sistema para secuestrar CO2 o enterrarlo en minas o sumergirlo en el océano (como hemos hecho con nuestras peores basuras, el combustible nuclear gastado) pero el verdadero milagro, que fuéramos capaces de optar por un crecimiento sostenible, respetuoso con el único planeta que conocemos capaz de ser un hogar para los humanos, ése nadie cree que sea posible. ¿Por qué será?
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