El argumento es sencillo: el Dr. John Carpenter es un médico que trabaja en una clínica de un suburbio, un pequeño centro de una gran ciudad que atiende a una población desfavorecida, un gueto de portorriqueños. De repente recibe una oferta inesperada, tres mujeres se ofrecen a ayudar en el dispensario. En aquel centro saturado de trabajo disponer de las tres jóvenes voluntarias es un auténtico regalo del cielo.
Carpenter sugiere que ese autismo de la niña está causado por el rechazo de su madre y recomienda «reducir su rabia».
Era una técnica en boga en los años 1970, el llamado «abrazo forzado». La terapia de abrazo forzado consiste en que una persona, normalmente la madre, abrace estrechamente a su hijo autista de forma que se garantice el contacto visual entre ambos. El objetivo es provocar deliberadamente la angustia del niño, hasta que éste necesite y acepte el consuelo. Los partidarios de esta pseudoterapia afirman que puede utilizarse con muchachos autistas de hasta 18 años y afirman que mejora la relación entre el niño y los padres, y que aumenta la capacidad del niño para relacionarse con los demás. No es verdad.
La secuencia de la terapia consta de tres etapas. Durante la primera etapa (confrontación), la madre y el niño se colocan de forma que estén físicamente cerca y tengan contacto visual, forzado si es necesario. Esto lleva a la segunda etapa (rechazo), en la que el niño puede luchar contra la contención.
Actualmente está afortunadamente en desuso. La hipótesis de partida era que se suponía que en la infancia temprana no se había dado el suficiente cariño al niño y había que compensarlo con un abrazo mantenido durante un tiempo prolongado. Los partidarios de la terapia de abrazo forzado afirman que esta falta de vínculo crea un «desequilibrio emocional dominado por la ansiedad». Este desequilibrio supuestamente impediría que el niño fuese capaz de aprender de las interacciones con los demás y conduce al retraimiento social. Todo basura sin ningún fundamento científico.
La terapia del abrazo forzado se basa también en otra teoría igualmente falsa y peligrosa sobre el autismo: el hecho de que la persona elige deliberadamente «rechazar» a los demás y que puede ser reconducida a la normalidad. Varios investigadores especializados en el abuso de niños y adultos con discapacidad señalan como factores de riesgo específicos del abuso el pretender que la persona con discapacidad adquiera una apariencia normal y la creencia errónea de que está persona escoge deliberadamente el portarse «mal».
Lo único que la técnica de abrazo forzado generaba era mucho sufrimiento, tanto para el muchacho como para la madre. Muchas personas con autismo tienen un tacto hipersensible lo que les lleva a rechazar el contacto físico. Cualquier toque amistoso se percibe, en algunos de ellos, como una invasión agobiante de su espacio personal. Además, muchas personas con autismo se estresan ante cualquier tipo de restricción de movimiento y un abrazo mantenido en el tiempo es precisamente eso. Mantener un abrazo forzado a un niño que rechaza ser tocado generaba una experiencia aterradora donde madre e hijo terminaban extenuados emocional y físicamente. Claire Sainsbury, una persona con autismo escribía «Yo he visto fotos de niños que han estado bajo este tratamiento y no puedo soportar mirarlos por más de un segundo, porque el dolor y el terror en sus rostros son muy grandes.
Incluso los propios partidarios de esta terapia admiten que causa una gran angustia y sufrimiento en el niño, pero ven esto como una llave para una cura milagrosa.
Bryna Siegel escribió: «Cuando esta terapia se popularizó por vez primera a finales de los años 80, nosotros intentamos estudiarla experimentalmente…El problema era que, cuando no daba resultado, el terapeuta se limitaba a decirles a los padres que no la estaban practicando con la suficiente frecuencia …o que tal vez no ponían sus corazones en ello cuando la practicaban.»
Por el contrario, existen buenas razones para creer que esta terapia puede ser extremadamente dañina y traumática.
Aclarado que la técnica del abrazo forzado es una más de las muchas pseudoterapias que rodean al autismo, volvamos a la película. Las tres mujeres reciben los piropos y comentarios soeces de algunos pacientes y se genera un romance entre el Dr. Carpenter y una de las monjas, la hermana Michelle, interpretada por Mary Tyler Moore, pero el bueno del doctor no sabe que la diana de su pasión tiene ya un compromiso previo.
Bueno, y lo que todos estáis queriendo saber ¿vence la vocación religiosa o vence el amor? La película termina con la Hermana Michelle y la hermana Irene entrando a una iglesia para rezar, para implorar ayuda divina a la hora de saber qué camino seguir.
Para leer más:
- Sainsbury C (1999)Terapia del Abrazo Forzado (Holding therapy): Una perspectiva autista. https://studylib.es/doc/370402/terapia-del-abrazo-forzado–holding-therapy—una
- Siegel B (1996) The world of the autistic child. Oxford University Press, 1996.
Gracias por introducirnos a esta película curiosísima de Elvis, y al repaso y crítica del la «terapia» «abrazo forzado». Es tan importante recordar y criticar las prácticas dañinas que se han surgido a través de los años.
La entrada no menciona una nueva terapia or práctica recomendada a los padres de niños con autismo – «FloorTime»
( https://www.autismspeaks.org/floortime-0 ) que quizás se pueda contrastar con mucho provecho a lo que se practicaba hace 50 años.