Cajal, artista

dibujo_hecho_por_ramon_y_cajal_20121106_1275125887-redSantiago tuvo desde niño una irrefrenable afición al dibujo. En los distintos pueblos aragoneses en los que vivió la familia antes de que le mandasen a estudiar a Jaca, no paró de pintar en papeles, cuadernos, fachadas y tapias. Los temas de las obras son paisajes, edificios, personas, animales, batallas y santos. Unos son copias del natural —los rincones más pintorescos de los lugares donde vive—; otros, como los santos, son copiados de alguna estampa; y un tercer grupo como las batallas o los lances del toreo son fruto directo de su imaginación infantil. Su padre, al que no gustaba nada esa afición, le quitó los lápices de colores y no le compró ni una pintura, así que Santiago —jamás detenido por una dificultad— , obtuvo sus colores raspando la pintura de la paredes y poniendo a remojo el forro de los librillos de papel de fumar para hacer unas rudimenarias acuarelas.

14177487Justo Ramón, su padre, consideraba que el dibujo en particular y todo el arte en general era una ocupación de ociosos, una «distracción nefanda», una cosa que no servía para nada más que para poner en riesgo un futuro de provecho. Don Justo se opuso a las tendencias artísticas de su hijo de forma activa y pasiva. Cajal decía «mi padre, trabajador y estudioso como pocos, adolecía de una laguna mental: carecía totalmente de sentido artístico y repudiaba o menospreciaba toda cultura literaria». Cuando vio que privarle hasta de los mínimos materiales no era suficiente, don Justo decidió humillarle. Para eso hizo que un revocador que estaba pintando las paredes de la iglesia de Ayerbe, lo más parecido a un artista que había en los alrededores, juzgara su obra más pretenciosa —un Santiago matamoros. No sabemos si de propia cosecha o aleccionado por el padre que solo admitía que el muchacho estudiase Medicina, el pintor de brocha gorda dictaminó que aquello era un mamarracho y que el joven Santiago jamás llegaría a nada en el mundo del arte. Dirigiéndose al chico, le dijo:

Venga acá, señor pintamonas, y repare usted en las manazas del Apóstol, que parecen muestras de guantero; en la cortedad del cuerpo, donde las ocho cabezas prescritas por los cánones han menguado a siete escasas, y, en fin, fíjese en el caballo, que parece arrancado de un tiovivo.

santiagomatamorosSantiago se mordió la lengua pero debió pasar un mal trago y respondió como en otros momentos difíciles de su vida: redoblando los esfuerzos. El dibujo se convirtió en su refugio, un lugar interior donde se ocultaba y se encerraba, un espacio privado y exclusivamente suyo pero que también le generó problemas en casa:

Mis gustos artísticos cada vez más definidos y absorbentes, crearon en mí hábitos de soledad y contribuyeron no poco al carácter huraño que tanto disgustaba a mis padres.

De esa abstracción surgió todo un mundo interior que manaba por la punta del lápiz:

Descontento del mundo que me rodeaba, refugiéme dentro de mí. En el teatro de mi calenturienta fantasía, sustituí los seres vulgares que trabajan y economizan por hombres ideales, sin otra ocupación que la seria contemplación de la verdad y la belleza. Y traduciendo mis ensueños al papel, teniendo por varita mágica mi lápiz, forjé un mundo a mi antojo, poblado de todas aquellas cosas que alimentaban mis ensueños.

Tras los malos resultados en los estudios y el año en que le tuvo de aprendiz de zapatero —Justo Ramón pensaba que era uno de los oficios más opuestos al arte— el padre de Santiago le mandó de vuelta a Jaca para que siguiera con sus estudios. Cajal, de forma tímida, intentó dialogar con él y le dijo que «sintiendo decidida vocación por la pintura, prefería cursar la segunda enseñanza en Huesca o en Zaragoza, ciudades que contaban con escuelas de dibujo.» El padre, que seguía pensando que las artes no constituían modos formales de vivir, sino «ocupaciones azarosas, irregulares, propias de gandules y de gente voltaria y trashumante, y cuyo término, salvo casos excepcionales no podía ser otro que la miseria y la desconsideración social», se negó en redondo.

El primer año de bachillerato en el colegio de los escolapios en Huesca fue un desastre y el segundo, en el instituto público, no fue mucho mejor. Finalmente, el muchacho hizo un trato con su padre: se aplicará y sacará mejores notas si le deja matricular en clases de dibujo. Su padre decidió que no perdía nada por probar y accedió al acuerdo. No obstante, para no perder los buenos efectos que había tenido en su opinión desempeñar un oficio, lo coloca de mancebo en una barbería —otro de los oficios donde según él el arte no tiene lugar— de la plaza de Santo Domingo. Cajal sigue pintando y para lograr el favor del barbero, un ferviente liberal, le dibuja retratos de Prim, Moriones, Pierrad y otros generales conspiradores poniendo al pie del retratado una décima a la libertad. Ni que decir tiene que al barbero le encantan.

