Mortalidad prematura en el autismo

El riesgo de mortalidad prematura entre las personas con autismo es, en comparación con la población general o con hermanos o primos sin TEA, alto. Para estimar dicha diferencia se han hecho estudios de cohortes (Un estudio de cohorte es un estudio epidemiológico, observacional, analítico, en el que se hace una comparación de la frecuencia de un determinado desenlace entre dos poblaciones, una de las cuales tiene TEA y la otra no) en los que se analizaba el número de muertes en la población general y  en la población con autismo. Los estudios previos habían estimado que el riesgo de fallecimiento en la población con TEA es del doble a diez veces el de la población general. Hay diferencias también entre sexos y los ratios de riesgo varían de 3,6 a 20,7 para mujeres y de 1,6 a 7,9 para los hombres.

Un estudio de 2016 realizado en el Instituto Karolinska (Suecia) por el grupo de Hirvikoski  y publicado en el British Journal of Psychiatry muestra que la edad media de fallecimiento para una persona con TEA era de 54 años, en comparación con 70,2 para controles con similares características.  El estudio analizó los registros de 27.122 personas diagnosticadas con TEA entre 1987 y 2009 para ver cuánto habían vivido, cuál fueron las causas de muerte y si había diferencias en función de ser hombre o mujer o por el tipo de autismo que tenían. En esta última variable se dividieron las personas estudiadas en dos grupos: TEA de bajo funcionamiento, donde la persona con TEA tenía dificultades de aprendizaje y TEA de alto funcionamiento, donde la persona afectada tenía inteligencia media o superior a la media. En el primer grupo había 6240 personas (23%) y en el de alto funcionamiento 20.882 (77%). A continuación, los investigadores les emparejaron con una muestra de la población general por edad, sexo y país de origen. La población control estaba formada por 2.672.185 personas, de las cuáles 840.962 (32,5%) eran mujeres y 1.831.223 (68.5%) eran hombres. En el momento del seguimiento habían fallecido 24.358 personas (0,91%) del grupo control y 706 del grupo con TEA (2,60%).

El grupo de investigación también clasificó las causas de muerte según las siguientes categorías de ICD-10 (Clasificación internacional de enfermedades de la OMS): a) Infecciones, b) Neoplasmas, c) Alteraciones endocrinas, d) Trastornos mentales y del comportamiento, e) Enfermedades del sistema nervioso, f) Enfermedades del sistema circulatorio, g) Enfermedades del sistema respiratorio, h) Enfermedades del sistema digestivo, i) Enfermedades del sistema genitourinario, j) Malformaciones congénitas, k) Síntomas, signos y sucesos anómalos no clasificados en el otro grupo, l) Causas externas de morbilidad y mortalidad: suicidio y daño autoinflingido fue analizado por separado de otras causas externas de muerte y m) Otras causas de muerte.

Los investigadores encontraron que los miembros del grupo con TEA tenían una probabilidad 2,56 veces mayor de haber muerto durante el estudio que la gente sin autismo. La mortalidad fue más elevada en todas las categorías de causas específicas de muerte salvo en las infecciones. El mayor riesgo era para las mujeres con autismo de bajo funcionamiento que tenían un riesgo de mortalidad 8 veces mayor que las mujeres de la misma edad sin TEA.

Las personas con TEA de bajo funcionamiento morían, de media, antes de cumplir los 40, a los 39,5 años de media.

Las principales causas de muerte eran trastornos neurológicos como la epilepsia y el suicidio. Las personas con autismo de alto funcionamiento tenían un riesgo de suicidio 9 veces mayor que la población general. Es la única categoría donde el riesgo era mayor en las personas con alto funcionamiento que en las de bajo funcionamiento.

En la mayoría de las categorías diagnósticas, el patrón de riesgo de mortalidad era comparable para hombres y mujeres con TEA. Ello no obstante, los hombres con TEA tenían un riesgo de mortalidad significativamente mayor que las mujeres a causa de enfermedades de los sistemas circulatorio y nervioso. Por otro lado, las mujeres con TEA tenían mayor riesgo relativo de mortalidad que los hombres en enfermedades relacionadas con el sistema endocrino, por malformaciones congénitas y por suicidio.

Estos estudios sugieren que existe una mortalidad prematura en el TEA causada en parte por una mayor vulnerabilidad biológica pero también por escasa atención, problemas de diagnóstico y tratamiento deficiente de distintas comorbilidades. Es decir, es posible que las personas con autismo sean más vulnerables a algunas enfermedades que pueden ser mortales pero también que el sistema sanitario no es igual de bueno a la hora de diagnosticar y tratar las enfermedades de las personas con autismo. Un ejemplo es el suicidio. Los investigadores sugieren que las personas con TEA pueden por un lado tener más riesgo de tener una depresión y, por otro, tener menos probabilidades de ser diagnosticadas de depresión, de tener sistemas de apoyo para ayudarles a afrontar esta enfermedad mental. Esto implica que tienen un riesgo mayor de suicidio por la carencia de un tratamiento adecuado.

 

Para leer más:

  • Cassidy S, Bradley P, Robinson J, Allison C, McHugh M, Baron-Cohen S (2014) Suicidal ideation and suicide plans or attempts in adults with Asperger’s syndrome attending a specialist diagnostic clinic: a clinical cohort study. Lancet Psychiatry 1: 142–147.
  • Hirvikoski T, Mittendorfer-Rutz E, Boman M, Larsson H, Lichtenstein P, Bölte S (2016) Premature mortality in autism spectrum disorder. Br J Psychiatry (3): 232-238.

 

 

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

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