Dolor y autismo

El dolor es una sensación compleja mediada tanto por el sistema nervioso periférico como por el central. En el sistema nervioso periférico, las señales de dolor son generadas por fibras nerviosas llamadas nociceptores que responden a estímulos nocivos. Estas señales se transmiten al cerebro a través de la médula espinal, donde se procesan e interpretan como dolor. En el sistema nervioso central, las señales de dolor se procesan en varias zonas del cerebro, como el tálamo, el córtex cingulado anterior y la ínsula. La interpretación del dolor también puede verse influida por experiencias previas y estados emocionales, lo que da lugar al fenómeno del dolor crónico.

El dolor también está modulado por varios neurotransmisores, como las endorfinas y los opioides, que actúan para reducir las señales de dolor en el cerebro. Además, el proceso de modulación del dolor puede verse influido por factores cognitivos y emocionales, que conducen a la experiencia de efectos placebo o nocebo. En los últimos años, la investigación en el campo de la neurociencia ha mejorado nuestra comprensión de los mecanismos del dolor, lo que ha llevado al desarrollo de nuevos tratamientos y terapias para aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida.

La producción e inhibición del dolor son procesos complejos del sistema nervioso que nos ayudan a experimentar y controlar el dolor. La producción de dolor implica la activación de nociceptores, terminaciones nerviosas especializadas que responden a estímulos potencialmente dañinos como el calor, la presión o el daño tisular. Cuando estos nociceptores se activan, envían señales a la médula espinal y al cerebro, que se procesan como dolor.

Por otro lado, la inhibición del dolor implica la activación de mecanismos inhibitorios que amortiguan o bloquean las señales de dolor en su recorrido por el sistema nervioso. Esto puede ocurrir en varios niveles del sistema nervioso, incluidas las terminaciones nerviosas periféricas, la médula espinal y el cerebro. Los mecanismos inhibitorios pueden incluir la liberación de sustancias químicas analgésicas como las endorfinas, cambios en la transmisión de los impulsos nerviosos y la activación de las vías descendentes del dolor que van del cerebro a la médula espinal y modulan las señales de dolor. El equilibrio entre la producción y la inhibición del dolor es crucial para nuestra percepción del dolor, y las alteraciones de este equilibrio pueden dar lugar a dolencias crónicas.

Un estudio publicado en la revista Pain por investigadores de la Universidad de Tel Aviv ha descubierto que las personas con trastornos del espectro autista (TEA) experimentan el dolor con mayor intensidad que la población general y tienen dificultades para adaptarse a él. Esto contradice la creencia común de que las personas con autismo son indiferentes al dolor.

Los investigadores esperan que sus hallazgos conduzcan a un mejor tratamiento por parte del personal médico, los cuidadores y los padres de las personas con autismo, que no siempre expresan su experiencia del dolor de forma típica.

En contra de la antigua opinión de que «las personas con autismo sienten menos dolor» o son «indiferentes al dolor», las pruebas de esta creencia se basaban en su tendencia a autolesionarse. Sin embargo, las autolesiones podrían derivarse de intentos de aliviar el dolor y podrían ser una forma de activar inconscientemente un mecanismo físico de «dolor inhibe el dolor».

Aproximadamente el 10% de la población general experimenta una disfunción de la modulación sensorial, que se traduce en hipersensibilidad y repercute en la vida diaria. Por ejemplo, estas personas tienen dificultades para ignorar o adaptarse a estímulos como el parpadeo de las luces, el zumbido del aire acondicionado o el crujido de las palomitas de maíz. El autismo se asocia a una mayor tasa de disfunción de la modulación sensorial, ya que entre el 70 y el 90% de las personas autistas presentan este problema. También es un criterio de diagnóstico del autismo y está relacionado con su gravedad.

El estudio, en el que participaron 104 personas (52 con autismo de alto funcionamiento y 52 controles), es el mayor realizado hasta la fecha para examinar el dolor en personas con autismo. Los participantes se sometieron a pruebas sensoriales cuantitativas para evaluar sus respuestas facilitadoras e inhibidoras del dolor, así como la ansiedad, la sensibilidad al dolor y la sensibilidad sensorial autodeclaradas. Las pruebas consistían en controlar la relación entre el estímulo y la respuesta, para lo cual el investigador utilizaba un ordenador para controlar la duración y la intensidad del estímulo, y el participante calificaba el dolor sentido en una escala de 0 a 100.

El estudio descubrió que los individuos con autismo presentaban puntuaciones de dolor más altas ante diversos tipos de estímulos (únicos, repetitivos y tónicos), que se correlacionaban con su sensibilidad al dolor en la vida cotidiana, pero no con el malestar psicológico. Esta hipersensibilidad al dolor se atribuyó a la gravedad del autismo y a la hipersensibilidad sensorial a los estímulos cotidianos. Los sujetos con autismo fueron capaces de inhibir el dolor fásico pero no el tónico durante la prueba de modulación condicionada del dolor. Los resultados cuestionan la creencia de que los individuos con autismo son indiferentes al dolor y subrayan la necesidad de que los cuidadores sean conscientes de la sensibilidad al dolor en el autismo.

La respuesta al dolor en individuos con autismo puede estar relacionada con el desequilibrio de los sistemas excitatorio e inhibitorio, lo que conduce a un perfil de modulación del dolor con una inhibición menos eficiente y un estado facilitador. Esto se denomina perfil de modulación del dolor pronociceptivo. Está previsto realizar más estudios para investigar la actividad cerebral durante el dolor en individuos con autismo y subgrupos dentro de esta población.

 

Para leer más:

  • Hoffman T, Bar-Shalita T, Granovsky Y, Gal E, Kalingel-Levi M,  Dori Y, Buxbaum C; Yarovinsky N, Weissman-Fogel I (2022) Indifference or hypersensitivity? Solving the riddle of the pain profile in individuals with autism. Pain (en prensa)
  • Oficina de Prensa de la Universidad de Tel Aviv (2023) People With Autism Experience Pain at a Higher Intensity. Neuroscience News https://neurosciencenews.com/asd-pain-22394/

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

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