No te metas el dedo en la nariz

El epitelio olfativo tiene unas características únicas. Presenta auténticas neuronas expuestas directamente al medio externo y que mandan sus axones al encéfalo donde sinaptan en el bulbo olfativo. Son neuronas vulnerables de una manera inusual a virus y bacterias. Es, por tanto, una vía directa entre el exterior del cuerpo y el interior del encéfalo, fácilmente accesible y sin la protección de la barrera hematoencefálica o las meninges, aunque hay células gliales especializadas que parecen tener una función protectora.

A través de esta vía, la bacteria Chlamydia pneumoniae puede viajar directamente desde el epitelio olfativo de la nariz hasta el cerebro. En ratones, se ha demostrado que después de la inoculación intranasal la bacteria llega al sistema nervioso central y puede infectar los nervios olfatorio y trigémino, el bulbo olfatorio y el resto del cerebro en 72 h.

Chlamydia pneumoniae es un patógeno respiratorio gramnegativo, responsable de entre el 5 y el 20% de las neumonías adquiridas. Esta bacteria infecta principalmente las mucosas pulmonar y nasal, pero en los últimos años se ha relacionado con enfermedades fuera de las vías respiratorias, como la aterosclerosis/enfermedad coronaria, el asma, la artritis inflamatoria, la esclerosis múltiple y, en particular, la enfermedad de Alzheimer.

Una vez en el cerebro, la infección por C. pneumoniae provoca la desregulación de las neuronas y un factor clave es la producción de acúmulos de beta amiloide. La proteína beta amiloide (Aß) se produce naturalmente en el cuerpo y es eliminada mientras dormimos, pero en personas con Alzheimer, se acumula en el cerebro, causa daño a las neuronas y forma unos acúmulos llamados placas seniles, que son una de las características distintivas de la enfermedad de Alzheimer. La acumulación de Aß puede interferir con la comunicación entre las células cerebrales y causar inflamación. Además, la proteína beta amiloide puede formar agregados tóxicos llamados oligómeros, que se cree que son particularmente dañinos para las células nerviosas. Algunas líneas de investigación para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer se basan en reducir la producción o acumulación de Aß en el cerebro.

A finales de la década de 1990, se demostró que el 90% de los cerebros de pacientes fallecidos tras sufrir un alzhéimer contenían ADN de C. pneumoniae, en comparación con sólo el 5% de los cerebros de control emparejados por edad. En un estudio más reciente (Gerard et al., 2006), se encontró ADN de C. pneumoniae en el 80% de los cerebros de pacientes de alzhéimer, en comparación con el 11% de los controles. La presencia de C. pneumoniae en cerebros de pacientes con demencia de inicio tardío también se ha demostrado mediante inmunohistoquímica, y se vieron antígenos de C. pneumoniae cerca de las características clásicas de la patología de la demencia de inicio tardío: placas seniles, depósitos de Aβ y células con ovillos neurofibrilares en la corteza cerebral y el hipocampo. Actualmente se sabe que el Aβ actúa como péptido antimicrobiano, es liberado por las células neuronales en respuesta a agentes infecciosos, por lo que no es de extrañar que la presencia de bacterias en el cerebro pueda dar lugar al depósito de Aβ.

Las lesiones experimentales del epitelio nasal de los ratones aumentan el riesgo de invasión bacteriana del nervio y el bulbo olfatorios por bacterias. Sin embargo, es probable que la mayoría de los microbios sean eliminados por la glía fagocítica, las células envolventes olfatorias y las células de Schwann del trigémino, en caso de que penetren en el epitelio y lleguen a los nervios. La capa de glía limítrofe entre los nervios periféricos y el cerebro, poblada por astrocitos, constituye otra barrera inmunológica contra la infección del SNC.

La infección por C. pneumoniae modula la expresión de genes relacionados con la enfermedad de Alzheimer. Curiosamente, también se detectan acumulaciones de beta amiloide adyacentes a las inclusiones de C. pneumoniae en el sistema olfativo. En experimentos in vitro, las células de C. pneumoniae se localizan en el nervio olfativo y la glía del SNC. En resumen, los nervios que se sitúan entre la cavidad nasal y el cerebro constituyen vías de invasión por las que C. pneumoniae puede invadir rápidamente el SNC, probablemente sobrevive en la glía y da lugar al depósito de la proteína beta amiloide, que aparentemente puede causar un alzhéimer.

Un grupo de investigadores de la Universidad Griffith afirma que proteger el revestimiento de la nariz no hurgándose ni depilándose los pelos nasales puede ayudar a reducir los riesgos de Alzheimer. El estudio, publicado en la revista Scientific Reports, demostró que Chlamydia pneumoniae utiliza el nervio olfativo que se extiende entre la cavidad nasal y el cerebro como vía de invasión para llegar al sistema nervioso central. El estudio se ha hecho en ratones, pero las pruebas son potencialmente preocupantes para los humanos y el grupo de investigación pretende demostrar que la misma vía y el mismo mecanismo existen en los seres humanos.

