Si le gusta la música, sabe quien fue George Gershwin y si no le gusta, seguro que conoce algunas de sus canciones, sin saber quizá que él fue quien las compuso. Las dos más famosas son probablemente Rhapsody in Blue (1924) y Un americano en Paris (1928) pero muchas han formado parte de las mejores películas del cine clásico o han sido versionadas por otros artistas, con lo que han acompañado nuestras vidas aunque sea de una manera sutil.
Su nombre de pila era Jacob Gershovitz y sus padres eran judíos rusos que emigraron a Estados Unidos y se establecieron en Brooklyn. Su talento musical se manifestó tempranamente pues aprendió a tocar el piano de forma prácticamente autodidacta con un instrumento de segunda mano que los padres habían comprado para su hermano mayor. De 1920 a 1924 componía una obra anual para George White. Un día, el director de la orquesta del foso del teatro, Paul Whiteman, se le acercó y le pidió una obra de jazz que diera cierta respetabilidad al género. A Gershwin se le olvidó hasta que vio un anuncio donde se decía que el nuevo concierto de Whiteman tendría una pieza de Gershwin. Se puso a escribir de una forma frenética intentando llegar a tiempo y aquello fue Rhapsody in Blue.
Aunque se fue convirtiendo en uno de los compositores más exitosos de su época estuvo a menudo preocupado por su mala base técnica e intentaba, a pesar de haber triunfado en su profesión, seguir mejorando en su formación. Cuentan, aunque es posible que sea una leyenda, que intentó ser discípulo de Ígor Stravinski. El maestro le preguntó: «¿Cuánto dinero ganó usted el pasado año?». «200 000 dólares», fue la respuesta del joven Gershwin. «Entonces soy yo el que debería tomar clases con usted», le respondió Stravinski. Tampoco lo consiguió con otro de los grandes compositores del siglo XX, Maurice Ravel. Ravel se negó a darle clases, argumentando lo siguiente: «Usted perdería su gran espontaneidad melódica para componer en un mal estilo raveliano. ¿Para qué quiere ser un Ravel de segunda, cuando puede ser un Gershwin de primera?». A pesar de la amabilidad intrínseca, es lógico imaginar que Gershwin se sintiera frustrado en su ansia de ser un mejor compositor tras los desplantes de sus posibles maestros.
En 1935 Gershwin estrenó su ópera Porgy y Bess, un retrato de la vida de una comunidad negra en el sur de Estados Unidos. A pesar de que los comienzos fueron un poco accidentados, Porgy y Bess se convirtió en un gran éxito y se estrenó rápidamente en escenarios de todo el mundo. A partir de entonces, George Gershwin comenzó a componer música para películas, se mudó a California y escribió «Shall we dance?» (¿Bailamos?) para Fred Astaire y Ginger Rogers, y «A damsel in distress» (Una damisela en apuros) para Astaire, Joan Fontaine y Gracie Allen.
Aunque estaba en el mejor momento de su carrera, Gershwin empezó a mostrar problemas de salud. Él, que era un extrovertido, empezó a tener brotes de melancolía en la segunda mitad de 1936 pero su médico no encontraba nada al explorarle. A comienzos de 1937 empezó a tener unas fuertes migrañas, se le trababa un poco la lengua y apareció una cosa muy llamativa, tenía un tipo concreto de alucinación olfatoria: notaba a su alrededor un olor a goma quemada.
Esas alucinaciones olfatorias son ahora conocidas como fantosmias. Una fantosmia es una percepción generalmente desagradable, que se percibe en ausencia de un estímulo olfativo; es decir, no hay nada que realmente esté generando ese olor. Aunque lo más normal es que el olor detectado sea nauseabundo, como en el caso de Gershwin, también puede ser placentero, y puede notarse en una o ambas narinas, las aperturas de la nariz. La fantosmia puede sentirse como algo que está siempre presente o como una sensación que aparece y desaparece y suele ir ligada a ataques epilépticos. No es algo frecuente. De un grupo de 1.423 pacientes con ataques epilépticos parciales, 13 tenían fantosmias. De ellos 7 tenían sensaciones olfatorias malolientes mientras que otros decían notar el olor de barbacoa, flores, mantequilla de cacahuete, alcohol o un «olor gracioso».
Los problemas quimiosensoriales, del olfato o del gusto, son un problema de salud preocupante porque disminuyen nuestra habilidad para detectar olores que implican peligro (gas, comida estropeada, incendio…), son una traba también para tomar una dieta saludable y afectan, de una forma que no llegar a imaginar los que no lo sufrimos, a la calidad de vida.
Si los médicos de Gershwin hubieran sabido lo que conocemos en la actualidad habrían estado más preocupados aunque es dudoso que hubieran podido hacer algo más. Las fantosmias pueden ocurrir por un traumatismo craneoencefálico, por una infección de las vías respiratorias superiores, por una inflamación de los senos nasales y frontales, por la enfermedad de Parkinson o por una epilepsia del lóbulo temporal, pero en muchos casos son la primera señal de un tumor. En diez de los trece pacientes mencionados anteriormente se pudo averiguar la causa de la epilepsia y esas alucinaciones olfatorias: tenían un tumor cerebral.
