El órgano del deseo

El cerebro es el responsable principal de nuestras conductas. Tú eres tu cerebro. Evidentemente el resto del cuerpo, tus relaciones interpersonales y el marco social en que te mueves también influyen, pero pienso que quien obvia el papel del sistema nervioso no solo ignora al jugador principal sino también al entrenador del equipo y al presidente del club. Hay quien lo considera biologicismo, que todo o casi todo es biología, pero, en mi opinión, recalcar ese sustrato básico que son las neuronas no implica rechazar los aspectos culturales, psicológicos o ideológicos del comportamiento, sino situarlos en un marco en el que todo tiene sentido.

El cerebro responde a la información sensorial del mundo, y también a estados internos como la memoria de las experiencias pasadas o el impacto de las hormonas, y con ello genera respuestas adecuadas a las situaciones cotidianas. Nuestras conductas son muy variadas y abarcan todos los ámbitos de la actividad humana, pero hay un tema especial: tenemos pasión por el sexo y todo lo que va a él unido. Es uno de los impulsos básicos de la vida y va asociado a temas importantes: el placer, la felicidad, la familia, la pareja, la compañía, incluso la esperanza de vida, entre muchas otras cosas.

Un aspecto fundamental de la conducta sexual es el deseo, que incluye la atracción y genera cuatro conductas específicas en los mamíferos: cortejo, apareamiento, culminación sexual y orgasmo. Nuestro principal órgano sexual no está entre las piernas sino flotando en la oscuridad dentro de nuestro cráneo: es el cerebro.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford en Estados Unidos han localizado las zonas cerebrales que se activan en el cerebro de un ratón macho cuando aparece en su entorno un ratón hembra y cómo es el mecanismo del deseo sexual, el factor desencadenante de una relación. El primer paso es la identificación por parte del ratón macho de que ese animal desconocido es una hembra activa. ¡Es una posible pareja! Ese reconocimiento inicial pone en marcha una serie de procesos en cascada que llevan al acercamiento, al cortejo y, finalmente, al apareamiento. Al eyacular, el cerebro nos hace un regalo maravilloso: el orgasmo, una de las experiencias más placenteras que ofrece nuestro cuerpo. Esta deliciosa respuesta tiene lugar en una serie de centros nerviosos que se conocen como circuito de recompensa y ese intenso placer empujará al animal a querer repetir esa experiencia en cuanto tenga la oportunidad. No es que estemos «salidos», es que nuestro cerebro nos dice «me gusta» e intentará repetirlo cuando surja la oportunidad. Parafraseando a Lope de Vega «esto es amor, quien lo probó lo sabe».

Hay quien duda de si el estudio del cerebro y el comportamiento de un ratón es una base sólida para entender el cerebro y las conductas humanas. Cuando me preguntan digo que es como comparar un coche y un camión: tienen distintos tamaños, prestaciones y posibilidades, pero en lo esencial, el funcionamiento básico, las piezas fundamentales, los sistemas principales, son similares. En estos momentos los ratones son los principales ayudantes de la investigación biomédica y es por esa razón simple: podemos avanzar con rapidez y aprender mucho sin las limitaciones evidentes que tienen los estudios en seres humanos

En trabajos previos, el grupo liderado por Nirao Shah había visto que las neuronas situadas en una parte de la amígdala conocida como núcleo del lecho de la estría terminal (BNST), una región implicada en el manejo de las emociones, cambiaban la respuesta al acercarse a una hembra. Este reconocimiento es importante porque los ratones macho son animales solitarios y territoriales, que utilizan señales quimiosensoriales para distinguir entre sexos y en función del individuo con el que se encuentren la respuesta será el intento de apareamiento hacia una hembra o la agresión hacia otro macho.

Las neuronas del BNST proyectan a otra estructura cerebral llamada área preóptica del hipotálamo y la manipulación de esta conexión permite activar y desactivar el reconocimiento por parte de los ratones macho del sexo de un ratón desconocido: es decir, activa o bloquea el inicio de la conducta sexual. Las neuronas del área preóptica se activan cuando el macho olfatea, monta o penetra a la hembra, pero no al olfatear o atacar a un macho, por lo que no es una estimulación general de los comportamientos del macho. El deseo sexual y la agresividad no son procesos que funcionen unidos per se, pero una noche en una discoteca, con machos y hembras interactuando puede desencadenar ambos procesos. A su vez el área preóptica conecta con dos centros cerebrales, la sustancia gris periacueductal y el área tegmental ventral, que se sabe que son fundamentales para el movimiento voluntario y para experimentar o anticipar el placer, respectivamente. Si se estimulan las neuronas del BNST, unas que producen una molécula llamada sustancia P, se acelera la actividad de las neuronas del área preóptica durante aproximadamente 90 segundos y entre 10 y 15 minutos más tarde, el ratón muestra el proceso completo de conducta sexual masculina: monta, penetración y eyaculación. Por tanto, este proceso lleva su tiempo y eso es al parecer porque cuando la sustancia P se une a sus receptores en el área preóptica del hipotálamo, las sensibiliza gradualmente para que aceleren su actividad. No es una respuesta instantánea, no somos como el interruptor de la luz, sería como la chispa que poco a poco, con cuidado y el viento a favor, inicia un fuego. También es interesante el patrón temporal, ni segundos ni horas, el deseo se mueve en un horizonte de minutos.

