Muchos alemanes y un español

neuronaEn 1810 Wilhelm von Humboldt fundó la Universidad de Berlín, un nuevo tipo de institución de enseñanza superior que marcaría el futuro de las universidades europeas y norteamericanas, y crearía una nueva figura: el profesor-investigador, el académico que explica su disciplina a la vez que la hace avanzar. A lo largo de las siguientes décadas se formó allí la intelectualidad alemana incluyendo filósofos como Fichte, Hegel o Schopenhauer, médicos como Müller, Virchow o Koch, y físicos como Planck o Von Laue. Una cosecha excepcional y que al día de hoy suma un total de 29 premios Nobel formados en esa universidad, más que muchos países juntos.

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La victoria en la guerra franco-prusiana (1870-1871) llevó a los estados alemanes a la estabilidad política con la creación en 1871 del Imperio Germánico bajo el mando de otro antiguo alumno de la universidad humboldtiana de Berlín, Otto von Bismarck. La conjunción de alta cultura, poder político, estabilidad social, crecimiento económico, buena formación académica e investigación consiguieron que la mejor ciencia mundial de finales del siglo XIX estuviera en Alemania.

En la última década del siglo XIX se produjeron año tras año avances clave en el conocimiento del cerebro y en este proceso de avance conceptual sobre la estructura del sistema nervioso hubo un elemento desencadenador: en el congreso de la Sociedad Anatómica alemana —la Anatomische Gesellschaft– celebrado precisamente en la Universidad de Berlín en octubre de 1889 apareció un investigador que chapurreaba un mal francés y se acababa de afiliar a aquella sociedad científica. cajalSe llamaba Santiago Ramón y Cajal y había pedido permiso a su rector, había viajado varios días en un vagón de tercera atravesando Europa, gastando en ello todos sus ahorros y yendo cargado con su posesión más valiosa, su microscopio Zeiss. En una esquina de la sala de demostraciones del congreso, colocó el microscopio, sacó sus preparados y esperó que alguien se interesase por su trabajo. No fue así, nadie se acercó a aquel desconocido, vestido sin elegancia y de aspecto huraño. Cajal decidió que había hecho un viaje muy largo para quedarse sin mostrar sus resultados, así que se levantó de la silla, agarró del brazo a algunos de los sabios alemanes y les fue llevando sin sutileza hasta su microscopio. Kölliker, el gran histólogo alemán y primer presidente de la Gesellschaft, que probablemente se acercó por no saber decir que no a aquel pesado, se quedó asombrado con lo que aquel hombre le mostraba. Cajal, que debía hablar idiomas tan mal como los españoles de ahora, dejó que los preparados se expresaran por sí solos, le fue mostrando uno tras otro y finalmente, Kölliker empezó a llamar a otros profesores para que también ellos vieran aquello. Fue un éxito total y Cajal lo cuenta maravillosamente:

El más interesado de mis oyentes fue A. Kölliker, el venerable patriarca de la Histología alemana. Al final de la sesión, condújome en carruaje al lujoso hotel en que se alojaba; me convidó a comer; presentome después a los histólogos y embriólogos más notables de Alemania, y en fin, se desvivió por hacerme agradable la estancia en la capital prusiana.Koelliker

Los resultados obtenidos por usted son tan bellos —me dijo—, que pienso emprender inmediatamente, ajustándome a la técnica de usted, una serie de trabajos de confirmación. Le he descubierto a usted, y deseo divulgar en Alemania mi descubrimiento.

El mundo de la Neurociencia cambió. Los preparados histológicos que Cajal llevaba en su caja contenían más información sobre la organización microscópica del sistema nervioso que todo lo que se había aprendido en los siglos anteriores, de allí surgirían nuevas ideas que cristalizarían en los años siguientes. También cambió para nuestro país: un profesor universitario, de una universidad que estaba a años-luz del modelo humboldtiano, demostraba que España era también un país de donde podía salir Ciencia de primer nivel. Es un momento trascendental en el que nuevas técnicas y, sobre todo, nuevos conceptos permitieron un salto trascendental en la Neurociencia. Veamos a algunos de los responsables de lo que fue una revolución silenciosa:

