¿Cómo podemos facilitar nuestro aprendizaje o el de nuestros alumnos? Somos capaces de aprender durante toda la vida porque la plasticidad de nuestro cerebro nos permite modificar estructuras neuronales cuando adquirimos conocimientos nuevos. Al entrenarnos en una nueva habilidad se van consolidando sinapsis preexistentes y formando otras nuevas hasta que conseguimos una destreza o un conocimiento, algo que aprendimos con éxito. Sin embargo, el camino puede ser más o menos costoso y para optimizarlo contamos con los resultados de investigaciones recientes sobre el proceso de aprendizaje. Estos hallazgos nos proporcionan herramientas para aprovechar al máximo el esfuerzo que supone cualquier aprendizaje partiendo siempre del deseo de querer hacerlo. El reto está ahí: aprender un idioma nuevo, tocar un instrumento, seguir una estrategia para hacer puzles o atreverse con el ganchillo. Conocer algo que antes no sabíamos.
Los diez hallazgos sobre la manera de aprender que detallaremos a lo largo de dos entradas son también válidos para nuestros alumnos. Ellos se enfrentan al desafío de superar un sistema reglado que les pone delante de pruebas de diversas materias.
Vamos con ellos:
- Encontrar el horario óptimo.
Si somos mayores, es fundamental conocer este estudio reciente porque afirma que nuestro mejor momento para adquirir una nueva habilidad lo tenemos durante la mañana. Este resultado se debe a una investigación llevada a cabo en la Universidad de Toronto que reveló que los adultos entre 60 y 82 años se concentraban más e ignoraban mejor las distracciones a lo largo de la mañana. Las pruebas de memoria mostraban mejores resultados si se realizaban entre las 8,30 y las 10,30 de la mañana que entre las 13,00 y las 17,00 de la tarde. Los escáneres de sus cerebros ponían de manifiesto que por la tarde, las neuronas de estas personas mostraban un menor grado de actividad, habían cambiado al modo de descanso de nuestro cerebro, la llamada Red Neuronal por Defecto.
- Autoevaluación
Un estudio sobre la importancia de la autoevaluación llevado a cabo por Jeffrey Karpickeen solicitó a los estudiantes que aprendieran el significado de 40 palabras en swahili. Aquellos que tuvieron que recordar repetidamente estas palabras a modo de autoevaluación obtuvieron un promedio de 80 por ciento en una prueba una semana después, mientras que aquellos que solo estudiaron las palabras sin autoevaluarse activamente obtuvieron un promedio de solo 36 por ciento. Este resultado respalda la idea de que hacerse preguntas sobre lo aprendido es más eficaz que otras estrategias de aprendizaje comunes. Se comparó el resultado con el que se alcanzaba utilizando otras técnicas para adquirir un conocimiento, como hacer dibujos aclaratorios en los apuntes, poner notas al margen o usar todos esos colores que hacen de la letra impresa un parque de atracciones. Concluyeron que lo más eficaz es autoevaluarse.
- Inercia de estudio
Aprender no es necesariamente una tarea tan intensa que requiera una atención focalizada al cien por cien. Incluso podemos aprender cuando la mente está en otra cosa. Beverly Wright le pidió a un grupo de voluntarios que practicaran la distinción entre sonidos de una frecuencia muy similar, tenían que decir si eran más graves o más agudos. Un grupo escuchó los sonidos centrando la atención en éstos. Otro grupo utilizó la mitad del tiempo escuchando activamente los sonidos y la otra mitad del tiempo escribiendo sobre un tema cualquiera mientras los escuchaba de fondo. Ambos grupos obtuvieron el mismo resultado en un cuestionario final.
Por lo tanto, si eres un maestro o profesor no te enfades si se distraen un poco, es posible que estén aprendiendo más de lo que crees.
En la misma línea, Lynn Hasher, de la Universidad de Toronto, y sus colegas han demostrado que adultos mayores aprendían una lista de palabras sin ser conscientes de que ésta se repetía como sonido de fondo. Primero se obligó a sus neuronas a estar activas con un ejercicio consciente de memoria. En teoría esta práctica similar encendió la “resistencia de la bombilla”, y después, mientras moldeaban arcilla, coloreaban mandalas o hacían origami “bombilla apagada” , se reproducía la lista que debían aprender. Y la aprendían sin darse cuenta. Así, un período pasivo después de uno activo también puede ayudar en el aprendizaje.
Además, revelaron algo que podíamos intuir, que el aprendizaje pasivo es más efectivo mientras hacemos algo relativamente poco exigente. Por lo tanto, podemos aprovechar para escuchar vocabulario en otro idioma mientras preparamos la cena, o podemos poner información útil en los altavoces del autobús escolar, o aprovechar de mil maneras distintas esa capacidad cerebral.
- Atención dividida
¿Su hijo adolescente no se centra? ¿está a tres cosas a la vez? Pues parece que, en ciertas ocasiones, su adolescente, rebelde con causa, utiliza una estrategia adecuada para estudiar. La atención dividida en varias tareas puede ser eficaz. Según Joo-Hyun Song, si dejamos de estudiar con frecuencia para enviar un whatsapp o para atender a la letra de una melodía, lo más probable es que no aprendamos tan bien como en un silencio ininterrumpido. Pero podemos obtener ventaja de estas distracciones. Hay una fase posterior en el proceso de aprendizaje de la que nos olvidamos a menudo y es la de recuperar lo aprendido.
- El trabajo en grupo
Compartir conocimientos con otras personas puede ser muy beneficioso. Saundra McGuire y Roald Hoffman recomiendan alternar el tiempo de estudio solitario con el trabajo en equipo. En concreto, una vez que se ha intentado estudiar solo, podemos beneficiarnos de la sabiduría de un grupo de entre tres y seis personas. McGuire y Hoffman dicen que los grupos de estudio necesitan dos elementos clave para promover el aprendizaje significativo: actividades de discusión y resolución de problemas. Después de estas jornadas de debate en grupo se debería volver a trabajar en los problemas que se discutieron y volver a reflexionar en soledad.
Lo hemos comprobado muchas veces; cuando compartimos lo que sabemos y escuchamos de forma activa otros argumentos obtenemos otros puntos de vista. Las nuevas perspectivas sobre nuestros aprendizajes los enriquecen y nos llevan a nuevas preguntas. No hace falta preparar un debate o programar un grupo de trabajo. Simplemente con un café entre amigos o en una animada sobremesa, el intercambio de información sobre un tema académico nos ayuda en el aprendizaje de nuevos conocimientos.
Las cinco claves planteadas aquí nos proporcionan argumentos para insistir como educadores en lo complejo y maravilloso que supone la reestructuración constante de nuestro cerebro. Si somos quienes somos gracias a él, es conveniente mantenerlo en forma aprendiendo del modo más ventajoso con estrategias apoyadas en evidencias. La neurociencia nos puede ayudar con técnicas basadas en investigaciones, sencillas y útiles. Y un mensaje final, gracias al circuito cerebral de recompensa que se activa durante el proceso, aprender es un placer.
Referencias
- Young E (2015) Know it all. New Scientist 3014: 30. Disponible en newscientist.com y en emmayoung.net.
Una respuesta a “Cinco herramientas, de utilidad demostrada, para aprender mejor.”
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