Muchas veces se dice que la educación tiende a reproducir la sociedad en la que vivimos y, en parte, parece lógico que sea así. Sin embargo, su propósito debe ir más allá y educar es perseguir el sueño de transmitir lo que queremos ser, no lo que somos; mejorar, no perpetuar los errores, que la nueva generación sea consciente de los fracasos de la anterior y los supere. Son muchos los pasos que ya hemos dado en cuestiones de inclusión, de atención a la gran diversidad del alumnado, de no discriminación, y nuestra escuela ofrece una educación no segregadora, gratuita y universal, donde hombres y mujeres reciben la misma formación; pero educar en igualdad significa algo más que la convivencia de niños y niñas en una misma aula.
Los estereotipos negativos de género se repiten en contextos educativos, familiares y sociales y no es extraño que se integren en la mente de los niños a edades muy tempranas. Uno de los ejemplos más asimilados por niños y niñas tiene que ver con la inteligencia; durante la etapa de Educación Infantil, debe haber algo que no hacemos bien para que las niñas, al llegar a los seis años, crean que son menos inteligentes que sus compañeros varones. Destacar es azul y la bondad es rosa (Bian et al., 2017). Esta falta de confianza en ellas mismas les hace alejarse de ciertos retos que consideran no asumibles, como estudiar ciencias o matemáticas, o construir un puente con bloques. Los chicos se lanzan a actividades que suponen un riesgo y un desafío y le tienen menos miedo al fracaso. La confianza que tengamos en las niñas y unas altas expectativas por parte de educadores y familia, sin caer en la exigencia del perfeccionismo, son un buen punto de apoyo para ellas.
Un estudio desvela también que tanto las niñas como los niños de entre 3 y 7 años ya relacionan los juguetes con su género influidos por factores tradicionales y de género que asimilan en la familia, la escuela y a través de los medios de comunicación (Martínez Reina y Vélez Cea, 2009). En esta etapa de Educación Infantil el alumnado es muy receptivo y absorbe vivencias propias y ajenas (cuentos, canciones, juegos en el patio, materiales didácticos, tareas en el aula, el lenguaje y su intencionalidad, etc.), por lo que constituye la etapa idónea para que unos y otras asimilen pautas de conducta igualitarias.
El papel del docente es fundamental como ejemplo y como transmisor de valores de equidad y tolerancia entre mujeres y hombres. Pero aún hoy, muchos educadores respaldan los estereotipos culturales de género (a menudo dicen que las niñas son más tranquilas y se portan mejor que los niños) y tienen prejuicios personales (muestran preferencias por alumnos del mismo género que ellos mismos, la maestra por las niñas y el maestro por los niños). Estos prejuicios pueden ser explícitos (argumentados conscientemente), o implícitos (sostenidos de forma inconsciente). Es evidente que estos sesgos tienen mucho peso en la conducta de los docentes:
Otro sesgo lo podemos encontrar en el recurso tan ingenuo y motivador de las actividades por rincones; es cierto que cada vez son menos los maestros que organizan estos rincones en función de roles estereotipados pero todavía podemos encontrar la zona de los disfraces para niñas y la de los bloques de construcción para niños. Sí, nos llevamos las manos a la cabeza pero estas actividades podrían ser aceptadas e incluso propuestas por algunas familias para las que sigue siendo algo prohibido que los niños se disfracen de mariposas o arrullen a muñecos-bebés, y las niñas se dediquen a trastear con un destornillador de juguete.
En tercer lugar, los maestros pueden promover los prejuicios de género de los niños al darle importancia al concepto de género cuando lo utilizan en la organización de la clase. En un estudio, se pidió a los maestros que usaran el género para etiquetar a los niños y que organizaran las actividades según éste, por ejemplo, pidiendo a los alumnos que hicieran una fila de niños y otra de niñas para salir al recreo todos los días. En otra aula, el maestro o la maestra ignoró el género de sus alumnos al preparar actividades. Los niños pequeños cuyos maestros etiquetaron y usaron el género para cualquier actividad, mostraron niveles más altos de estereotipos de género interiorizados que sus compañeros del aula sin etiquetas (Bigler, 1995).
Frases como «el pelo corto es de niños, no de niñas» o «tú no puedes jugar a los coches porque eres una chica» pueden incluso ir acompañadas de insultos o de la no aceptación en el grupo por parte de los cumplidores de roles estereotipados hacia quien no se ajuste a esas normas. Esa conducta precisa una intervención del maestro que puede enseñar a los niños pequeños a reconocer y desafiar los comentarios sexistas de sus compañeros (Bigler y Pahlke, 2019). Podemos pensar que son demasiado pequeños para estar atentos a sesgos, pero una reflexión y un diálogo adecuados puede poner las bases de un pensamiento crítico como estrategia para una identidad asertiva. Es importante señalar que en las etapas de 0 a 3 años y de 3 a 6, la mayoría de los educadores son mujeres, maestras, y, por lo tanto, estas han de ser muy cuidadosas con sus propios prejuicios, con cuentos tradicionales, con roles asistenciales estereotipados, con el lenguaje, etc.