Wilhelm_von_Waldeyer-Hartz_-_1900Heinrich Wilhelm Gottfried von Waldeyer-Hartz (1836 –1921), uno de los «capos» de la Anatomía alemana y uno de los que se convirtió en seguidor de Cajal, acuñó en 1891 un término para las principales células del sistema nervioso: las llamó neuronas. Parece mentira que solo haga poco más de un siglo que usamos este nombre. Al principio Waldeyer no igualaba neurona a célula individual y de hecho la definió como Neuroneinheit o «unidad neuronal». De esta manera no se decantaba entre la teoría reticular —la unidad neuronal podía ser un trozo de la red— y la teoría neuronal de Cajal, en la cual la neurona era una célula independiente y se comunicaba con otras por contactos.

El mismo año 1891, Heinrich Quincke realizó la primera punción lumbar. Esta técnica consistía en meter una aguja hueca entre las últimas vértebras de la columna vertebral y aspirar una muestra de líquido cefalorraquídeo. Examinando al microscopio el líquido se pudieron diagnosticar por primera vez y de manera inequívoca numerosas enfermedades incluyendo la meningitis y la esclerosis múltiple.

El gran divulgador de la punción lumbar fue otro médico y profesor alemán, Franz Nissl, al que, de hecho, sus alumnos apodaban Punctator Maximus. Nissl, que iba para sacerdote y terminó de psiquiatra —algo quizá no tan sorprendente— inventó en 1894 una técnica para teñir las células. La técnica de Nissl, que colorea las ribonucleoproteínas, se sigue usando en la actualidad para estudiar la histología cerebral. in-p-210103-05Marca solo los cuerpos celulares sin teñir todo el neuropilo de dendritas y axones por lo que fue y es ideal para ver las regiones y capas del cerebro. En Frankfurt conoció a Karl Weigert, que también había inventado una tinción, en este caso para la neuroglia. Las posibilidades combinadas de ambas técnicas motivaron a Nissl a hacer un estudio sistemático del material de autopsias relacionando enfermedades mentales con cambios en las células gliales, en las neuronas, en los elementos sanguíneos o en los propios vasos. De repente, el microscopio se convertía así en una herramienta diagnóstica que permitía identificar algunos trastornos de la mente y alejar los trastornos mentales de interpretaciones infundadas y de las controversias que se producían entre los médicos. Nissl escribió:

Tan pronto como acordamos ver en todos los trastornos mentales la expresión clínica de procesos patológicos definidos en la corteza, estamos eliminando los obstáculos que hacen imposible un acuerdo entre los alienistas.

NisslNissl era bajito, con una marca de nacimiento en la cara y nunca se casó, salvo con su trabajo, algo que le permitió tejer una amplia red de colaboraciones entre profesores interesados en el cerebro. En Frankfurt trabajó con Alois Alzheimer de quien fue su padrino de boda y luego se trasladó a Heidelberg por invitación de Emil Kraepelin, el gran sistematizador de las enfermedades mentales. Sin familia, Nissl tuvo tiempo para lo que nadie quiere, la gestión. Cuando Kraepelin se marchó a Múnich, él se encargó de dirigir el departamento de Psiquiatría y durante la I Guerra Mundial le nombraron director de un enorme hospital militar. En 1918 Kraepelin le volvió a pedir que se fuera con él a Múnich y le volvió a hacer caso, trabajando allí con Korbinian Brodmann y Walther Spielmeyer, que luego establecerían la parcelación de la corteza cerebral.

