Un «gusano de oído» es una melodía que surge de forma espontánea en la mente, quizá tras haberla oído solo una vez, y se queda «atascada» en la cabeza durante horas o días. También se llama gusano del cerebro, música pegadiza, repetición de imágenes musicales, imaginería musical involuntaria y síndrome de canción atascada. Podemos llegar a sentir que ese soniquete nos está volviendo locos y obstaculiza un pensamiento bien estructurado y complica la concentración, aunque normalmente desaparece tan inconscientemente como había llegado.
La mayoría de los gusanos de oído son extractos de canciones conocidas y escuchadas recientemente y tienden a ser melódica y rítmicamente simples. En la mayoría de los casos, son sólo un fragmento de la composición, el estribillo u otro trozo, normalmente de 15 a 30 segundos, y no la canción entera. A menudo van unidas la música y la letra y las canciones con letra representan el 73,7% de los gusanos del oído, la música de anuncios y publicidad un 18,6% mientras que la música instrumental sólo ocupa el 7,7% de los casos.
Mujeres y hombres experimentan el fenómeno con igual frecuencia, pero los gusanos de oído tienden a durar más en las mujeres y las irritan más. Algunas personas son más susceptibles a los gusanos de oído que otras, incluyendo los músicos y las personas con trastorno obsesivo-compulsivo, pero casi todos nosotros (alrededor del 98% de la población) hemos tenido una canción metida en la cabeza en algún momento. En estudios basados en encuestas, la mayoría de las personas consultadas informaron de que habían tenido gusanos de oído, que no fue una experiencia desagradable y en algunos casos, incluso fue valorada positivamente. Sin embargo, las memorias musicales involuntarias se consideran las más intrusivas de las cogniciones indeseadas habituales y son interesantes porque pueden ser una forma de memoria sonora análoga a las memorias autobiográficas o semánticas involuntarias que, en unas pocas personas, su repetición continua afecta a la calidad de vida.
Los investigadores piensan que en un gusano del oído los circuitos neuronales se activan en un bucle repetitivo y «tocan» esa melodía una y otra vez contra los deseos del desafortunado «dueño». No afecta a todos por igual: en una prueba que medía el control mental, los voluntarios que puntuaban más en este tema, tenían gusanos de oído de menor duración. Las condiciones del momento también pueden afectar a la presencia y evolución de los gusanos de oído ya que, de hecho, se desencadenan no sólo por la audición de una canción, sino que también están implicados otros tipos de actividad cerebral como la memoria, el estado de ánimo, el estrés e incluso el aburrimiento.
Los gusanos del oído también tienen una huella en la historia de la literatura. La primera mención del fenómeno se ha localizado en el cuento de Edgar Allan Poe “El diablillo del perverso” (1845) donde escribió:
Es muy común que nos moleste el zumbido en nuestros oídos, o más bien en nuestros recuerdos, del estallido de alguna canción ordinaria, o de algunos arrebatos poco impresionantes de una ópera. Tampoco nos sentiremos menos atormentados si la canción en sí misma es buena, o el aire de la ópera es meritorio.
Mark Twain también comentó sobre los gusanos de oído en su relato de 1876 “Una pesadilla literaria” (también conocida como “Punch, Brothers, Punch”) trata sobre un tintineo que se oye en la cabeza del que uno solo puede deshacerse transfiriéndolo a otra persona. También ha aparecido en una historia de ciencia ficción de Arthur C. Clarke, en un episodio de Seinfeld e incluso Bob Esponja tenía un gusano en el oído, aunque en este caso era una criatura física que entraba en la cabeza del dibujo animado al escuchar una canción pegadiza.
Una pregunta particularmente interesante sobre estas repeticiones es cómo deshacerse de ellas. Es parte de una perspectiva más amplia: cómo se logra el control mental, cómo se pueden suprimir las imágenes y recuerdos no deseados y cuáles son los mecanismos implicados en la exclusión de algunas ideas y recuerdos de la conciencia. Hasta donde la ciencia puede decir, no existe una «cura» fiable para los gusanos de oído. Eso no significa, sin embargo, que no haya algunas propuestas exitosas para eliminarlos y recuperar la concentración.
