La rubia

El concurso de microrrelatos sobre abogados estaba convocado por el Consejo General de la Abogacía Española y la Mutualidad General de la Abogacía. El microrrelato tenía dos condiciones básicas: la extensión (máximo 150 palabras) y que obligatoriamente tenía que incluir cinco palabras, dispares y poco relacionadas entre sí. Me quedé en 148 palabras (siempre apurando)  e intenté que no se notara el encaje de las cinco palabras obligadas. Las pongo al final de este post por si quieres jugar a distinguirlas, antes de saber cuáles eran. También intenté dar un aroma a novela negra, que me gusta tanto. Por último, en mis amigos abogados siempre hay un toque de humor, de ironía, de combinar dedicación al trabajo y sarcasmo sobre su propia labor. Intenté «llevar» un poco de eso también. Confío que te guste.

Terminé Derecho. Luego, doce meses de soldado en la Acorazada Brunete. En aquella litera, soñaba con la profesión: juicios, testigos, alegatos, declaraciones, escritos, defender la justicia con la ley,… En mis pensamientos, era como los abogados americanos, bebía whisky y atrapaba gángsters y narcotraficantes. También imaginaba que un día llegaba a mi despacho una rubia despampanante y me decía. “Necesito que me ayudes”.

Volví a casa. Tres años de pasante y abrí un bufete con mi hermano mayor, que se había hartado de preparar oposiciones. Para lo que hay por ahí, no nos llevamos mal. Yo tengo alergia a los números y él a vivir pobremente. Hoy ha venido una rubia despampanante a mi despacho. Me ha mirado a los ojos con unos semáforos verdes rodeados de pestañas y me ha dicho “necesito que me ayudes”. Es mi cuñada. Mi hermano no me lo va a perdonar jamás.

Las cinco palabras de inclusión obligatoria eran: Testigo, Declaración, Alergia, Soldado y Escrito.

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