Un tema interesante es el período refractario. Por mucho que nos guste el sexo, al acabar una relación sexual hay un período, más o menos largo, en el que no nos apetece un nuevo apareamiento. Prácticamente todos los mamíferos macho experimentan ese periodo refractario, un lapso de tiempo antes de que se restablezca el impulso y la capacidad sexual tras una relación terminada. Para los ratones utilizados en este estudio, el periodo refractario normal es de cinco días. Pero la estimulación directa de las neuronas del área preóptica del hipotálamo que contienen receptores de sustancia P hizo que los ratones macho que acababan de eyacular reanudaran inmediatamente su rutina de apareamiento hasta alcanzar una segunda consumación. En otras palabras, esos ratones, tras estimular a las neuronas del área preóptica del hipotálamo con sustancia P, tardaron un segundo o menos en reanudar la actividad sexual, lo que supone una reducción de más de 400.000 veces en el periodo refractario. Además de posibles aplicaciones farmacológicas, y ya me veo a alguno vendiendo sustancia P en internet, estos hallazgos podrían ayudar a comprender mejor las diferencias innatas entre machos y hembras y las fuerzas que impulsan la sexualidad humana. No es un efecto sutil, si no había una hembra disponible, los ratones estimulados intentaban el apareamiento con objetos inanimados.

Hay también el efecto contrario. Si se silencia este conjunto de neuronas del área preóptica hipotálamica, los machos no se aparean y punto. Es llamativo que un circuito de neuronas muestre de forma tan patente que es el responsable de algo tan importante como la conducta sexual. No se han visto otros cambios notables después de la manipulación de esta población de neuronas por lo que esa parece ser su función principal.

Aunque el estudio haya sido hecho en ratones, es muy probable que haya circuitos similares de neuronas en el hipotálamo humano que regulen la recompensa sexual, el comportamiento y la gratificación. Se piensa que probablemente los mecanismos sean bastante similares a los que se han observado en ratones. El interés para la ciencia de este trabajo es indiscutible: saber mucho más sobre cómo funciona la libido, el deseo y el bloqueo del deseo. Siempre se abren nuevos interrogantes. No sabemos si hay diferencias sustanciales en el proceso del deseo de hombres y mujeres. Con respecto a las aplicaciones prácticas, los resultados de esta investigación podrían conducir al desarrollo de nuevos fármacos que sirvieran como «termostatos» libidinales, capaces de amortiguar los circuitos sexuales en los cerebros de las personas con impulsos sexuales hiperactivos o, alternativamente, potenciar el impulso sexual en las personas que sufren falta de deseo. Hasta ahora nuestros fármacos van destinados a contrarrestar la disfunción eréctil de los hombres mediante el impulso del flujo sanguíneo al cuerpo cavernoso del pene, pero estas moléculas podrían amplificar o amortiguar un área cerebral específica que controla el deseo sexual, algo mucho más sofisticado.

Surge también la duda sobre el posible sesgo de esta investigación. La sexualidad femenina, incluido el deseo, ha suscitado menos estudios que la masculina. Es difícil separar los aspectos biológicos, incluyendo diferencias genéticas, circuitos cerebrales y química neuronal, de los aspectos culturales y sociales de este mundo machista en que vivimos.

El resultado principal de esta investigación es la identificación del circuito neural que produce el comportamiento sexual masculino innato. Este circuito modula el reconocimiento de parejas potenciales, la actividad motora del apareamiento, rejuvenece el impulso sexual y hace que el apareamiento sea gratificante. Además, los hallazgos de estos científicos muestran que el cerebro emplea circuitos neuronales distintos para generar el apareamiento y la agresión masculinas por lo que es improbable que un fármaco que aumentara la libido en un macho por este mecanismo de acción tenga el efecto secundario de desencadenar un comportamiento violento, algo que nos debe preocupar siempre.

 

 

Para leer más:

  • Bayless DW, Davis CO, Yang R, Wei Y, de Andrade Carvalho VM, Knoedler JR, Yang T, Livingston O, Lomvardas A, Martins GJ, Vicente AM, Ding JB, Luo L, Shah NM (2023) A neural circuit for male sexual behavior and reward. Cell 186(18): 3862-3881.

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José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

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4 respuestas a «El órgano del deseo»

  1. Avatar de dr. Lescano

    Éste artículo es necesario y útil pues en mi condición de psicoandrólogo debo y necesito estar informado de todo mecanismo que auspicia y habilita el comportamiento del varón, en cada una de sus funciones.
    http://www.doctorlescano.pe

  2. Avatar de Eva María
    Eva María

    Excelente información, muchas gracias!

  3. Avatar de Myriam

    Muy buen artículo, pero pobre modelo para su extrapolación al ser humano: el ratón macho. La evolución como animal social del H. sapiens ha transformado de manera radical cómo la endoculturación modula la construcción del deseo a partir de la atracción sexual en la pubertad para su expresión posterior en la madurez. Algo fundamental para entender, por ejemplo, cómo la pornografía de Internet genera la adicción o las alteraciones del deseo que se están observando actualmente en la sexo-andrología. Es muy improbable que la relación entre atracción sexual y deseo tenga la misma dinámica en animales no sociales como los roedores, si bien la bioquímica pueda ser similar. Y es más improbable aún que la respuesta femenina siga el modelo de la masculina. Es de agradecer que cites este aspecto entre las limitaciones del estudio.

  4. […] Publicado por Bloguer 18 el 15 agosto, 20249 septiembre, 2024 El órgano del deseo […]

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