La voz interior

La voz interior -la experiencia de hablar en silencio con nosotros mismos- es un enigmático fenómeno cotidiano. Se ha sugerido que desempeña un papel importante en procesos cerebrales tan diversos e importantes como la memoria, la cognición, la regulación emocional, las alucinaciones auditivas, la planificación, la resolución de problemas, la percepción, el razonamiento, la autopersuasión, la introspección, el sueño e incluso la conciencia y la reflexión personal. Diversos ámbitos académicos, como la filosofía, la psicología y la neurociencia, están interesados en la voz interior, ya que se piensa que proporciona un contexto adecuado para explorar temas como la relación entre el lenguaje y el pensamiento, la frontera entre la experiencia típica y la atípica y la aparición y el mantenimiento de la autorregulación.

La voz interior es una poderosa herramienta que nos permite resolver problemas, ejercer un cierto autocontrol, planificar y crear relatos sobre nuestras experiencias. Esta capacidad lingüística probablemente evolucionó como una ventaja para la supervivencia, ya que permitió a los humanos comunicarse, cooperar y navegar por un mundo complejo. Es un proceso cognitivo que reproduce internamente mecanismos sociales que conducen a la toma de posición y a ver las cosas desde una perspectiva determinada. También permite crear una distancia psicológica entre uno mismo y los acontecimientos mentales, lo que facilita la observación personal y la introspección. Además, puede funcionar como un dispositivo de resolución de dudas en el que nuestra actuación constituye el problema a resolver y la información contiene la solución al problema. Por último, permite etiquetar verbalmente aspectos de la propia vida privada que de otro modo serían difíciles de identificar objetivamente. Muchos tenemos la experiencia de que al contar cosas a un amigo vemos más clara nuestra posición y ordenamos mejor nuestras ideas, la voz interior nos ayudaría a hacer ese proceso sin la presencia de otra persona y a una velocidad vertiginosa.

La voz interior no es universal. Hay personas que no tienen  y les sorprende mucho cuando les cuentan la experiencia, más común, de tener esa vivencia. No tener voz interior es algo que se ha bautizado como anauralia y se correlaciona con la afantasía, la incapacidad para construir imágenes en la mente. El análisis de los datos de 15.000 personas que tomaron parte en el Estudio de Actitudes y Valores de Nueva Zelanda sitúa la proporción de personas con anauralia en el 0,8% de la población. La mayoría sí oímos voces dentro de nuestra cabeza.

Para la mayoría, la voz interior consiste en una sola voz que te habla a ti mismo. Otros viven una situación aún más compleja, el diálogo interior, en el que varias voces vinculadas a distintas posiciones u opiniones se turnan en una forma de conversación imaginaria. En ocasiones las voces tienen perfiles muy marcados y se viven como la presencia constante de distintas «personas» en nuestra mente.

El psicólogo ruso Lev Vygotsky propuso que la voz interior se desarrolla a través de la interiorización gradual de las interacciones lingüísticas moldeadas por la relación social. Vygotsky sostenía que los niños comienzan su vida inmersos en intercambios sociales que, con la aparición del lenguaje, se convierten en conversaciones. Con el tiempo, las palabras que antes se utilizaban para regular el comportamiento de los demás se «vuelven hacia uno mismo» para regular el propio comportamiento del niño. En la etapa preescolar y en los primeros años escolares, este habla autodirigida es principalmente manifiesta y audible, y constituye una etapa del desarrollo conocida como habla privada manifiesta. El niño repite las palabras que ha oído en casa: «No te olvides el cuaderno». A medida que avanza el desarrollo, estos mensajes sonoros se interiorizan hasta convertirse en diálogos internos e inaudibles, lo que marca el desarrollo de la voz interior.

La investigación de las últimas décadas ha confirmado en gran medida la visión de Vygotsky sobre el desarrollo y las funciones de la voz interior. Los adultos podemos movernos con flexibilidad entre la voz interior y la voz privada manifiesta, podemos rumiar con nuestra voz interior o podemos ir hablando solos por la calle, para sorpresa de la gente con la que nos cruzamos.

En algunos pacientes con daño cerebral, el habla interna puede estar preservada, mientras que hay un marcado deterioro en el habla manifiesta. Y lo que es más interesante, otros individuos pueden tener el habla manifiesta preservada, pero al mismo tiempo un deterioro notable en el habla interna. Esta disociación sugiere que cada tipo de voz se apoya en zonas cerebrales distintas. Aunque la voz interior se considera que se desarrolla a partir del habla manifiesta, el proceso de interiorización implica una transformación semántica y sintáctica y, al parecer, la incorporación de nuevos circuitos cerebrales.

No es fácil estudiar la voz interior. En los últimos cuarenta años, cientos de estudios de imagen funcional han examinado la actividad cerebral durante el habla interna. Estos estudios han utilizado diversas tareas que van desde la repetición silenciosa de palabras, la conjugación de verbos, la finalización de frases, la producción de rimas y la lectura silenciosa. Estos estudios apuntan a la implicación de la circunvolución frontal inferior izquierda, y los giros angular y supramarginal izquierdos en la producción y el procesamiento de la voz interior. Estas áreas están conectadas a través de la corriente dorsal del lenguaje.

