La biblioteca fue creada por Jella Lepman en el otoño de 1945, nada más terminar la II Guerra Mundial.
Lepman, periodista y escritora judía, pudo ver unos años antes cómo los libros de Erich Kästner y otros autores eran quemados en la hoguera, huyó de Alemania con sus hijos y se exilió en Inglaterra. Su marido había muerto tras la contienda de las heridas sufridas en la I Guerra Mundial. Al terminar la II Guerra Mundial los aliados le pidieron a Lepman que volviera a Alemania para trabajar en un tema crucial: la reeducación de las mujeres, los jóvenes y los niños alemanes, la siguiente generación. Hablaba inglés y alemán y tenía la confianza de las fuerzas de ocupación pues había colaborado con la BBC en la denuncia de los nazis. Decidió iniciar su nueva tarea utilizando un arma de construcción masiva: los libros infantiles. Pensó que esas obras, claves en la formación de un niño, podrían avanzar en el entendimiento mutuo entre los pueblos que pocos meses atrás se estaban masacrando. Afianzó su compromiso al volver a Alemania y ver las ciudades convertidas en montañas de escombros, y puso en marcha una iniciativa a la vez sencilla y ambiciosa: organizar una exposición de libros infantiles.
Es más importante de lo que parece. Todos conocemos a la simpática abeja Maya, pero no en la versión original, la escrita por el alemán Waldemar Bonsels en 1912. En esa versión la colmena es una sociedad militarista y llena de reglas que muestra claros síntomas de racismo, xenofobia y nacionalismo. En el ataque de los avispones mueren algunos oficiales de las fuerzas armadas de las abejas que son glorificados en una épica castrense. Maya se enfada cuando un saltamontes confunde a las abejas con las avispas y le explica que no tienen nada que ver y que ésas son “una banda inútil de bandidos” sin hogar ni principios. También lo hace cuando una mosca le llama idiota a lo cual responde que le va a enseñar a “respetar a las abejas” y le amenaza con su aguijón. Un comportamiento un tanto diferente del de la dulce Maya de los dibujos animados que vimos muchos de nosotros.
En 1949 Lepman creó la IJB, mi biblioteca, con apoyo del presidente del presidente de la República Federal Alemana Theodor Haus y de Eleanor Roosevelt. Sus mecenas de la Fundación Rockefeller la valoraron como una de sus contribuciones más significativas a la reorientación de Alemania Occidental y a la paz mundial. También impulsó la creación de IBBY (Organización Internacional del Libro Juvenil) en 1953 y del premio Hans Christian Andersen, a los autores e ilustradores de libros infantiles, en 1956. Su obra en fomento de la lectura continúa en la biblioteca al día de hoy con numerosas exposiciones que marchan en préstamo difundiendo el mensaje de amor a los libros y a la paz.
La IYL publica The White Ravens (Los Cuervos Blancos), el catálogo anual de recomendaciones internacionales sobre libros de literatura infantil y juvenil, un referente a nivel mundial.
Para leer más:
- Lepman J (2017) Un puente de libros infantiles. Creotz Ediciones, Vigo.
5 respuestas a “Diario de viaje (II) La biblioteca”
Me ha encantado este post. Y especialmente la expresión arma de construcción masiva. Buena suerte en su proyecto.
Muchas gracias
Madre mía que historión y que envidia me estás dando. No te voy a permitir que te rajes de contarnoslo todo. Envidia máxima. De mayor, quiero ser como tú. Muchos besos.
Me conmovió la labor de Lepman y su insistencia con los belgas. Cada vez que veo un post suyo sé que hay algo interesante que aprender.
Ciertamente, es una maravillosa historia. La cultura como instrumento de paz, que gran objetivo, y realmente es el único camino. Por otra parte, que suerte tienes en trabajar en ese paraíso, y que suerte tenemos nosotros de contar con un cronista como enviado especial a él, que nos cuenta esas maravillas. Gracias.