Las cosas se fueron precipitando. El 11 de febrero de ese año, Gershwin tocó su Concierto para piano en F como solista, junto con la sinfónica de San Francisco. Era un intérprete magnífico, particularmente cuando interpretaba sus propias composiciones, pero en esa ocasión tuvo problemas de coordinación y se quedó en blanco varios segundos en un momento determinado. Nadie pareció notarlo salvo él, que se quedó aterrorizado pues nunca le había pasado nada igual. Fue de nuevo al médico pero una vez más no le encontraron nada anormal y le diagnosticaron algún tipo de trastorno psicosomático, causado por algún «mecanismo de defensa», la típica tontería característica de los freudianos. A pesar de eso volvió a experimentar los mismos síntomas en una barbería, perdiendo la consciencia durante medio minuto. Volvió a otro médico al que le insistió en que sus mareos iban acompañados de vértigo y de un olor desagradable que duraba unos 30 segundos. Las fantosmias eran más comunes por la mañana, poco después de levantarse y cuando hacía algo que le ponía en tensión, como cuando tenía un concierto o cuando jugaba al tenis. El médico sugirió hacerle un estudio completo del líquido cefalorraquídeo, un procedimiento algo invasivo, pero Gerschwin se negó, creyendo que sería algo temporal que se iría igual que había venido. Por entonces, George vivía con su hermano Ira y su cuñada Leonore en una casa alquilada en Beverly Hills pues estaban trabajando en la banda sonora de varias películas de Hollywood. Su familia empezó a notar también cambios anormales en su comportamiento como una vez que le regalaron chocolate, lo pulverizó y se lo empezó a untar en el cuerpo. Leonore cada vez estaba más preocupada, en particular por sus súbitos cambios de ánimo y al ver que se le caía la comida mientras cenaba empezó a temer el inicio de una enfermedad mental. Otro incidente dramático tuvo lugar cuando Gershwin abrió la puerta de su coche cuando estaba en movimiento, intentado empujar fuera a su conductor. En esa época también se quejaba de problemas motores, se le caían las cosas de su mano derecha y cuando intentaba subir una escalera tenía serios problemas de coordinación. Se le hizo un detallado examen neurológico, radiografías del cráneo, análisis de sangre pero el diagnóstico final fue «histeria», otro de los términos favoritos de los psicoanalistas.
La localización anatómica exacta de las auras olfatorias ha sido objeto de discusión: hay quien piensa que las zonas epileptogénicas están situadas en las regiones medio-temporales y órbitofrontales pero sensaciones parecidas a las experimentadas por Gershwin se han generado también tras estimular la amígdala o el bulbo olfatorio. Todo ello parece indicar que no debe existir un origen único para las fantosmias, sino una implicación de distintas regiones del encéfalo.
La noche del 9 de julio, Gershwin, que se había trasladado a una casa prestada por el libretista Yip Harburg, se desmayó. Le llevaron inmediatamente al hospital Cedros del Líbano donde entró en coma. Solo en ese momento, los médicos se dieron cuenta de que lo que tenía era un tumor cerebral. Leonora llamó a Emil Mosbacher, amigo íntimo de George y decidieron localizar un neurocirujano de forma urgente. Mosbacher llamó al cirujano más famoso de los Estados Unidos, a Harvey Cushing, que llevaba varios años jubilado. Cushing recomendó a Walter Dandy pero este estaba pescando en la bahía de Chesapeake con el gobernador de Maryland. Mosbacher llamó entonces a la Casa Blanca y consiguió que desde la oficina presidencial ordenaran a una lancha de los guardacostas buscar el yate del gobernador y llevar a Dandy inmediatamente al puerto más cercano. Así lo hicieron. A continuación Mosbacher alquiló una avioneta que recogió a Dandy y lo llevó al aeropuerto de Newark donde pudo coger un avión a Los Ángeles. Parecía un episodio de Misión Imposible para salvar a un compositor querido por todos. Desgraciadamente, para entonces Gerschwin estaba en una condición crítica y fue operado de urgencia. No tuvo suerte y pocas horas después, el compositor moría. Tenía 38 años. Los amigos de Gershwin quedaron desolados. John O’Hara, un escritor especialista en relatos cortos, dijo «George Gershwin murió el 11 de julio de 1937, pero no tengo que creerlo si no quiero». Aquellas fantosmias murieron con él.
Para leer más:
- Rawal S, Hoffman HJ, Bainbridge KE, Huedo-Medina TB, Duffy VB (2016) Prevalence and Risk Factors of Self-Reported Smell and Taste Alterations: Results from the 2011-2012 US National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES). Chem Senses 41(1): 69-76.
- Teive HAG, Germiniani FMB, Cardoso AB, Paola L de , Werneck LC (2002) The uncinated crisis of George Gershwin. Arq. Neuro-Psiquiatr 60(2B)
- http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S0004-282X2002000300033&script=sci_arttext
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