Los docentes y los compañeros influyen en la perspectiva de género de un niño o una niña, por mucho peso que tenga la familia en estas cuestiones. Desafortunadamente, los maestros reciben relativamente poca formación para reconocer y combatir los estereotipos y prejuicios —propios y ajenos— y, como consecuencia, a menudo transmiten y refuerzan las bases para la desigualdad de género entre sus alumnos. En lugar de contrarrestarlos, demasiadas escuelas crean y mantienen estereotipos, prejuicios y diferencias de género tradicionales. Son necesarios más educadores comprometidos con la igualdad y la tolerancia, que promuevan una interacción inclusiva no discriminatoria.
Sería bueno que los planes de estudio de los grados en Educación Infantil y Primaria incluyesen una dimensión de género, estrategias para evitar prejuicios, herramientas para combatirlos, recursos para erradicarlos y pautas para cambiar roles. Es indispensable, además, que en etapas superiores todo el profesorado siga esas pautas de convivencia que ya no pueden ser aplazadas por más tiempo. Pautas que les ayudan a mejorar aún más su trabajo como educadores.
Referencias
- Beilock SL, Gunderson EA, Ramirez G, Levine SC (2010). Female teachers’ math anxiety affects girls’ math achievement. PNAS 107(5), 1860–1863. DOI: 10.1073/pnas.0910967107.
- Bian L, Leslie SJ, Cimpian A (2017). Gender stereotypes about intellectual ability emerge early and influence children’s interests. Science 355(6323), 389–391. DOI: 10.1126/science.aah6524.
- Bigler RS (1995). The Role of Classification Skill in Moderating Environmental Influences on Children’s Gender Stereotyping: A Study of the Functional Use of Gender in the Classroom. Child Development 66(4), 1072–1087. DOI: 10.2307/1131799.
- Bigler RS, Pahlke E (2019). “I disagree! Sexism is silly to me!” Teaching children to recognize and confront gender biases. En Mallett RK, Monteith MJ (eds.), Confronting Prejudice and Discrimination: The Science of Changing Minds and Behaviors. Academic Press. DOI: 10.1016/B978-0-12-814715-3.00012-6.
- Martin CL, Fabes RA (2001). The stability and consequences of young children’s same-sex peer interactions. Developmental Psychology 37(3), 431–446. DOI: 10.1037/0012-1649.37.3.431.
- Martínez Reina MC, Vélez Cea M (2009). Actitud en niños y adultos sobre los estereotipos de género en juguetes infantiles. Ciencia Ergo Sum 16(2), 137–144. Disponible en https://www.redalyc.org/pdf/104/10411360004.pdf.
4 respuestas a “Docentes y estereotipos de género”
Soy maestra de Educación Infantil desde hace treinta años, estoy completamente de acuerdo en que el grado de Educación infantil y primaria tenían que incluir la dimensión de género, así como muchas otras enseñanzas que no son el tema de hoy.
Sin embargo, tengo que decir que he visto cambiar mucho las cosas a lo largo de mi trayectoria profesional y somos muchas las docentes de Educación Infantil que hacemos un esfuerzo diario en favor de la igualdad teniendo muchas veces que desaprender nosotras mismas prejuicios instalados en nuestras mentes aunque no seamos conscientes de ello.
Quiero comentar también que la ciencia y la matemática están muy presentes en mi clase, que me he formado mucho para que así sea y poder acercarla al mundo infantil con ilusión pero también con el rigor que requiere, sé, porque te sigo hace tiempo, desde un congreso de neurociencia y educación al que asistí y eras ponente, que todo está documentado, pero he sentido tristeza al comprobar que aunque se hacen esfuerzos queda tanto camino por hacer…
Confío mucho en las nuevas generaciones de maestras ¡Ojalá comprendan de verdad la importancia que esto tiene.
Estimada Mayte:
Muchas felicidades por su gran labor docente y por el esfuerzo que supone estar al día en 1000 cuestiones formativas. Gracias por acercar en sus clases la ciencia y las matemáticas a niños y niñas. Y mucho ánimo en esta etapa compleja que vivimos. Sí, yo también confío en los futuros maestros. Un afectuoso saludo.
Creo que el problema de la educación no es la ideología de género, ni el lenguaje inclusivista, ni la permisividad en todo, ni la tolerancia hacia la comunidad LGTB, el respeto a las diferencias, etc. El problema con la educación es que se educa para meter a todos en una competencia por el éxito, entendiendo que el éxito es ganar poder y dinero. Se inculca que hay que prepararse muy bien para poder ser alguien en la vida, para triunfar y lograr riquezas y cosas materiales. Vivimos en un mundo de competencias en donde cada día hay menos valores morales, ética y espíritualidad. Después de todo, es un correr tras viento, como dijo Salomón, pues muy pronto termina todo y nadie se lleva nada.
Confío en que la educación no se acerque nunca a todo eso que usted sugiere. Estaríamos perdidos como sociedad y como especie inteligente y humana. Gracias por el comentario.