La mirada preferente

Cómo llegamos a conocer y comprender el mundo en el que vivimos -objetos animados, otras personas, nosotros mismos- es un tema que ha dejado perplejos y fascinados a los pensadores y científicos durante mucho tiempo. De los profesionales encargados de reflexionar sobre estos temas en Occidente, han surgido dos líneas de pensamiento. Los nativistas, en la tradición de Descartes, consideran que el conocimiento está incorporado en el sistema nervioso del bebé (a lo sumo se necesita una pizca de experiencia para despertar nuestras «ideas innatas»). Los empiristas, por otro lado, ven el conocimiento como algo cuidadosamente construido a partir de nuestras experiencias sensoriales en el mundo, formado paso a paso desde el momento en que nacemos. 

Robert Lowell Fantz (1925-1981) fue un psicólogo del desarrollo que fue pionero en los estudios sobre la percepción infantil. El paradigma de la mirada preferente introducido por Fantz en 1961 se utiliza ampliamente en la actualidad en estudios de desarrollo cognitivo y categorización por parte de bebés y niños.

La técnica de la mirada preferente o preferencial es «un método experimental para evaluar las capacidades perceptivas de los individuos no verbales, entre los que se incluyen, por ejemplo, los bebés humanos y los animales no humanos». El fundamento es muy sencillo: si ponemos a un grupo de bebés dos imágenes y la mayoría de ellos miran durante más tiempo al segundo estímulo, esto sugiere que los pequeños pueden discriminar entre ambas fotografías. Este método se ha utilizado abundantemente en la ciencia cognitiva y la psicología del desarrollo para evaluar el carácter de los sistemas perceptivos del bebé o del niño y, por extensión, las facultades cognitivas innatas.

El estudio realizado por Robert L. Fantz es uno de los más simples, pero más importantes en el campo del neurodesarrollo y la visión infantil. En 1961, cuando se llevó a cabo este experimento, había muy pocas maneras de estudiar lo que pasaba por la mente de un bebé. Fantz se dio cuenta de que la mejor manera de resolver este enigma era simplemente observar las acciones y reacciones de los bebés. Para él, antes de que los niños pudiesen explorar el mundo con sus manos y sus pies lo hacían intensamente con sus ojos. Comprendió, y fue el factor básico de su investigación, que si los humanos tenemos cerca algo de interés, lo miramos. En estos experimentos un investigador o examinador observa el comportamiento del niño siguiendo su mirada para determinar qué estímulo capta su atención. Nuevos avances tecnológicos permiten ahora medir con precisión hacia dónde miran sus ojos, estableciendo los tiempos que recorre con su mirada en cada punto de la escena que tiene delante.

Fantz trabajaba en la Case Western Reserve University e introdujo en 1961 el paradigma de la preferencia visual al poder demostrar que los bebés miran más tiempo a imágenes con patrones (por ejemplo, a cuadros) en lugar de a imágenes uniformes. En 1964, Fantz extendió esta idea a las situaciones de habituación, para mostrar que después de múltiples exposiciones a la misma imagen y a una imagen diferente, el bebé mostraba gradualmente una preferencia por el estímulo novedoso.

El investigador podía ahora estimar la capacidad discriminatoria y perceptiva del niño mostrando diferentes imágenes en situaciones altamente controladas y observando qué cambios en los escenarios el niño percibiría como novedosos.

Para probar este concepto, Fantz construyó lo que él llamó la «looking chamber», la cámara de observación. Esta cámara es un gran cajón donde los bebés son colocados tumbados en la parte inferior, y se les muestra en la parte superior distintos patrones (el experimento original utilizó  seis patrones diferentes, con varios colores y diseños distintos). El investigador, desde un punto invisible para el niño, mira el ojo del bebé para determinar qué muestra está observando y mide el tiempo que el bebé pasa  mirando cada patrón utilizando un cronómetro. La técnica original se ha mejorado con aparatos (eye-trackers) que miden la dirección de la mirada del niño de una forma automática, más exacta, fiable y cómoda.

Desde el estudio original de Fantz, él y otros investigadores han explorado más a fondo el tema de las preferencias de los bebés por diferentes patrones visuales.  En otro experimento Fantz presentó a los bebés cuatro patrones: un ojo de buey, un texto impreso en blanco y negro, un rostro y un patrón que parecen dos ojos. Fantz pensaba que el texto impreso sería probablemente el que los bebés mirarían durante el mayor tiempo posible, por ser el más complejo. Sin embargo, encontró que los bebés preferían mirar a un rostro humano (algo que ven en todas partes todo el tiempo) durante un período de tiempo más largo que a cualquier otro patrón de imagen. Este estudio demostró que un bebé de dos meses miraba el doble de tiempo a la cara humana que a un patrón parecido. Fantz sugirió que esto se debe a que los bebés nacen con una capacidad innata de reconocer un rostro humano, sabiendo que es un humano el que va a alimentarlo y a proporcionarle cuidados. Esto sugiere que los seres humanos tienen preferencias innatas. Otro resultado de esta investigación es que los bebés, en general, prefieren mirar patrones complejos en vez de patrones simples. Antes de este experimento se pensaba que los bebés miraban un mundo caótico del que no extraían mucho sentido.

