Ácido fólico, pesticidas y autismo

El autismo tiene un claro componente genético, que algunos cuantifican en entre un 70 y un 90% pero también hay una parte que debe ser ambiental, algunos factores que, sobre ese sustrato genético, incrementen la posibilidad de sufrirlo y expliquen porqué hay gemelos idénticos que uno lo tiene y el otro no.

Uno de los factores ambientales de riesgo, que aumentan la probabilidad de sufrir autismo, es la exposición a pesticidas. Un pesticida es cualquier sustancia o mezcla de sustancias dirigidas a destruir, prevenir, repeler, o mitigar alguna plaga. El término pesticida se puede utilizar para designar herbicidas, fungicidas, insecticidas y algunas otras sustancias utilizadas para controlar plagas. Lo más habitual es que se trate de una sustancia química, pero también puede ser un agente biológico, tal como un virus o una bacteria. Los pesticidas se suelen clasificar según a la familia química a la que pertenezcan. Los más importantes son los organofosforados, los organoclorados, los carbamatos y las triazinas.

Aunque a menudo somos críticos sobre la agricultura industrial, con todos estos procedimientos que tan mal nos suenan, no deberíamos olvidar que es lo que permite que no pasemos hambre, que las cosechas sean suficientes y nos libra de muchas enfermedades a nosotros, a las plantas y a los animales. Un ejemplo es el ergotismo, un auténtico problema durante siglos que se curaba peregrinando a Santiago y comiendo el pan blanco de Castilla, y ahora felizmente desaparecido.

Identificar esos factores ambientales desencadenantes de autismo es una tarea clave porque permitirá prevenir, al menos en parte, este trastorno. Pero ¿qué hacemos si es algo que no podemos evitar o solo con dificultad? Entonces la tarea será encontrar factores que eviten ese daño, que protejan de ese agente causal.

Dos artículos recientes, cuyo primer autor es Rebecca J. Schmidt, parte de un grupo de investigadores de la Universidad de California Davis, una de mis almae matres, ¡todavía me acuerdo del latín!, han analizado en primer lugar la exposición a pesticidas y otros compuestos durante el embarazo de niños que fueron posteriormente diagnosticados con autismo y, en segundo lugar, ver si el riesgo asociado a pesticidas se podía paliar o evitar. Pasemos a revisar ambos temas.

El primer estudio quería estimar la exposición a distintos tipos de riesgos ambientales, incluidos diversos tipos de pesticidas y sus lugares de aplicación, y compararlo con los patrones de metilación del ADN en la placenta. La placenta es un órgano que deriva del embrión y que es un reflejo único de la exposición a factores ambientales y los cambios epigenéticos que han sucedido dentro del útero. Los investigadores analizaron la epigenética (cambios en la metilación del ADN incluyendo dominios parcialmente metilados), un resumen de los cambios hereditarios en el ADN que no implican variación en la secuencia de nucleótidos.

El equipo investigador se centró en niños de alto riesgo, aquellos que habían tenido un hermano mayor con autismo, y recogieron datos sobre el embarazo a través de entrevistas con la madre y los compararon con el estudio epigenético de las placentas de aquellos niños que tres años más tarde habían sido diagnosticados con un TEA o que, por el contrario, presentaban un neurodesarrollo normal. Los datos incluían tiempo de gestación, peso al nacer, índice de masa corporal de la madre antes del embarazo (ver posible efecto de la obesidad), si fumaban, nivel educativo, altura, toma prenatal de vitaminas y ácido fólico, si eran propietarios de su casa, si habían estado expuestos a pesticidas aplicados de forma profesional en sus casas, jardines o céspedes; si estaban cerca de mascotas con collares, bolsas o champús contra pulgas y garrapatas. Todo ello en los tres meses antes de la concepción o durante el embarazo. El análisis estadístico encontró que la asociación más fuerte se producía en los que habían tenido una exposición a pesticidas fuera de su casa y el mayor nivel de metilación en la placenta de su hijo. La conclusión del primer estudio fue que la exposición a pesticidas podía alterar la metilación del ADN de la placenta más que los demás factores estudiados. Esa metilación puede cambiar el funcionamiento de la placenta y alterar el desarrollo fetal del niño.

