Dos milenios antes de que los psicólogos modernos se enfrentaran al problema de la continuidad en el tiempo de un mismo ser, el historiador, biógrafo y ensayista griego Plutarco lo examinó con más lucidez que nadie antes o después que él. El problema, conocido como La nave de Teseo o La paradoja de Teseo, es esbozado en su obra maestra biográfica Vidas escrita en el siglo I. El barco de Teseo es considerado un ejemplo de un tipo particular de experimento, el experimento mental, una situación hipotética en la que se plantea una hipótesis, una teoría o un principio con el fin de reflexionar sobre sus consecuencias. Hans Christian Ørsted fue el primero en utilizar el término alemán Gedankenexperiment («experimento de pensamiento») hacia 1812, que luego ha sido traducido a todos los idiomas cultos. Mucho más tarde, Ernst Mach utilizó el término Gedankenexperiment de una manera diferente, para denominar al desarrollo imaginario de un experimento que posteriormente sería llevado a cabo como un experimento físico real por sus alumnos. La experimentación física y la mental podrían entonces ser contrastadas: Mach pedía a sus alumnos que le dieran explicaciones siempre que los resultados del experimento físico real diferían de los del anterior experimento imaginario.
Vayamos a la historia. Teseo es fundador de Atenas y será rey. Atenas debía enviar un tributo al rey Minos de Creta, que consistía en el sacrificio de siete doncellas y siete jóvenes, que serían devorados por el monstruo Minotauro.
El barco debía mantenerse en condiciones de navegar, ya que, a cambio del éxito de la misión de Teseo, los atenienses se comprometieron a honrar a Apolo todos los años a partir de entonces. Así, los atenienses enviaban una misión religiosa a la isla de Delfos (uno de los santuarios más sagrados de Apolo) en la galera estatal ateniense -el propio barco de Teseo- para rendirle pleitesía al dios. El barco estuvo durante siglos anclado en el puerto de Atenas, en los que tuvo que ser reparado muchas veces.
Recordemos la historia de la paradoja según la cuenta el mismo Plutarco:
La nave en la que regresaron Teseo y los jóvenes de Atenas tenía treinta remos, y fue conservada por los atenienses hasta la época de Demetrio de Falero, pues quitaron las tablas viejas a medida que se deterioraban, y ponían en su lugar maderas nuevas y más fuertes, de modo que esta nave se convirtió en un ejemplo permanente entre los filósofos para la cuestión lógica de las cosas que crecen; una parte sostenía que la nave seguía siendo la misma, y la otra sostenía que no era la misma.
El mismo Plutarco se pregunta: Si el barco en el que navegó Teseo ha sido tan reparado y se han sustituido casi todas las piezas, ¿sigue siendo el mismo barco? y, si no, ¿en qué momento dejó de ser el mismo barco?
¿Quién eres? ¿La persona que eres hoy? ¿La de hace cinco años? ¿Quién serás dentro de quince años? ¿Y cuándo eres tú? ¿Esta semana? ¿Hoy? ¿Esta hora? ¿Este segundo? ¿Y qué aspecto de ti es «tú»? ¿Eres tu cuerpo físico? ¿Tus pensamientos y sentimientos? ¿Tus acciones? ¿Tus valores? ¿Tus recuerdos?
Hay también aspectos culturales. Douglas Adams, escritor y guionista radiofónico y famoso autor de La guía del autoestopista galáctico relata en su libro Last chance to see esta vivencia:
Recuerdo que una vez en Japón, fui de visita al Kinkakuji en Kioto y me sorprendí al observar lo bien que el templo había resistido el paso del tiempo desde que fuera construido en el siglo catorce. Entonces me explicaron, que en realidad el edificio no había resistido, ya que de hecho se había quemado hasta los cimientos dos veces durante este siglo. Por lo que le pregunté a mi guía japonés
- ¿O sea que no es el edificio original?
- Al contrario, por supuesto que es el original -me contestó, un tanto sorprendido por mi pregunta.
- ¿Pero no se incendió?
- Sí.
- Dos veces.
- Muchas veces.
- Y fue reconstruido.
- Por supuesto. Es un edificio histórico importante.
- Con materiales completamente nuevos.
- Por supuesto. ¡Si se había incendiado!
- Pero entonces, ¿cómo es posible que sea el mismo edificio?
- Siempre es el mismo edificio.
Y tuve que admitir que este era un punto de vista perfectamente racional, solo que partía de un postulado completamente inesperado. La idea del edificio, la finalidad del mismo y su diseño, son todos conceptos inmutables y son la esencia del edificio. El propósito de los constructores originales es lo que sobrevive. La madera de la que está construido decae y es reemplazada todas las veces que sea necesario. «El preocuparse por los materiales originales, que solo son recuerdos sentimentales del pasado es no saber apreciar al edificio».
A partir de esta observación, un grupo significativo de estudiosos de la psicología consideraría el barco no como una cosa, ni siquiera como una colección de piezas objetivamente existentes (mástiles, cuadernas, remos..), sino como una estructura organizativa que tiene una continuidad perceptiva.
Para leer más:
- Adams D, M Carwardine (2018) Last chance to see. Ballantine Books, Nueva York.
- House LLC, 2018. Grand S (2003). Creation: Life and how to make it. Harvard University Press, Cambridge, Mass.
- Popova M (2016) The Ship of Theseus: A Brilliant Ancient Thought Experiment Exploring What Makes You You. Brain Pickings https://www.brainpickings.org/2016/03/08/plutarch-the-ship-of-theseus-ted-ed/
2 respuestas a “El barco de Teseo”
Hace años tengo en el pensamiento que realmente somos «maquetas», una suerte de modelos, a escala reducida, de algo a lo que llamamos nuestra vida.
Una especie de «proyecto» que nos permite tener una idea aproximada, de cómo será y cuánto nos costará, la obra final. Aunque en realidad nunca llegará a estar definitivamente concluida ni podremos conocer su coste.
Vaya, una buena reflexión filosófica. Muchas gracias.
Un saludo.