“Hay rubias y rubias, y hoy es casi una palabra que se toma en broma. Todas las rubias tienen su no sé qué, excepto, tal vez, las metálicas, que son tan rubias como un zulú por debajo del color claro, y en cuanto al carácter. Tan suave y blanco como el empedrado de la acera. Existe la rubia pequeña y agradable, que gorjea como los pájaros, y la rubia alta y estatuaria, que lo envuelve a uno en una mirada azul de hielo. Existe la rubia que lo mira a uno de arriba abajo y tiene un perfume encantador y resplandece tenuemente y se cuelga del brazo y está siempre muy, muy cansada cuando usted la acompaña a su casa
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Existe la rubia dulce, dispuesta y aficionada a la bebida, y que no le importa lo que lleve puesto — siempre que sea visón —o adónde va— siempre que sea al “Starlight Roof” y haya mucho champaña seco—. Existe la rubia pequeña y altiva que es una verdadera compañera y quiere pagar ella su cuenta y está llena de luz de sol y de sentido común, que sabe yudo y puede lanzar al aire, por encima del hombro, al conductor de un camión, sin perderse más de una frase del editorial del Saturday Review. Existe la rubia pálida, pálida, con anemia de tipo incurable, pero no fatal. Es muy lánguida y muy sombría y habla suavemente como salida de no sé dónde, y usted no le puede poner un dedo encima, en primer lugar porque no tiene ganas, y en segundo lugar porque ella está leyendo La tierra perdida o Dante en el original o Kafka o Kierkegaard o porque estudia dialecto provenzal. Adora la música, y cuando la Filarmónica de Nueva York está tocando Hindemith, ella puede decirle cuál de los seis contrabajos entró un cuarto de tiempo más tarde. He oído decir que Toscanini también es capaz de ello. Eso quiere decir que son dos.
Y, por último, existe la muñeca maravillosa y encantadora que sobrevive a tres reyes del hampa y después se casa con un par de millonarios a un millón por cabeza y termina con una villa de color rosa pálido en Cap d’Antibes, un coche Alfa Romeo completo, con chófer y acompañante, y una caballeriza de aristócratas enmohecidos a los que tratará con la atención distraída y afectuosa con que un anciano duque dice buenas noches a su criado.
Aquel sueño atravesado en mi camino no pertenecía a ninguna de esas categorías; ni siquiera era de este mundo. Era inclasificable: tan remota y clara como el agua de la montaña, tan evasiva como su color…”
Es un soliloquio de Philip Marlowe en El Largo Adiós, la magnífica novela de Raymond Chandler. Rubios y rubias son aproximadamente el 2% de la población mundial y hay una serie de mitos al respecto, en particular con ellas.
Según el diario Le Monde la rivalidad del color del pelo es llamativa en las series televisivas de Estados Unidos. Los periodistas francesas consideran que las mujeres rubias de las películas norteamericanas encarnan valores positivos como la pureza, la bondad o la sinceridad, frecuentemente a costa de sus coprotagonistas castañas.
Otra investigación realizada en Estados Unidos, encontró que en eventos de recaudación de fondos las mujeres rubias conseguían más dinero que las de pelo castaño y también se comprobó que en un panel sobre la industria, las mujeres rubias recibían más pagas de beneficios que las que tenían otro color de cabello. Otro estudio publicado en el Scandinavian Journal of Psychology hizo que la misma mujer entrase en un club de Londres como rubia o como castaña. Los resultados fueron que cuando iba de rubia más hombres intentaban entablar una conversación con ella que cuando iba con el pelo teñido de castaño.
Bastantes mujeres son conscientes de esa atracción y en Francia un estudio en 2007 encontró que un 20% de las mujeres eran rubias, aunque solo la mitad de ellas lo eran de forma natural. En España la situación es muy variable y mientras que en el norte el 17% de las mujeres son rubias, la proporción cae hasta el 2% que se observa en Andalucía. Hay también evidentes influencias culturales: durante la Edad Media las españolas se teñían el pelo de negro pero en el Renacimiento, bajo la influencia italiana, se teñían el cabello de rubio o pelirrojo.
Puede haber un sustrato biológico para esa atracción, pero los datos son muy discutibles. Algunos libros y artículos en prensa afirman que las rubias tienen mayores niveles de estrógenos que las morenas lo que hace que presenten en general, características faciales más femeninas como narices más pequeñas, barbillas más finas, piel más suave y menos vello corporal, pero no he localizado una referencia original que confirme esas afirmaciones, así que es posible que sea otro de los «mitos de las rubias». Por otro lado, un estudio en Polonia encontró que un grupo de hombres les echaba menos años a unas fotografías de mujeres que iban teñidas de rubio que cuando usaban otros tonos, algo que puede tener que ver con que muchos niños y niñas tienen pelo claro que se va oscureciendo con los años.
