La prisión de Evin, en Irán, es conocida irónicamente como la Universidad de Evin, por el alto número de intelectuales y académicos que están allí encarcelados. Homa Hoodfar es una profesora de antropología social que ha pasado 112 días en la cárcel después ser interrogada durante tres meses por los servicios secretos iraníes. La profesora Hoodfar tiene doble nacionalidad irano-canadiense, trabaja en la Concordia University de Montreal y el gobierno de Canadá, que cortó las relaciones diplomáticas con Irán en 2012, trabajó intensamente con diplomáticos de Omán, Italia y Suiza para conseguir su liberación. Más de 5.000 académicos de todo el mundo firmaron una petición a los líderes persas solicitando que fuera puesta en libertad sin condiciones. Había ido a Irán hace un año para visitar a su familia e investigar en los archivos del parlamento.
Ella piensa que su detención, supuestamente por «inmiscuirse en temas de feminismo y seguridad» fue una respuesta a la derrota de los conservadores en las elecciones iraníes, que buscaron cabezas de turco a quien acusar de su derrota, con el argumento de que las personas con doble nacionalidad «habían intentado influir en las elecciones y provocar una revolución». Algo muy difícil de creer y para lo que no aportaron ninguna evidencia.
En su celda Hoodfar escribía con su cepillo de diente en la pared, porque «el acto de escribir te ayuda a pensar, a memorizar y a analizar». Convertir la experiencia en una especie de investigación le ayudó a superar su situación. Finalmente fue liberada el pasado 26 de septiembre «por motivos humanitarios», sufre de una enfermedad neuromuscular muy debilitante, y volvió a Canadá. Dice que confía que su experiencia ayude a los universitarios de otros países a ser más conscientes de lo que implica la libertad académica, a pesar en todos los colegas que están encarcelados por defender sus ideas, los derechos de sus estudiantes, los principios de independencia y libertad de cátedra que son imprescindibles en el mundo de la universidad. Para ella, la libertad académica no es un derecho individual, es un derecho de la comunidad y esos derechos comunes deben ser defendidos por todos, en todas partes. Como en gran manera se hizo en esta ocasión.
Publicado en El Día de Salamanca