Los afectados por el shell shock, normalmente expuestos a la onda expansiva de una explosión o que habían quedado enterrados en la trinchera tras el impacto de un obús, aparecían silenciosos, a veces sordos, mudos o ciegos, en ocasiones doblados por la mitad o en cuclillas e incapaces de ponerse en pie (los médicos militares lo llamaban torcedura vertebral),
La obusitis afectaba en la Navidad de 1914 a un 10% de los oficiales ingleses y a un 4% de las tropas. Los síntomas estaban relacionados con la experiencia vivida: los que habían clavado la bayoneta en la cara de un enemigo, tenían tics histéricos de sus músculos faciales, los que lo habían hecho en el abdomen de otro, tenían fuertes punzadas en el estómago, los francotiradores sentían que perdían la vista y muchos de los que habían participado en combates cuerpo a cuerpo sufrían terribles pesadillas donde soñaban que no conseguían separarse del cuerpo de sus enemigos. Algunos jefes y oficiales lo calificaban sin más de cobardía frente al enemigo.
Los ingleses también pensaron al principio que era un problema de cobardía. Algunos soldados fueron juzgados, condenados y ejecutados pero no fue algo común. En el ejército británico hubo durante la contienda 240.000 consejos de guerra que resultaron en 3.080 sentencias de muerte pero que solo se consumaron en 346 casos. En Francia hubo unas 2.000 condenas y unos 700 fusilamientos mientras que en Alemania se retiraron del frente para evitar contagiar a sus compañeros y solo hubo 150 condenados y 48 ejecutados, aunque al menos 20 más murieron a consecuencia de los tratamientos y muchos otros se suicidaron.
El 7 de julio de 1916 un soldado inglés, Arthur Hubbard, escribía a su madre intentando explicarle porqué ya no estaba en Francia sino que había sido trasladado a un hospital. En sus propias palabras, era por «una visión terrible que no podré olvidar mientras viva». Decía así:
Teníamos órdenes estrictas de no coger prisioneros aunque estuvieran heridos. Mi primera tarea cuando terminé de cortar sus alambradas, fue vaciar mi cargador sobre los que habían salido de uno de sus profundos escondites, sangrando profusamente, y liquidarlos. Gritaron pidiendo piedad, pero tenía mis órdenes, ellos nos daban igual, los pobres diablos… hace que mi cabeza estalle cuando pienso en eso.
En los siguientes meses, el número de soldados afectados por obusitis fue creciendo. El ejército buscó una solución y le encargó a Charles S. Myers, un psicólogo con formación médica, analizar las causas y los posibles tratamientos pues las bajas eran importantes.
Aunque Myers pensaba que podía ir tratando con éxito los casos individuales, las nuevas ofensivas del frente produjeron una avalancha de nuevos casos. Estipuló que había tres normas básicas en el tratamiento de las víctimas de la neurosis de guerra: actuar con prontitud, utilizar un ambiente adecuado y usar una terapia psicológica, aunque a menudo estas medidas se limitasen a tranquilizar, animar y reafirmar al paciente. Con respecto al ambiente, planteó que el ejército debería poner en marcha unidades especialidades tan lejos del fragor del campo de batalla como fuese posible, pero al mismo tiempo preservando en la mayor medida la atmósfera del frente.
Siegfried Sassoon (1886-1967) fue un escritor británico considerado uno de los principales poetas de la Primera Guerra Mundial y de los pocos que sobrevivieron al conflicto. En el frente, Sassoon fue de una valentía suicida, con actos de arrojo descabellado, incluyendo la recuperación de heridos y muertos en la tierra de nadie y la captura, él solo, de una trinchera en la Línea Hindenburg donde había sesenta soldados alemanes a los que dispersó con granadas de mano para ponerse después a leer un libro de poesía.
Pemiado con alguna de las principales condecoraciones al valor militar, en 1917, tras la muerte de su amigo David Cuthbert Thomas, se negó a reincorporarse al servicio y animado por pacifistas como Bertrand Russell escribió una carta a su comandante en jefe titulada Declaración de un Soldado. Fue enviada a la prensa y se leyó en público en el parlamento inglés por un simpatizante.
En el hospital escribió un poema titulado Supervivientes
No hay duda de que pronto se pondrán bien; el choque y el estrés
han causado su voz tartamudeante, desconectada
Por supuesto, están deseando salir otra vez
Estos chicos con caras envejecidas, asustadas, aprendiendo a caminar.
Pronto olvidarán sus noches atormentadas; su intimidada
ligazón a los fantasmas de los amigos que murieron.
Sus sueños que gotean asesinatos: y estarán orgullosos
de la guerra gloriosa que quebró su orgullo
Hombres que fueron a la batalla, sonrientes y contentos:
Niños, con ojos que te odian, rotos y desquiciados.
Para leer más:
- Bourke J (2011) Shell Shock during World War One. http://www.bbc.co.uk/history/worldwars/wwone/shellshock_01.shtml
- Jones E (2010) Shell Shock at Maghull and the Maudsley: the origins of psychological medicine. J Hist Med Allied Sci 65: 368–395.
- Jones E (2012) Shell shocked. American Psychological Association 43(6): 18. http://www.apa.org/monitor/2012/06/shell-shocked.aspx
- Leys R (2000) Trauma, a Genealogy. Chicago University Press, Chicago.
- Myers CS (1916) Contributions to the study of shell shock, being an account of certain cases treated by hypnosis. Lancet 1: 65–69.
- Myers CS (1940) Shell Shock in France 1914–18, Based on a War Diary. Cambridge University Press, Cambridge..
- Shephard B (2000). War of Nerves, Soldiers and Psychiatrists 1914–1994. Jonathan Cape, Londres
- http://www.medpagetoday.com/Neurology/HeadTrauma/32720?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter
- http://en.wikipedia.org/wiki/Combat_stress_reaction
- http://www.apa.org/monitor/2012/06/shell-shocked.aspx
4 respuestas a “Obusitis”
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¡Asombrosa entrada! Vine por “El hombre en busca del sentido”, de Viktor Frankl,donde nombra el síndrome de la alambrada de púas y me he llevado una grata sorpresa encontrado esta página.
Me gustaría felicitarle por la exquisita narración que ha usado (¡Maravillosa!) y por la ventana de información que deja.
Muchas gracias por sus amables palabras. Me alegra que le haya gustado la entrada. Feliz domingo.