En 1893 Paul Emil Flechsig describe la mielinización del cerebro. Flechsig es lo que en España llamamos un «endogámico». Estudió en Leipzig, allí fue profesor ayudante, allí ganó una plaza de catedrático, y allí fue rector, no moviéndose de la ciudad en 55 años. Realizó un cambio conceptual importante. Hasta él, las patologías del sistema nervio se llamaban en alemán «Geisteskrankheiten» que significa «enfermedades del espíritu», término que él sustituyó por «Nervenkranheiten», enfermedades de los nervios, enfermedades mentales. En cierta manera, los trastornos mentales pasaron del ámbito de las letras a las ciencias.foto-de-paul-flechsig

En la lección del rector (Rektoratsrede) de 1894, Flechsig habló a sus compañeros de «Cerebro y alma» explicando cómo las funciones neurales superiores tenían su localización en distintas zonas corticales. Flechsig estudió el cerebro de fetos a término y de recién nacidos mediante una técnica que teñía específicamente la mielina que recubre los axones. Según él, el proceso de mielinización refleja el orden evolutivo de los mamíferos iniciándose en las zonas más primitivas (corteza motora, visual, auditiva y somatosensorial) y progresando sucesivamente de menor a mayor complejidad, hasta las zonas corticales que llamó de asociación, un nuevo concepto fundamental en Neurociencia.

El laboratorio de Flechsig se convirtió en un referente donde iban investigadores y pacientes célebres de todo el mundo. Uno de los visitantes fue Woodrow Wilson, entonces rector de la Universidad de Princeton (en su diario Flechsig anotó «un tal profesor Wilson de la universidad de Princetown [sic]»). 147623-004-B3B19B40Wilson fue a pedirle que le ayudase a conseguir un profesor de Neurología para su universidad. Cuando se convirtió en presidente de los Estados Unidos, el único que hasta el momento ha tenido un doctorado, y fue el responsable de la derrota alemana en la I Guerra Mundial, altos representantes políticos le pidieron a Flechsig que aprovechara su ascendiente e intercediera para que las condiciones del tratado de Paz de Versalles fueran menos duras con Alemania.

En 1895 hubo otro avance sustancial, Wilhelm Konrad Roentgen inventó los rayos X. Por primera vez se veía el interior del cráneo de una persona viva. roentgenLa definición de los tejidos blandos era muy mala pero distintas técnicas como inyectar aire en los ventrículos cerebrales o las nuevas generaciones de aparatos de neuroimagen irían mejorando enormemente la resolución y discriminación de la imagen del cerebro vivo.

Kölliker acuñó en 1896 el término axón, anteriormente denominado Achsencylinder (cilindroeje) en 1837 por J. S. Rosenthal, uno de los discípulos de Purkinje.  En su época de estudiante Kölliker hizo un gran descubrimiento al demostrar que tanto los espermatozoides como los óvulos no eran otra cosa que células. También observó, mientras era estudiante, el desarrollo de la médula espinal, observando que la mayoría de las fibras nerviosas surgían de un cuerpo celular que estaba situado en el interior de la médula pero nunca reclamó la «paternidad» de este importante descubrimiento. Sus dibujos muestran el axón naciendo del cuerpo neuronal o como él lo describió «finas fibras nerviosas que tienen su origen en corpúsculos gangliónicos». 

Waldeyer, que además de «neurona» inventó el término «cromosoma», decidió aprender español para seguir la cantidad ingente de información que tenían los estudios cajalianos y se convirtió en su amigo, en su mentor, en su promotor entre la ciencia alemana. 35622-win_nobel_prize_medicineEl reconocimiento de los sabios alemanes fue clave para los importantes galardones que Cajal tuvo los siguientes años, el premio Moscú (1900), la medalla de oro Helmholtz de la Academia de Ciencias de Berlín (1905) y el premio Nobel (1906). Pero algo fue aún más importante, Cajal había abierto las puertas a la Neurociencia moderna.

 

Para leer más:

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


2 respuestas a «Muchos alemanes y un español»

  1. Avatar de César

    Hola JR,

    La entrada es fabulosa, como siempre. Creo, sin embargo, que se ha deslizado un pequeño error. Albert Einstein no se formó en Berlín: se graduó en el Politécnico de Zúrich y se doctoró en la Universidad de Zúrich. Comenzó su carrera como profesor en Berna, siguió Zúrich (donde ya era lo que en España es titular) y se convirtió en catedrático en Praga (1911). En 1914, 104 años después de su fundación, llega a Berlín, a la Humboldt como profesor, aunque a efectos prácticos no daba clases.

    1. Avatar de José R. Alonso

      Tiene toda la razón. Corregido. Mil gracias, César.

Muchas gracias por comentar


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