Las funciones del vello nasal incluyen mantener un grado de humedad y filtrar partículas extrañas entre las que pueden encontrase elementos infecciosos. El aumento de la densidad del vello nasal disminuye el desarrollo de asma en quienes padecen rinitis estacional, posiblemente debido a una mayor capacidad del vello de las fosas nasales para filtrar el polen y otros alérgenos. El vello nasal es diferente del revestimiento ciliar de los epitelios respiratorios. Estos cilios son estructuras de base microtubular que se encuentran en las vías respiratorias y participan en la depuración del aire inspirado.

La lesión del epitelio nasal aumenta la infección del nervio y el bulbo olfatorios por otros microbios como Burkholderia pseudomallei y permite la entrada de Staphylococcus aureus, que normalmente no invade los nervios craneales, en el bulbo olfatorio. Por lo tanto, la lesión del epitelio puede provocar un aumento de la invasión cerebral por C. pneumoniae. La lesión epitelial provoca un aumento de la carga de C. pneumoniae en la mucosa olfatoria (que contiene los fascículos del nervio olfatorio), el bulbo olfatorio y el nervio trigémino. En cambio, la lesión no alteró la invasión de C. pneumoniae en el cerebro al cabo de 7 días. Parece importante limitar el riesgo de acceso de la bacteria al epitelio olfativo y una estrategia básica es proteger el sistema de filtrado. «Hurgarse la nariz y arrancarse los pelos no es una buena idea», afirma el prof. James St. John, uno de los autores del estudio.

La disfunción olfativa en la enfermedad de Alzheimer se describió ya en 1974 por Waldton. Tras cincuenta años de investigación, se conocen mejor los mecanismos y celulares y se vio que la disfunción olfativa era posiblemente uno de los primeros síntomas clínicos de del alzhéimer. Además, la patología típica de la EA afecta primero a la corteza entorrinal, una zona clave en el sistema olfatorio. A continuación, la enfermedad se extiende gradualmente a todo el cerebro y acaba afectando a toda la corteza cerebral.

Un estudio publicado en 2022 por Pacyna y su grupo muestra que una rápida disminución del sentido del olfato de una persona durante un periodo de cognición normal predice múltiples características de la enfermedad de Alzheimer, entre ellas un menor volumen de materia gris en las áreas del cerebro relacionadas con el olfato y la memoria, una peor cognición y un mayor riesgo de demencia en estos adultos mayores. De hecho, «el riesgo asociado a la pérdida del sentido del olfato era similar al de ser portador del gen APOE-e4, un conocido factor genético de riesgo de desarrollar Alzheimer». La combinación de pruebas de la función olfativa con métodos de diagnóstico convencionales podría ayudar a mejorar la sensibilidad y especificidad del diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer, facilitando así el reconocimiento y el diagnóstico precoz.

 

Para leer más:

  • Chacko A, Delbaz A, Walkden H, Basu S, Armitage CW, Eindorf T, Trim LK, Miller E, West NP, St John JA, Beagley KW, Ekberg JAK (2022) Chlamydia pneumoniae can infect the central nervous system via the olfactory and trigeminal nerves and contributes to Alzheimer’s disease risk. Sci Rep 12(1): 2759.
  • Gerard HC, Dreses-Werringloer U, Wildt KS, Deka S, Oszust C, Balin BJ, Frey WH 2nd, Bordayo EZ, Whittum-Hudson JA, Hudson AP (2006) Chlamydophila (Chlamydia) pneumoniae in the Alzheimer’s brain. FEMS Immunol. Med. Microbiol 48: 355–366.
  • Pacyna RR, Han SD, Wroblewski KE, McClintock MK, Pinto JM (2022) Rapid olfactory decline during aging predicts dementia and GMV loss in AD brain regions. Alzheimers Dement  doi: 10.1002/alz.12717.
  • Waldton S (1974) Clinical observations of impaired cranial nerve function in senile dementia. Acta Psychiatr Scand 50(5): 539–547.
  • Nota de prensa de la Universidad Griffith (2022) Nose Picking Could Increase Risk for Alzheimer’s and Dementia. https://neurosciencenews.com/olfaction-nose-alzheimers-21742/

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


2 respuestas a «No te metas el dedo en la nariz»

  1. Avatar de Rafael Antonio Cedeño S.
    Rafael Antonio Cedeño S.

    Y como disminuir los riesgos? algún tipo de TapaBocas o TapaFosasnasales? o ya say una lista de olorea a evitar?

    1. Avatar de José R. Alonso

      La forma más fácil de disminuir los riesgos parece ser no dañar el epitelio olfatorio, no meternos dedos ni nada en la nariz.

Muchas gracias por comentar


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