Una manzana mordida

“Solo podemos ver un poco por delante de nosotros, pero desde ahí podemos ver la cantidad de cosas que faltan por hacer”

En 1926, un niño de 14 años empezaba el curso en un nuevo Instituto en Dorset, Inglaterra, cuando se enteró que se había convocado una Huelga General. Los mineros se habían opuesto frontalmente a un proyecto de la patronal de aumentar los beneficios reduciéndoles el sueldo y aumentando la jornada de trabajo y convocaron aquella huelga con el lema “ni un penique menos de paga, ni un segundo más al día”. El muchacho, llamado Alan Turing, decidió realizar el viaje, unos 100 kilómetros, usando su bicicleta y durmiendo a mitad de camino para estar a primera hora cuando abrieran las aulas de la Sherborne School. Era una señal de una calidad como deportista que le llevó a correr maratones en tiempos cercanos a los de los mejores deportistas de su época y de su determinación para llegar a cualquier destino, independientemente de las dificultades y las convenciones sociales de la época.

Aunque Sherborne School era un magnífico colegio, Alan no encajaba mucho en aquella institución, donde se valoraban sobre todo los clásicos y las humanidades. A él, le encantaban las ciencias y las matemáticas. El director del colegio escribió a sus padres indicándoles que si asistía a aquel centro era para ser educado, si solo pretendía ser un técnico, un especialista, un científico, allí estaba perdiendo el tiempo. Turing, que conseguía superar a duras penas su aburrimiento por las letras, se enamoró de un compañero, Christopher Morcom, un año mayor que él. Morcom moriría antes de terminar el colegio por una tuberculosis bovina contraída tras beber leche contaminada. Ante aquel mazazo, la fe de Turing se resquebrajó y decidió que Dios no existía y que quizá solo éramos máquinas y todo se podría explicar por razonamientos matemáticos, incluidos los procesos cerebrales, los pensamientos, la memoria, el amor. Durante tres años se escribió con la madre de Morcom planteando sus dudas, sus proyectos, sus sentimientos y preguntándole si la mente, en especial la de Christopher, estaría encarnada en materia, y si se habría liberado a través de la muerte. Turing también creyó durante muchos años que tendría que cumplir aquellos sueños que Morcom ya no podría llevar a término. Tendría que vivir su vida y la de Christopher, en homenaje a eso que llamamos amor.

Debido a su poco interés en los clásicos, Turing suspendió varias veces los exámenes finales y no pudo entrar en el centro universitario que era su primera opción: el Trinity College de Cambridge, el Alma Mater de Isaac Newton. Tuvo que conformarse, con la segunda, el King’s College, otro magnífico centro de la misma universidad.

En Cambridge, Alan diseñó las llamadas máquinas de Turing, aparatos sencillos capaces de llevar a cabo cualquier cálculo matemático si se les podía presentar en la forma de un algoritmo. Aquella máquina perseguía establecer una asociación triple entre un diagrama de instrucciones lógicas, la forma de trabajar de la mente y una máquina que pudiera tener una forma física práctica. El siguiente paso fue la llamada Máquina Universal de Turing, un diseño flexible que pudiera procesar distintos tipos de instrucciones, distintos tipos de programas. Es decir, aunque estas palabras no habían aparecido todavía, un “hardware” que pudiera hacer funcionar distintos programas, distintos tipos de “software”. Algunos consideran esto el principio teórico de los computadores, tal como los conocemos en la actualidad.

En 1938 obtuvo el Doctorado en Princeton; en su discurso introdujo el concepto de hipercomputación, en el que ampliaba las máquinas de Turing con las llamadas máquinas oráculo, las cuales permitían el estudio de los problemas para los que no se podía formular una solución algorítmica.

A los 27 años, Turing fue a Bletchley Park, la base desde la que los británicos querían descifrar los códigos secretos alemanes. Fue el primer matemático sumado a aquel grupo donde la gente venía del ámbito de las humanidades. Junto con aquel equipo, consiguió quebrar el código Enigma de los submarinos alemanes, ayudando de manera significativa a la victoria de los aliados en la II Guerra Mundial. En Bletchley Park, aprendió sobre tecnología electromecánica, construyeron la máquina “Bombe” y habló con uno de sus compañeros de “construir un cerebro”.

En 1942 viaja a los Estados Unidos con distintos proyectos, entre los que estaba un sistema de cifrado para las comunicaciones entre Churchill y Roosevelt. Turing tenía un tono de voz muy agudo, lo que llamamos una voz de pito. En 1943 en los Laboratorios Bell, propiedad de ATT, Turing estaba diseñando sus planes, sus proyectos y en uno de esos momentos mágicos en los que el ruido general de repente se desvanece, se le oyó decir “No, no estoy interesado en desarrollar un cerebro poderoso. Todo lo que busco es un cerebro mediocre, algo como el del presidente de ATT”.

