Los síncopes, desmayos o soponcios son pérdidas de consciencia y del tono postural caracterizadas por su aparición súbita, su corta duración y una recuperación espontánea, rápida y completa, sin necesidad de tratamiento.
El sistema nervioso autónomo es el encargado de regular las actividades automáticas del cuerpo. Tiene dos partes, el sistema nervioso parasimpático, que se encarga de las actividades cuando el cuerpo descansa, en particular después de comer. Entre ellas se incluye cierta alerta sexual —esas simpáticas erecciones durante la siesta—, la digestión, la eliminación de residuos del cuerpo o la producción de lágrimas.
Los síncopes neurocardiogénicos, como el de Sam Peterman, se producen por un fallo en el control que el sistema nervioso autónomo realiza sobre la actividad del corazón y la presión arterial. Están generados por un aumento del tono parasimpático, son comunes en atletas con mucho entrenamiento y tienen lugar en momentos de esfuerzo, en pleno ejercicio.
Los síncopes son un problema común en ancianos y, en menor medida, en niños y adolescentes, y en general son benignos. Ello no obstante, puede haber un problema cardíaco subyacente, algo que aunque es raro puede ser potencialmente peligroso y necesita tratarse adecuadamente. Se dice que un 4% de las personas que han sufrido un desmayo morirán antes de que pase un mes pero porque su situación puede ser ya grave. Si es de un tipo o de otro es algo que se puede aclarar haciendo una historia personal y familiar detallada, un examen físico y un electrocardiograma. En general, el síncope inducido por el ejercicio se debe tratar con seriedad y conviene hacer un seguimiento detallado porque hay que descartar el riesgo de ataque cardíaco.
Cerca de un 20% de la población adulta ha sufrido al menos un desmayo a lo largo de su vida y su prevalencia es algo más alta en mujeres (3,5%) que en hombres (3%).
El mecanismo previo al desmayo es común en toda una serie de síndromes que comparten esos síncopes vasovagales. El núcleo del tracto solitario, una estructura del tronco del encéfalo, se activa directa o indirectamente por un estímulo, lo que hace que al mismo tiempo aumente el tono vagal o parasimpático y simultáneamente se produzca una caída en el tono simpático.
El tratamiento de un síndrome vasovagal como el de Sam es sencillo: hacer que el cerebro recupere el riego sanguíneo, algo que se consigue con facilidad tumbando a la persona en el suelo, levantando ligeramente las piernas o sentarla e inclinarla ligeramente hacia delante con la cabeza en las rodillas durante al menos 10-15 minutos en un lugar tranquilo y fresco. En los casos en que los desmayos se convierten en crónicos, el abordaje terapéutico se centra en encontrar cuáles son los elementos desencadenantes, que inician el síncope y aprender técnicas para evitar la pérdida de consciencia. Son cosas sencillas que al notar los primeros signos: que se va un poco la cabeza, náuseas o un sudor frío en la piel, se deben poner en marcha. Entre ellas están juntar los dedos en un puño, tensar los brazos, cruzar las piernas o apretar un muslo contra el otro. Cosas tan simples pueden evitar el desmayo. Cuando han pasado los síntomas se recomienda dormir al menos un rato. Si los episodios de desmayos se suceden sin un elemento de inicio, es necesario explorar por si hubiese un problema cardíaco. En estos casos como es lógico el tratamiento es más complejos y puede necesitar la implantación de marcapasos o desfibriladores automáticos según el elemento causal.
En algunos países desarrollados los chavales se provocan síncopes intencionadamente. El juego de los desmayos o de las asfixias, el«choking game» -se llama de muchas maneras- consiste en limitar intencionadamente el riego al cerebro para generar una pérdida de conocimiento. Los métodos más comunes son la estrangulación y la hipocapnia. La primera se consigue apretando el cuello con las manos, un cinturón, una correa o un brazo.
La hipocapnia consiste en disminuir el dióxido de carbono disuelto en la sangre, lo que se suele hacer mediante una respiración rápida o profunda conocida como hiperventilación, seguida por aguantar la respiración tras expulsar todo el aire de los pulmones a veces con la ayuda de un compañero que aplica un fuerte abrazo. Al parecer estas estúpidas diversiones son en algún sitio un rito de paso para formar parte de un grupo o pandilla y también se utilizan para experimentar un estado alterado de la consciencia, sentir algo parecido a una experiencia cercana a la muerte, vivir una breve intoxicación sin coste alguno o sentir un breve momento de euforia o un subidón sin necesidad de tomar ninguna droga. Cualquier procedimiento que deje al cerebro sin oxígeno tiene el riesgo de causar un daño leve o grave. Estos daños a su vez pueden generar dificultades para concentrarse, problemas de memoria, daño cerebral o incluso la muerte.
El título de este post es el primer verso de un soneto de Lope de Vega aunque el más conocido es el último. ¡Qué lo disfrute!
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Para leer más:
- Andrew TA, Fallon KK (2007) Asphyxial games in children and adolescents. Am J Forensic Med Pathol 28(4): 303-307.
- Busse H, Harrop T, Gunnell D, Kipping R (2015) Prevalence and associated harm of engagement in self-asphyxial behaviours (‘choking game’) in young people: a systematic review. Arch Dis Child doi: 10.1136/archdischild-2015-308187. [Epub ahead of print]
- Harms R (2015) Race After Race, Teenager Crosses Finish Line, Then Collapses. New York Times http://www.nytimes.com/2015/06/15/sports/race-after-race-teenager-crosses-finish-line-then-collapses.html?_r=0
- Macnab AJ, Deevska M, Gagnon F, Cannon WG, Andrew T (2009) Asphyxial games or “the choking game”: a potentially fatal risk behaviour. Inj Prev 15(1): 45-49.
4 respuestas a “Desmayarse, atreverse, estar furioso”
[…] Desmayarse, atreverse, estar furioso […]
Me quede con ganas de saber mas sobre la enfermedad rara que sufre la adolescente de la cual se habla, San Peterman.
Muy interesante la entrada y titularlo con un verso de un poema de Lope de Vega, sublime.
Lo que comentas sobre cómo corre Sam Peterman me recuerda el particular “estilo” del corredor olímpico Eric Liddell: cabera hacia atrás, boca abierta y brazos oscilando. Ahora sé el motivo.