La atracción por las rubias es posible que tenga un sentido evolutivo, nos interesan las personas más diferentes a nosotros, un mecanismo que posiblemente aumenta la diversidad genética y evita la consanguinidad. La selección sexual favorece a las criaturas con características corporales llamativas. No sabemos bien la razón pero se cree que los colores brillantes pueden estimular los centros cerebrales que regulan la atracción sexual o simplemente es más fácil notar aspectos del cuerpo que son más llamativos. En épocas prehistóricas la ventaja sexual tendría que compensar el riesgo que suponía ser más visible; es decir, ser rubia no te hacía cazar más o encontrar más comida y podía ser más difícil esconderse de un predador.
El pelo rubio europeo surgió hace unos 11.000 años al final de la última Edad del Hielo.
Una hipótesis alternativa planteada por el antropólogo canadiense Peter Frost es que el cabello rubio es un ejemplo perfecto de selección sexual en los seres humanos. En el momento en que surge el cabello rubio en Centroeuropa y norte de Europa, la supervivencia dependía de seguir a los rebaños de mamuts, bisontes y caballos. Muchos cazadores morían en esas expediciones y había una llamativa escasez de hombres. Por otro lado, esas largas expediciones implicaban que no pudiesen hacerse cargo de más de una mujer como sí sucedía en otras partes del mundo. Aaron Carrol y Rachel Vreeman piensan que en esas circunstancias habría una dura competencia entre las mujeres por tener compañero y aquellas con características físicas llamativas, inusuales, como pelo rubio y ojos azules, tenían una ventaja real, tendrían más posibilidades de ser seleccionadas como pareja por aquellos cazadores de la edad de piedra, con lo que sus mutaciones genéticas no desaparecerían.
Finalmente, no hay una correlación directa entre tener el cabello rubio y tener más parejas sexuales, más sexo o más orgasmos. Curiosamente, lo que se correlaciona de forma consistente con tener una salud sexual mejor, incluso en mujeres que han sido víctimas de abusos sexuales en la infancia, es ser optimista, tener un aspecto positivo y mostrar confianza en una misma. Así que si el pelo rubio te hace sentir mejor contigo misma o te ves más guapa, cuida tus finanzas pero dale una oportunidad.
Para leer más
- Carroll AE, Vreeman RC (2014) Don’t Put That in There!: And 69 Other Sex Myths Debunked. St. Martin’s Griffin, Nueva York.
- Guéguen, N (2012) Hair color and wages: Waitresses with blond hair have more fun. J. Socio-Economics 41(4): 370-372.
- Ramachandran VS (1997) Why do gentlemen prefer blondes? Med Hypotheses 48(1): 19-20.
- Sorokowski P (2008) Attractiveness of blonde women in evolutionary perspective: studies with two Polish samples. Percept Mot Skills 106(3): 737-744.
- Swami V, Furnham A, Joshi K (2008) The influence of skin tone, hair length, and hair colour on ratings of women’s physical attractiveness, health and fertility. Scand J Psychol 49(5): 429-437.
Una explicación alternativa a «las mujeres maduras se tiñan el pelo sobre todo de rubio, una forma de rejuvenecer»: En el cabello rubio, las raíces de las canas se notan menos :)
Muy buena aportación, Gaby. Un abrazo grande.
Bueno, yo tengo alguna cana que otra. Probaré el teñido rubio para disimularlas :)
Ignoro si es real, pero yo he oído otra explicación sobre la «rubia tonta»:
Al requerir menos esfuerzos para triunfar, la rubia no desarrolla tanto sus aptitudes menos visibles, mientras que las morenas tienen que destacar para «compensar» su pelo oscuro. Obviamente el verbo triunfar debe entenderse de una forma amplia.
Eso se une a que al hombre, por regla general, no le gusta una mujer más lista que él y selecciona las rubias tontas… ¡o las que se lo hacen! Recuerdo la última escena precisamente de «los caballeros las prefieren rubias» en la que el futuro suegro se queda sorprendido de la inteligencia de Marilyn Monroe y le dice «Oiga, me habían dicho que usted era tonta» a lo que ella responde algo así como «No, pero es lo que les gusta a los hombres». La película es buenísima pero el final es simplemente genial.
Ah, y por si acaso me casé con una morena :-D :-D