En octubre de 1947 vuelve a Cambridge, cansado de la lentitud para intentar construir ese cerebro artificial. Abandona las matemáticas y se interesa más por la neurociencia y la fisiología. Escribe un artículo, que no se publica en vida del autor, sobre la capacidad de aprendizaje de una red mecánica con suficiente complejidad. Se considera una idea precursora de las redes neuronales artificiales. A nivel personal, Turing seguía asombrando a sus colegas porque iba corriendo, campo a través, a muchas de las reuniones científicas, llegando antes que aquellos que viajaban en tren.
En 1950, Turing publicó un artículo titulado “Computing machinery and intelligence” en la revista Mind. Fue uno de los fundamentos de la inteligencia artificial y de los nuevos conceptos que surgirían según se fuesen desarrollando ordenadores cada vez más potentes. En ese artículo se proponía el test de Turing, que sigue siendo la base para responder si una máquina puede ser inteligente, o si un interlocutor invisible es una persona o una máquina o para especular si una máquina podría llegar a lograr la elaboración de un pensamiento con sentido. La idea de Turing es que si una máquina se comporta en todos los aspectos de forma inteligente, entonces es que es inteligente.

En 1990 se instituyó el Premio Loebner para ver si un programa informático consigue superar el test de Turing. La prueba consiste en un desafío. Un juez se sitúa en una habitación y en otra se encuentra el sujeto de estudio, una máquina o un ser humano. El juez debe descubrir, mediante preguntas, si habla con una persona o un ordenador. Los dos pueden mentir. Está dotado con 100.000 dólares y un premio de consolación para el mejor programa de cada convocatoria. Todavía ningún ordenador ha conseguido superar la prueba.

Turing se metió de lleno en las discusiones sobre similitudes y diferencias entre máquinas y cerebros. La idea de Turing, expresada con energía y un toque irónico, es que era en esos que veían una brecha imposible de remontar donde estaba la diferencia”

A partir de 1952 y hasta su muerte en 1954, Turing trabajó en la relación entre Biología y Matemática. Le interesaba especialmente la morfogénesis, la aparición de las estructuras celulares y, por ejemplo, estuvo viendo porqué la aparición de hojas en algunas plantes seguían la serie numérica de Fibonacci. Esta serie es una sucesión infinita de números naturales, en la que el primer elemento es 0, el segundo es 1 y cada elemento restante es la suma de los dos anteriores (0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13…). La razón entre dos números de Fibonacci sucesivos fn + 1 / fn se acerca a la relación áurea y ha tenido popularidad en el siglo XX especialmente en el ámbito musical, en el que compositores como Béla Bartók u Olivier Messiaen la han utilizado para la creación de acordes y de nuevas fraseologías musicales.

En enero de 1952, Turing conoció a un muchacho de 19 años a la salida de un cine en Manchester. Después de una comida, le ofreció pasar el fin de semana juntos pero finalmente el joven no apareció. Posteriormente, tuvieron otro encuentro,  pasaron el fin de semana juntos y el muchacho ayudó a un cómplice a entrar en casa de Turing y robarle. Turing, amenazado también de chantaje, denunció el hecho en comisaría y en el atestado policial, reconoció su relación homosexual. Ante eso, fue acusado de «indecencia grave y perversión sexual», la misma acusación sufrida por Oscar Wilde medio siglo antes. Turing no se defendió ya que consideraba que no “había nada malo en sus acciones” y fue condenado, planteándole la opción de escoger entre ingresar en prisión o libertad condicional. Entre las condiciones de esta última era someterse a una castración química mediante inyecciones de estrógenos. Decidió optar por las inyecciones, que se alargaron durante un año y que le produjeron, además de impotencia, profundas secuelas físicas, como el desarrollo de pechos y un importante aumento de peso.

En una carta de esta época a su amigo Norman Routledge, Turing escribió en forma de silogismo una reflexión relacionando el rechazo social que provoca la homosexualidad con el desafío intelectual que supone su prueba para probar la posibilidad de inteligencia en los ordenadores:

Turing cree que las máquinas piensan

Turing yace con hombres

Luego las máquinas no piensan

Dos años después del juicio Turing fue encontrado muerto por la mujer que limpiaba su casa. Se determinó que había ingerido cianuro y que una manzana a medio comer que había en el suelo había sido el medio para tomar el veneno. Oficialmente fue considerado un suicidio, su madre siempre defendió que había sido un descuido por su dejadez en el manejo de sustancias químicas y también se llegó a hablar de asesinato. Una leyenda urbana dice que el logo de Apple, una manzana mordida, es un recuerdo a Turing, a su trabajo pionero sobre ordenadores y a su modo de suicidarse, algo negado por los responsables de la empresa. También se dice que su suicidio fue un guiño a una de las historias que más había amado en su intensa vida, el cuento de Blancanieves.

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


Una respuesta a «Una manzana mordida»

  1. Avatar de marisol paucar
    marisol paucar

    sta muy linda la historia de verdad aunk staba buscando mi tarea y no la encontre aca pero si encontre un mensaje algo k transmitirlo y decirlo a mis conpañeros…..

Muchas gracias por comentar


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