Actividad física y sarcopenia

En el sistema motor, la plasticidad neuronal va muy asociada al tejido muscular, un conjunto de células que también presenta una alta plasticidad. En nuestros experimentos con células madre, algunas de las células terminan en el sistema nervioso -no sabemos cómo atraviesan la barrera hematoencefálica- pero otras acaban en el músculo.

Uno de los riesgos menos conocidos para la salud, uno de los principales asesinos ocultos como dice a veces la prensa, es la sarcopenia. Es el debilitamiento del músculo y la pérdida de masa muscular que sufrimos cuando envejecemos. Se calcula que la pérdida es de un 0,5-1% por año, hasta llegar a perder un tercio de la masa muscular total. Y no afecta solo a las personas de edad, la mayoría de los deportistas no consiguen superar sus marcas de velocidad y potencia pasados los treinta, y se cree que es debido a una pérdida de la calidad muscular.

Hasta ahora se consideraba un daño colateral de varias enfermedades pero ahora se ha visto que es un verdadero elemento causal. La sarcopenia se caracteriza por atrofia muscular (las fibras musculares se hacen más pequeñas) junto con una reducción de la calidad del tejido muscular, caracterizado por factores tales como el reemplazo de músculo por grasa, un incremento de la fibrosis, cambios en el metabolismo de las fibras musculares, estrés oxidativo y degeneración de la unión neuromuscular. Todo ello lleva a una pérdida progresiva de la función muscular y a lo que se conoce como síndrome de fragilidad. Además de contribuir a caídas y lesiones, la pérdida de músculo afecta seriamente al metabolismo. El músculo tiene varias peculiaridades a nivel celular, es la única parte del cuerpo capaz de almacenar aminoácidos, así que si alguien tiene poca masa muscular y se pone enfermo tiene menos reservas de las que echar mano para hacer proteínas. Por otro lado, el tejido muscular sano es un gran consumidor de glucosa, lo que implica que poco músculo hace que el cuerpo no pueda asumir bien el pico de glucemia (glucosa en sangre) que se produce tras las comidas y pone a la gente en la ruta hacia una diabetes. Todos pensamos en los músculos como las poleas y palancas que mueven el cuerpo, pero es también un órgano metabólico enorme.

El mayor estudio sobre la actividad física ha reunido información de más de 130.000 personas de diecisiete países (Canadá, Suecia, Emiratos Árabes Unidos, Argentina, Brasil, Chile, Polonia, Turquía, Malasia, Sudáfrica, China, Colombia, Irán, Bangladesh, India, Pakistán y Zimbabue). Al comienzo del estudio los participantes proporcionaron información de su estatus socioeconómico, costumbres y forma de vida y de su historial médico. También contestaron un cuestionario sobre la actividad física que realizaban en una semana típica. Desde entonces, los participantes tuvieron un seguimiento durante al menos cada tres años para registrar información sobre su salud cardiovascular durante los siguientes siete años. También se registraban lógicamente los fallecimientos. La conclusión fue que una de cada doce muertes se podría prevenir con treinta minutos de actividad física durante cinco días a la semana y el porcentaje de enfermedad cardiovascular se reducía un 20%. A mayor actividad los beneficios eran aún mayores: las personas que pasaban más de 750 minutos caminando con rapidez cada semana reducían el riesgo de una muerte prematura en un 36%. Los resultados mostraban que no es necesario correr o nadar , tareas sencillas del hogar como pasar el aspirador o fregar suelos o ir al Carrefour caminando a comprar manzanas eran suficientes para proteger el corazón y alargar la vida. Sí, ya sé que no tiene tanto glamour como las máquinas del gimnasio pero ¡la escoba es también tecnología punta! Estos resultados van en la línea de las recomendaciones de la OMS que indican que los adultos entre 18 y 64 años deben hacer, como mínimo, 150 minutos semanales de actividad física moderada, así como ejercicios de fortalecimiento de músculo al menos dos días a la semana. James Rudd, catedrático de medicina cardiovascular en la Universidad de Cambridge explicaba con humor la importancia de la actividad física: «Estos claros resultados refuerzan el mensaje de que el ejercicio es realmente la mejor medicina a nuestra disposición para reducir el riesgo de una muerte prematura. Si una compañía farmacéutica consiguiera una medicina tan eficaz como el ejercicio tendrían un superventas de miles de millones de dólares en sus manos y un premio Nobel en el correo».

Los mecanismos por los que se produce la sarcopenia son poco conocidos pero se piensa que el daño por radicales libres es un factor principal. Los ratones modificados genéticamente para producir menos radicales libres en sus mitocondrias tienen una vida un 20% más larga que los ratones normales. Al investigar en esos animales mutantes los efectos del envejecimiento sobre el tejido muscular vieron que parte del daño al menos se produce a través del calcio. Cuando la célula muscular recibe la orden de contraerse, el calcio es liberado de un orgánulo celular, el retículo sarcoplásmico, a través de canales como el receptor de rianodina 1, y esta molécula es sensible al daño por radicales libres. El resultado es que cuando los ratones envejecen, el calcio empieza a «gotear» del retículo cuando no debe y eso debilita las fibras musculares. Los ratones modificados genéticamente tienen menos daño en el receptor de rianodina 1, tienen músculos más fuertes, y cuando son viejos, se suben voluntariamente mucho más a las ruedas de ejercicio que los ratones normales y corren un kilómetro más al día. La conclusión es siempre la misma: más ejercicio implica más y mejor vida.

Hay otras posibilidades de combatir la sarcopenia, las fibras musculares están en un proceso constante de reciclado, rompiéndose y creciendo de forma simultánea, y cualquier fármaco que incline ese equilibrio hacia más crecimiento formará masa muscular. Entre las moléculas testadas está el bimagrumab, que bloquea los efectos de un inhibidor del crecimiento muscular llamada miostatina y también otros que reproducen los efectos de la testosterona sin tener los efectos contraproducentes de los esteroides. Otros factores que parecen ser protectores son el β-hidroxi β-metilbutirato, un derivado de la leucina, que se usa como suplemento dietético y también una comida rica en proteínas y aminoácidos. En realidad no tenemos todavía fármacos que sean eficaces contra la sarcopenia pero hay un mecanismo natural que sí lo es: el ejercicio. La función mitocondrial de la gente que hace ejercicio durante toda la vida es parecida a la de alguien que tenga la mitad de su edad. Una de las mejores píldoras antienvejecimiento es la actividad física.

La sarcopenia es más grave de lo que parece, La gente mayor con poca fuerza de agarre, por ejemplo, tienen un riesgo mayor de morir en los siguientes años, incluso cuando se les compara con personas que tienen aparentemente indicadores similares de salud. Quizá por eso son tan peligrosas las fracturas en las personas mayores, les hacen pasar varias semanas en la cama en las que pierden más músculo y masa ósea. Esto puede explicar porqué muchas de las personas (una de cada tres en el Reino Unido) que se fracturan la cadera, mueren en los doce meses siguientes.

 

Para leer más:

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


2 respuestas a «Actividad física y sarcopenia»

  1. Avatar de libreoyente

    Como siempre, interesante artículo, y muy instructivo para los que «vamos teniendo ya una cierta edad»

  2. Avatar de Andone MG

    Gracias por contarnos así de sencillo de entender, todo lo que pasa en nuestro cuerpo, tengo fibromialgia y se que la energía de nuestras mitocondrias no funciona bien, podrías hacer un artículo explicando tan bien como tu lo haces. GRACIAS.
    Un saludo.

Muchas gracias por comentar


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