Los ácidos grasos omega-3 (ω-3) son un grupo de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga y de cadena muy larga que se encuentran en alta proporción en los tejidos del pescado azul y ciertos mariscos y en algunas fuentes vegetales tales como el aceite de soja, el aceite de canola, las nueces y las semillas de linaza.
Los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega-3, especialmente el ADH, son componentes estructurales de las membranas celulares, especialmente en el sistema nervioso central. Contribuyen al crecimiento y la diferenciación neuronal, a la sinapsis, a la agudeza visual e incluso a la regulación de la expresión génica. Además, regulan los sistemas antiinflamatorios y de estrés oxidativo. Los docosanoides derivados del ADH, a saber, las D-resolvinas, las protectinas y las maresinas, son importantes mediadores lipídicos en la inflamación y, en particular, en la neuroprotección que inhibe la apoptosis neuronal, la muerte neuronal programada.
Hasta hace poco había tres metaanálisis sobre los suplementos con ácidos grasos en el TEA. Dos de ellos (Agostoni et al., 2017; Horvath et al., 2017) no encontraron ningún beneficio en la administración de ácidos grasos omega-3. Sin embargo, Cheng et al. (2017) concluyeron que la suplementación con ácidos grasos omega-3 parecía mejorar la hiperactividad, el letargo y la estereotipia en pacientes con TEA, aunque no se veían cambios positivos en el funcionamiento general.
De la Torre y su grupo (2022) han analizado los perfiles de ácidos grasos del plasma y de los eritrocitos antes y después de suplementar con ácidos grasos (ADH y AEP) en niños con TEA, de acuerdo con las recientes recomendaciones de dosis y tiempo de tratamiento, y ambos comparados al inicio con un grupo sano de referencia. Las posibles mejoras clínicas se evaluaron cualitativamente con pruebas clínicas validadas.
El estudio se hizo doble ciego, aleatorio y controlado con placebo. Se administró ADH/AEP durante 6 meses a 54 niños de entre 2 y 6 años diagnosticados de TEA. Fueron seleccionados y asignados aleatoriamente en dos grupos: 19 niños recibieron 800 mg/día de ADH y 25 mg/día de AEP, o placebo.
Los principales resultados fueron que no hubo diferencias en las características demográficas, antropométricas y en la ingesta de omega-3 entre el grupo de referencia control y los niños con TEA al inicio del estudio. Los niños con TEA mostraron mayores porcentajes plasmáticos de ácido palmítico y de ácidos grasos saturados totales y menores ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) omega-6 totales en comparación con los niños sanos. Se detectó un mayor nivel de ADH y un menor nivel de AEP en los eritrocitos en el grupo con TEA frente al grupo de referencia. Tras 6 meses de tratamiento, el grupo de TEA que recibió el producto enriquecido con ADH aumentó significativamente los porcentajes plasmáticos y eritrocitarios de ADH, pero no se observaron diferencias en las puntuaciones de las pruebas clínicas y otros parámetros como las citoquinas plasmáticas entre los dos grupos de TEA relacionados con la intervención.
La conclusión del estudio es que los niños españoles con TEA presentan unos niveles adecuados de ácidos grasos omega-3 en plasma y eritrocitos. No se ha encontrado una mejora clínica de los niños con TEA ni un mejor estado antiinflamatorio o un mejor perfil de ácidos grasos tras una intervención con ADH/AEP durante 6 meses. Por lo tanto, la prescripción de ácidos grasos omega-3 en los TEA sólo debería indicarse tras confirmarse una alteración del metabolismo de los ácidos grasos o una deficiencia de ácidos grasos omega-3 evaluada por el estado específico de los ácidos grasos en los eritrocitos y no como un tratamiento en búsqueda de una mejora en los síntomas del TEA.
Para leer más:
- Agostoni C, Nobile M, Ciappolino V, Delvecchio G, Tesei A, Turolo S, Crippa A, Mazzocchi A, Altamura CA, Brambilla P (2017) The role of omega-3 fatty acids in developmental psychopathology: a systematic review on early psychosis, autism, and ADHD. Int J Mol Sci 18: 2608.
- Cheng YS, Tseng PT, Chen YW, Stubbs B, Yang WC, Chen TY, Wu CK, Lin PY (2017) Supplementation of omega 3 fatty acids may improve hyperactivity, lethargy, and stereotypy in children with autism spectrum disorders: a meta-analysis of randomized controlled trials. Neuropsychiatr Dis Treat. (2017) 13:2531–43.
- De la Torre-Aguilar MJ, Gomez-Fernandez A, Flores-Rojas K, Martin-Borreguero P, Mesa MD, Perez-Navero JL, Olivares M, Gil A, Gil-Campos M (2022) Docosahexaenoic and Eicosapentaenoic Intervention Modifies Plasma and Erythrocyte Omega-3 Fatty Acid Profiles But Not the Clinical Course of Children With Autism Spectrum Disorder: A Randomized Control Trial. Front Nutr 9: 790250.
- Horvath A, Łukasik J, Szajewska H (2017) ωV-3 fatty acid supplementation does not affect autism spectrum disorder in children: a systematic review and meta-analysis 1-3. J Nutr 147: 367–376.
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