La primera estrategia es identificar al enemigo. Por lo general, sólo tenemos una corta melodía o unas líneas corales que suenan una y otra vez en nuestro cerebro y nos concentramos más en ella si no podemos ponerle un nombre. Para algunas personas, para deshacerse del gusano de oído la mejor solución es escuchar esa canción de principio a fin, pero hay que identificar de qué canción se trata. Para ello, puedes preguntarle a un amigo o usar herramientas digitales como Shazam o Soundhound. Luego, puedes tratar de encontrar la composición musical completa en YouTube, Spotify u otra aplicación similar y escucharla.
Una segunda estrategia es activar el sistema auditivo para deshacerse de las imágenes auditivas no deseadas. Esto puede hacerse usando estímulos sensoriales específicos, como contar, silbar otra melodía o hacer subvocalizaciones.
Un tercer método es tratar de reemplazar el gusano del oído con otra canción. En este mundo lleno de ofertas digitales, hay aplicaciones como Earworm y Unhearit que hacen precisamente eso: reproducir una canción pegadiza y popular – las características típicas de los gusanos del oído – que hacen el truco de «usar un clavo para sacar otro clavo».
Un cuarto método consiste en cantar muy lentamente una canción conocida. En el mundo anglosajón, recomiendan Dios salve a la Reina, no la de los Sex Pistols, pero no es una opción apropiada para otras poblaciones y encima nuestro himno no tiene letra, pero seguro que todos tenemos alguna canción candidata, pegadiza y animada.
El quinto y probablemente más utilizado método es distraerse de esa odiosa composición. Para algunas personas, lo único que se necesita es desearlo, es decir, pensar en otra cosa. Para otros, no tan voluntariosos, se necesita una ayuda. Un ejemplo es colocar una goma elástica en la muñeca y darla pequeños tirones. Probablemente recluta nuevos componentes sensoriales, un ligero dolor… pero otras opciones son revisar tu cuenta de twitter, salir a caminar, jugar al ajedrez en Internet, … cualquier cosa que suponga un cambio de actividad y saque el cerebro del gusano del oído en tu mente.
La sexta estrategia, en los casos en que la calidad de vida se ve afectada, es la medicación para el trastorno obsesivo-compulsivo. Se ha demostrado que estos medicamentos son capaces de minimizar los efectos negativos de un gusano de oído.
La última y más reciente propuesta hasta ahora es mascar chicle. Esto cargará los programas motores de la articulación de nuestra boca y hará el trabajo. Beaman y sus colegas de la Universidad de Reading (Reino Unido) demostraron que el mascar chicle reduce tanto el número de pensamientos musicales voluntarios como el número de pensamientos musicales involuntarios no deseados. Es conforme con resultados anteriores que muestran que masticar chicle afecta a procesos voluntarios como los recuerdos de la memoria verbal, la interpretación de imágenes auditivas ambiguas y el escaneo de melodías familiares. También demostraron que el mascar chicle interfiere en la experiencia de «oír» la canción y confirmaron que la reducción de los gusanos de los oídos al mascar chicle no era consecuencia de una demanda de atención general o de una doble tarea.
Eliminar una horrible canción de tu cabeza no es una ciencia exacta. Cada uno de nosotros tiene que encontrar qué método funciona mejor. Un posible riesgo es que un gusano del oído pueda «revivir» de alguna manera una vez que los intentos de suprimirlo hayan cesado, una pesadilla incluso si no es una criatura real la que entra en tu cabeza, como al pobre Bob Esponja.
Para leer más:
- Klosowski T (2012) How Can I Get This Horrible Song Out of My Head? http://lifehacker.com/5935710/how-can-i-get-this-horrible-song-out-of-my-head
- Beaman CP, Powell K, Rapley E (2015) Want to block earworms from conscious awareness? B(u)y gum! Q J Exp Psychol (Hove). 2015;68(6):1049-1057. doi: 10.1080/17470218.2015.1034142.
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