Aléjate caminando de la depresión

Un grupo de investigadores liderado por Hiral Master ha analizado los datos sobre ejercicio realizados por 6042 personas con una pulsera digital Fitbit y las historias clínicas electrónicas de las mismas personas. Esos participantes provenían de un grupo de 329.070 personas que colaboran en un programa de investigación que se conoce como All of Us. All of Us es un proyecto norteamericano que busca recoger los datos de más de un millón de personas para conocer los factores de riesgo de determinadas enfermedades, averiguar qué tratamientos funcionan mejor para personas de distintos orígenes, conectar a las personas con los estudios clínicos adecuados a sus necesidades y saber cómo pueden ayudarnos las tecnologías a tomar medidas para estar más sanos

Los participantes caminaron una mediana de 7.731,3 (5.866,8-9.826,8) pasos al día durante un periodo medio de seguimiento de la actividad de 4,0 (2,2-5,6) años, con un total de 5,9 millones de días-persona recogidos en ese tiempo. La principal conclusión fue que dar al menos 8.200 pasos diarios estaba relacionado con una reducción del riesgo de padecer determinados problemas de salud, incluida la depresión, la apnea del sueño, el reflujo gástrico, la hipertensión, la obesidad y la diabetes. Los resultados se publicaron en la revista Nature Medicine.

En comparación con la mediana del recuento de pasos, el riesgo de obesidad disminuyó en un 31% (HR 0,69; IC del 95%: 0,53; 0,88) cuando se aumentaron los pasos a 10.000 al día. Por el contrario, la diabetes y la hipertensión tenían una relación no lineal  con recuentos de pasos que mostraban puntos de inflexión a aproximadamente 9.000 y 8.000 pasos, respectivamente, donde el riesgo se estabilizaba y daba igual que se anduviesen más pasos.

Con respecto a la velocidad de la caminata, no se encontraron claras diferencias e independientemente de cómo se definiera la intensidad del paso, es decir, caminata lenta, moderada o vigorosa, se asoció con un menor riesgo de enfermedades crónicas.

Estudios previos habían demostrado de forma sistemática que dar menos pasos al día se asocia a un mayor riesgo de mortalidad y de enfermedad cardiovascular. Estos estudios aumentaron la concienciación pública sobre la importancia de realizar actividad física, pero las limitaciones del diseño de los estudios también dejaron importantes preguntas sin respuesta. En primer lugar, los estudios anteriores evaluaban la actividad física mediante cuestionarios autodeclarados o haciendo que los participantes llevaran un dispositivo de investigación durante un breve periodo de seguimiento (la mayoría de las veces 7 días). Como resultado, la actividad puede estar infradeclarada o sobredeclarada. Además, no se aporta información sobre los niveles de actividad entre el periodo inicial y el momento en que se evalúan los resultados en el seguimiento, a menudo años después. En segundo lugar, los estudios anteriores se han centrado en un conjunto relativamente específico de resultados limitados a la mortalidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Poco se sabe sobre el impacto de la actividad a lo largo del tiempo en el desarrollo de enfermedades crónicas en todo el fenoma humano, que representa la suma de rasgos y condiciones humanas resultantes de la variación genética y conductual en una población.

Otro artículo, publicado en la revista Neuroscience and Biobehavioural Reviews, descubrió que la actividad física reducía el riesgo de depresión en un 23% y el de ansiedad en un 26%. Esta asociación fue consistente en varios grupos de edad, sexo y regiones geográficas. Curiosamente, la actividad física de intensidad baja y moderada mostró los efectos protectores más significativos contra la depresión (intensidad baja: OR = 0,81; IC 95%: 0,75-0,56; intensidad moderada: OR = 0,79; IC 95%: 0,72-0,87). Este análisis también mostró asociaciones significativas entre los niveles más altos de actividad física y la prevención de los trastornos de ansiedad (OR = 0,71; IC del 95%: 0,61-0,82). A diferencia del ejercicio de alta intensidad, las actividades moderadas como caminar o trabajar en el jardín muestran una mayor relación con los beneficios para la salud mental sin aumentar las respuestas al estrés.

La forma física es difícil de estudiar. Sabemos que caminar todos los días puede ayudar a prevenir enfermedades. Es más difícil saber exactamente cuántos pasos protegen contra qué enfermedades. La mayor parte de lo que sabemos sobre los pasos y la salud procede de períodos breves y utilizan encuestas a los participantes. El estudio publicado en Nature Medicine utiliza los datos de los participantes en All of Us para obtener más información. La ventaja de las pulseras es que mejoran la calidad de los datos del estudio. Proporcionan datos reales sobre los niveles de actividad física de una persona y esto es más preciso que basarse en lo que una persona recuerda de lo que hizo (lo que se conoce como «datos autodeclarados»). Los investigadores también pueden observar los cambios en la actividad durante un periodo más largo. Todos los participantes en este estudio aportaron datos de al menos seis meses. Muchas personas compartieron sus datos de actividad durante cuatro años o más.

Al tener acceso a los datos de las historias clínicas electrónicas, los investigadores pudieron estudiar otras enfermedades que afectan a las personas a lo largo de su vida entre los que caminaban y los que no lo hacían. Los investigadores analizaron más de 1.700 enfermedades. Estos resultados proporcionan a los médicos más pruebas para recomendar determinados niveles de ejercicio a los pacientes. Los médicos las llaman «prescripciones personalizadas de actividad».

El estudio tiene algunas limitaciones. La mayoría de los participantes en el estudio eran blancos, mujeres y con estudios universitarios. También eran personas muy activas y sanas. Por lo tanto, es posible que estas conclusiones no se apliquen a las personas que ya padecen alguna enfermedad o que tienen problemas para caminar. Otra limitación es la posibilidad de que se produzcan factores de confusión no medidos en este análisis, ya que no se pudo tener en cuenta una lista exhaustiva de posibles factores de confusión, como la situación laboral, los factores ambientales y las diferencias en los patrones de ejercicio de los participantes a lo largo del tiempo. Con el tiempo, se espera que más participantes de diferentes razas, géneros, edades y condiciones de vida decidan compartir los datos de sus dispositivos de seguimiento de la actividad física. De ese modo, podremos tener una imagen más completa de los factores que afectan a la salud de las comunidades de diferentes países y cuál es la mejor estrategia. De momento, no dejes de caminar.

 

Para leer más:

  • Master H, Annis J, Huang S, Beckman JA, Ratsimbazafy F, Marginean K, Carroll R, Natarajan K, Harrell FE, Roden DM, Harris P, Brittain EL (2022) Association of step counts over time with the risk of chronic disease in the All of Us Research Program. Nat Med 28: 2301–2308.
  • Rahmati M, Lee S, Yon DK, Lee SW, Udeh R, McEvoy M, Oh H, Butler L, Keyes H, Barnett Y, Koyanagi A, Shin JI, Smith L (2024) Physical activity and prevention of mental health complications: An umbrella review. Neurosci Biobehav Rev 160: 105641.

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

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