Las primeras teorías de la conciencia sugerían que cada uno de nosotros tiene un «yo», con gustos, aversiones y motivaciones específicos. Sin embargo, aunque en general nos sentimos como una persona coherente, muchos psicólogos consideran que el yo singular es una ilusión. En su lugar, sostienen, estamos formados por muchos «yoes», cada uno con un conjunto diferente de motivaciones y normas. Esto significa que nuestra cacofonía interior puede ser el resultado de los distintos personajes que conforman nuestro sentido del yo. «Yo como padre», por ejemplo, puedo seguir normas distintas a las de «yo como amigo» y hacer recomendaciones muy diferentes, incluso contradictorias, a mi hijo y a mi mejor amigo.

Hay indicios de que nuestras experiencias infantiles también están en la raíz de los conflictos internos. En 2020, Małgorzata Puchalska-Wasyl, de la Universidad Católica Juan Pablo II de Lublin (Polonia), demostró que las personas cuyos padres discrepaban con vehemencia sobre cómo educarles experimentaban un diálogo interno más intenso y angustioso en la edad adulta, ya que los dos puntos de vista opuestos seguían luchando por lo que es correcto dentro de su cerebro.

Para conocer nuestra voz interior, también puede ser útil identificar quién habla en realidad. Puchalska-Wasyl lo intentó pidiendo a cientos de personas que calificaran a sus portavoces internos más habituales en función de una serie de perfiles emocionales. Su análisis redujo los interlocutores internos a cuatro personajes básicos: el Amigo Fiel, el Rival Orgulloso, el Padre Ambivalente y el Niño Desamparado. El Amigo Fiel es un defensor cariñoso y positivo, siempre dispuesto a dar ánimos y a justificar nuestros errores. En la muestra de Puchalska-Wasyl, esta fue la voz interior más común. En segundo lugar está el Rival Orgulloso, un entrenador positivo que reta a la persona a mejorar. El Padre Ambivalente ofrece amor y apoyo, pero, a veces, una buena dosis de crítica. El Niño Desamparado es el más negativo, pues en general aporta un sentimiento de impotencia y necesidad de apoyo. Determinar qué voz aparece con más frecuencia puede resultar difícil. Una opción es prestar atención a tu diálogo interior y darte cuenta de qué «persona» está hablando y cómo te hace sentir. Dado que los diálogos internos son una herramienta útil en psicología, identificar qué tipo de voz te guía predominantemente puede ayudarte a replantear la conversación para sentirte mejor.

¿Y los que no tienen voz interior cómo piensan? La voz interior es sólo una forma de pensamiento. Nuestro cerebro usa además los sentimientos, la conciencia sensorial y el pensamiento no simbólico, en el que un concepto no está necesariamente unido a palabras u otros símbolos. Cada una de estas formas aparece en alrededor del 25% de los momentos detectados con el muestreo descriptivo de experiencias, pero no todo el mundo las experimenta todas. Más aún, las cuatro «personas» de Puchalska-Wasyl pueden estar presentes, aunque no se comuniquen en esos diálogos internos.

Comprender esta relación entre la voz interior y las habilidades y comportamientos cognitivos puede ayudarnos a tratar problemas de salud mental como la depresión sino también a reaccionar mejor ante el estrés cotidiano. Uno de los problemas es cuando la voz interior es negativa, un proceso común en la esquizofrenia o en los procesos de rumiación que se dan en la depresión o en la ansiedad. Hay formas sencillas de escapar de una voz interior negativa. Una de ellas consiste en buscar cierta perspectiva sobre lo mucho que importa realmente ese parloteo interno. Alejarse mentalmente puede ser tan sencillo como dar un paseo por la naturaleza o mirar las estrellas, buscar una de esas sensaciones de estar abrumado por la inmensidad. Otra técnica utilizada ha sido construir un retrato robot de la voz interior (aspecto con el que la imaginas, edad, tono, palabras habituales) y utilizar ese avatar para establecer una transferencia a un ordenador controlado por un psicólogo, que habla con la imagen de ese retrato robot y el tipo de voz, modificado mediante filtros, que tiene supuestamente la voz interior. Una tercera posibilidad son los rituales. un buen ejemplo pueden ser los gestos de Rafael Nadal antes de sacar, es seguro que junto a los botes de la pelota, el ajustarse la ropa, el apartarse el pelo, está usando su voz interior para fortalecer su estrategia de partido y su espíritu de lucha. Por último, para otros funciona la creación de orden exterior, algo que al parecer repercute en el orden interior. Reorganiza tu cajón de los calcetines y puede que tu voz interior se calme.

Si nada de eso funciona, habla contigo en tercera persona. En una serie de estudios, estresaron a voluntarios pidiéndoles que hicieran una presentación con poca antelación. A la mitad se les dijo que se prepararan con su voz interior pero utilizando su nombre personal o pronombres que no fueran en primera persona, como él, ella o usted. A la otra mitad se les pidió que utilizaran los pronombres en primera persona «yo», «mi» o «me». Los resultados mostraron que el uso de pronombres que no eran la primera persona no sólo proporcionaba cierta distancia psicológica respecto al estrés, sino que también mejoraba su rendimiento. Estas personas se sentían más orgullosas de su presentación y dedicaban menos tiempo a criticarla que los que habían experimentado el estrés de una forma personal. Como otras funciones cerebrales puedes entrenar tu voz interior y hacerla trabajar según las pautas que has decidido. Siempre es bueno tener un amigo más y un crítico menos, especialmente si va siempre contigo.

 

 

Para leer más:

 

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


Una respuesta a «La voz interior»

  1. […] sí cuento esta variante trivial del “hablador entre dientes», es porque ayer leí un articulo donde el autor, Jose Ramon Alonso, hablaba de las voces interiores y de las bondades de esta […]

Muchas gracias por comentar


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