El segundo estudio, publicado en la revista Environmental Health Perspectives ha encontrado que las madres que tomaban las dosis recomendadas de ácido fólico en torno a la fecha de concepción, reducían el riesgo de autismo asociado a pesticidas. Los datos se hicieron analizando 296 niños de entre 2 y 5 años, que habían sido diagnosticados con TEA y otros 220 que habían tenido un desarrollo típico. En el estudio, los niños de madres que tomaron 800 o más microgramos diarios de ácido fólico (la cantidad en la mayoría de los preparados de vitaminas prenatales) presentaban menor riesgo de desarrollar un TEA a pesar de haber estado expuestas a pesticidas agrícolas o domésticos, que eran como hemos visto un factor de riesgo significativo. Es decir, el consumo de ácido fólico protege, aunque no totalmente, del efecto de los pesticidas. Además de los datos de las entrevistas con las madres también se conjugaron los informes de uso de pesticidas en California, una base de datos que contiene amplia información sobre la fumigación agrícola, y los investigadores la cruzaron con las direcciones de las madres, para ver las zonas más o menos expuestas. Aun así es un dato que se sustenta en la memoria de las participantes, algo que siempre es arriesgado pero los resultados desde luego apoyan la necesidad de seguir investigando en la relación entre pesticidas y autismo.

Rebecca J. Schmidt, la primera autora del trabajo indicaba «Hemos encontrado que si la madre tomaba ácido fólico durante una ventana de tiempo alrededor de la concepción, el riesgo asociado a los pesticidas parecía estar atenuado». Las madres deben intentar evitar los pesticidas pero si viven cerca de zonas agrícolas, donde estos tratamientos fitoquímicos son a menudo fumigados y pueden ser arrastrados por el viento, tomar dosis normales de ácido fólico puede ser una forma de contrarrestar estos efectos. El mayor riesgo lo presentaron las madres que habían sido expuestas a pesticidas de forma regular durante el embarazo.

Un factor clave es entender cómo puede ejercer el ácido fólico esos efectos protectores. Sabemos que interviene en la metilación de los genes (un proceso que activa y desactiva distintos genes) y también en la reparación del ADN y en su síntesis. Son factores fundamentales en el neurodesarrollo, donde tenemos millones de células en división y donde la construcción de un cerebro, la estructura más compleja del universo, requiere la coordinación espaciotemporal de millones de piezas: células y proteínas. En ese escenario, un consumo normal de ácido fólico, dentro de las vitaminas prenatales, puede ser una estrategia barata, útil y prudente.

 

Para leer más:

  • Schmidt RJ, Schroeder DI, Crary-Dooley FK, Barkoski JM, Tancredi DJ, Walker CK, Ozonoff S, Hertz-Picciotto I, LaSalle JM (2016) Self-reported pregnancy exposures and placental DNA methylation in the MARBLES prospective autism sibling study. Environ Epigenet. 2016 Dec;2(4). pii: dvw024.
  • Schmidt RJ, Kogan V, Shelton JF, Delwiche L, Hansen RL, Sally Ozonoff S, Ma CC, McCanlies EC, Bennett DH, Hertz-Picciotto I, Tancredi DJ, Volk HE (2017) Combined Prenatal Pesticide Exposure and Folic Acid Intake in Relation to Autism Spectrum Disorder. Environm Health Perspect 125(9): https://ehp.niehs.nih.gov/ehp604/

 

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


3 respuestas a «Ácido fólico, pesticidas y autismo»

  1. Avatar de Cristina Abellán

    Me interesa mucho este tema, gracias por desmenuzar y resumir esa investigación, espero que si salen críticas o se replica nos sigas informando, un saludo

    1. Avatar de José R. Alonso

      Sí, por supuesto, es lo bueno del blog, que puedes actualizarlo si aparece nueva información (aunque es más complicado avisar a los lectores). Gracias por tus amables palabras y por comentar, me ayuda.

Muchas gracias por comentar


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