Se han sacado conclusiones de experimentos de mirada preferente sobre el conocimiento que poseen los niños. Por ejemplo, si los bebés discriminan entre los estímulos que siguen las reglas y los que las violan -en caso de que miren más tiempo, de media, a estos últimos que a los primeros- permitiría llegar a la conclusión de que los bebés conocen las reglas. Pongamos un ejemplo: a cien niños se les muestra un objeto o un ser que parece teletransportarse, es decir, se le ve en un sitio de una pantalla y de repente se le ve en el otro extremo. Eso viola la regla de que los objetos se mueven en trayectorias continuas, donde cada imagen es contigua a la anterior. A otros cien niños similares se les muestra un objeto que se comporta de manera casi idéntica al objeto del grupo 1, excepto que este objeto no se teletransporta. Si el primer estímulo induce tiempos de observación más largos que el segundo, entonces, según el argumento, los bebés esperan que los objetos obedezcan la regla de continuidad, y se sorprenden cuando se viola esta regla. Algunos investigadores han sugerido, de algunos de estos experimentos, que los bebés tienen un conocimiento innato de esas reglas cuya violación pueden discriminar perceptualmente. Las críticas a esta tesis de la innaturalidad incluyen que el bebé ya ha adquirido suficiente experiencia en objetos no teletransportados para justificar su sorpresa, y que los objetos teletransportados atraen la atención por razones distintas a la violación de la expectativa. Los resultados de los experimentos de mirada preferente han sugerido que los humanos poseemos de forma innata conjuntos de creencias sobre cómo interactúan los objetos («física popular» o «mecánica popular») y sobre cómo interactúan los seres animados («psicología popular»).

Lo estudios de Fantz tuvieron una derivada insospechada: si los niños son especialmente buenos para los contrastes, los patrones complejos, las formas geométricas, algunos padres y algunas empresas se plantearon ¿por qué no nos dejamos de colores pastel y hacemos que su mundo sea muy contrastado, en  blanco y negro? Para estos bebés, su habitación o la guardería es más como un estudio de artes gráficas, un mundo en blanco y negro lleno de diseños geométricos. El New York Times en 1989 explicaba que «Hay tanta nueva parafernalia en blanco y negro en el mercado que el bebé moderno puede ir coordinado en estos colores durante todo el día, desde el primer arrullo de la mañana hasta el último eructo a la hora de dormir. Las cunas, sábanas, edredones, cómodas y papel pintado vienen en blanco y negro. También los cochecitos, las bolsas de pañales, los adornos de pared, los edredones, los biberones, los peluches y la ropa».

Los minoristas y diseñadores de artículos para bebés confirmaron el fuerte interés de los padres en este nuevo aspecto de la guardería, especialmente en las comunidades urbanas prósperas: «Nuestras ventas de mercancía en blanco y negro han saltado de menos del 1 por ciento de nuestro negocio al 20 por ciento en los últimos seis meses», dijo Ronald Sommers, director de marketing de Bellini, una cadena de franquicias de muebles infantiles y juveniles. Jane Hason, presidenta de Little Vikings, una fabricante de ropa de cama para niños confirmó «Nuestra línea en blanco y negro ha sido la más vendida, el 50 por ciento de nuestro negocio esta temporada».

La American Psychology Foundation ha instituido el premio anual Robert Fantz Memorial Award para la investigación en «el desarrollo perceptivo-cognitivo y el desarrollo de la atención selectiva»; y también «el desarrollo de la individualidad, la creatividad y la libre elección del comportamiento». Quizá podrían recibir la esponsorización de esas tiendas de moda para bebés.

Para leer más:

  • Fantz RL (1959) Pattern vision in young infants. Psychol Rec 8: 43–47.
  • Fantz RL (1961) The Origin of Form Perception. Sci Am 204(5): 66-73.
  • Fantz RL (1963) Pattern Vision in Newborn Infants. Science 140(3564): 296-297.
  • Fantz RL, Ordy JM (1959) A visual acuity test for infants under six months of age. Psychol Rec 1959; 9: 159–164.
  • Fantz RL, Ordy JM, Udelf MS (1962) Maturation of pattern vision in infants during the first six months. J Comp Physiol Psych 55: 907–917.
  • Lawson C (1989) Tiny Tech’s First Steps. The New York Times 11 de mayo. https://www.nytimes.com/1989/05/11/garden/tiny-tech-s-first-steps.html

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

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BNEDialNetGredosLibrary of Congress


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