Santiago compaginó las tareas en la barbería, el estudio en el instituto y la práctica del dibujo con los modelos que le presta su profesor de dibujo, don León Abadías. Por un lado, cumplió su parte del trato y sacó el primer sobresaliente de su vida. Por otro, fue tal su vocación por el arte y la calidad de esas producciones infantiles que el bueno de don León le calificó de matrícula y premio y se desplazó hasta Ayerbe para entrevistarse con don Justo. Montearagon-06La idea de ese cariñoso pintor y profesor era manifestarle que era el alumno más brillante que había pasado por su clase y rogarle que le permitiera seguir su vocación y dedicarse a la pintura donde seguro le esperaba un porvenir brillante. Don Justo, que tenía decidido que sus hijos no iban a ser otra cosa que médicos, no le dejó apenas hablar y le echó de su casa con cajas destempladas.

Santiago siguió pintando y se preocupó al ver que su uso del color era muy simple, infantil «En el niño, tales deficiencias de apreciación son inevitables. Sin apercibirse de ello, simplifica y esquematiza el color» mientras que en la naturaleza nunca hay un color puro por lo que debía trabajar sobre ello. Lo cuenta así:

Algo me corregí, sin embargo, en el curso de mis ensayos , y acabé por discriminar, en parte, los tonos armónicos. Por ejemplo: en la escala de los verdes, que yo primitivamente reducía al verde franco del césped, conseguí al fin diferenciar el verde azul del olivo, el verde amarillo del boj, el verde gris de la encina y del pino y el verde negro del ciprés.

Para aprender, de forma autodidacta, la técnica cromática y aproximarse a la naturaleza hizo un diccionario pictórico, recogiendo muestras de tierras de todos los tonos, de plantas (cortezas, hojas, flores) y de animales. petalosAl lado de cada muestra, incluyó una serie evolutiva de todas las tonalidades complejas del objeto plasmado, así como la proporción de tintes simples que permitían acercarse al tono real. Cajal se da cuenta que debe fijarse mejor en los detalles y pintar del natural «Estos modestos progresos condujéronme a refinar la observación de los objetos naturales y a desconfiar de la memoria, que tiende, indefectiblemente, a simplificar formas y tonalidades». Por eso intentaba siempre pintar al natural.

Otra parte importante de su labor artística fue durante sus estudios de Medicina. En esos tres años, Santiago estuvo haciendo disecciones con su padre y al mismo tiempo pintaba esas preparaciones, reuniendo una abundante colección de obras con las que preparar un atlas. Sin embargo, este proyecto no llegó a cuajar pues aunque el material de partida tenía calidad: cuidadas láminas de gran tamaño, con un buen detalle anatómico y y coloreadas con acuarelas, las artes gráficas de Zaragoza no tenían nivel para imprimir una obra de ese nivel técnico. anatomiaLas láminas forman parte de un atlas de la Universidad de Zaragoza, de gran volumen (1.385 cm x 950 cm y unos 60 kg de peso), con 34 hojas que contienen 49 láminas en color, las doce primeras tradicionalmente atribuidas a Cajal y supuestamente realizadas entre 1877 y 1883. De la misma época es una pequeña colección de obras anatómicas pintadas al óleo, que se conserva en el Instituto Cajal.

Cajal no dejó nunca de dibujar y pintar. En la facultad hacía caricaturas de sus profesores, dibujaba los paisajes de su pueblo en las vacaciones, dibujaba con el ejército en los campos de Lérida, dibujaba en el hospital en Cuba, dibujaba en su convalecencia en Panticosa… Ya catedrático trasladó su habilidad artística, en un viaje de ida y vuelta, al laboratorio. En la época de Valencia, puso a punto un método sencillo para teñir el vírgula del cólera. En Barcelona y Madrid, ensaya tintes sutilísimos y complicados, inventa nuevas técnicas de coloración y consigue ver al microscopio detalles de la organización celular del cerebro nunca observados antes. Cajal logró calmar su amor por el arte mediante el estudio de las neuronas en el laboratorio. Así lo cuenta él mismo:

El jardín de la neurología brinda al investigador espectáculos cautivadores y emociones artísticas incomparables. En él hallaron, al fin, mis instintos estéticos plena satisfacción. […] la admiración ingenua de la forma celular constituía uno de mis placeres más gratos. Porque, aun desde el punto de vista plástico, encierra el tejido nervioso incomparables bellezas.

Cajal_RetinaFernando de Castro, uno de sus discípulos más destacados, comentó «Con los dibujos de Cajal la ciencia se convierte en arte». De hecho, él mismo lo reconoce en una entrevista que le hicieron en 1900:

Qué duda cabe, a la ciencia no van más que los artistas […] Yo comprendí que para adquirir nombre con los pinceles es precioso convertir la mano en un instrumento de precisión. A mis aficiones artísticas de niño —a las que mi padre se opuso intensamente— debo lo que soy ahora. Hasta la fecha habré hecho más de 12.000 dibujos. Para un profano son dibujos extraños, cuyos detalles se miden por milésimas de milímetros pero que descubren mundos misteriosos de la arquitectura del cerebro, del cerebelo, retina, etc. Ve usted [le dice Cajal al periodista mostrándole uno de sus dibujos] ahí persigo un porque muy interesante para los pintores: la apreciación en el cerebro de la línea y el color.

Cajal fue también avanzando técnicamente: aprendió las técnicas litográficas para poder ilustrar adecuadamente, con un coste razonable, sus dos primeros artículos científicos: Investigaciones experimentales sobre la inflamación en el mesenterio, la córnea y el cartílago (1880) y Observaciones microscópicas sobre las terminaciones nerviosas en los músculos voluntarios (1881). De cada uno de ellos editó a su costa cien ejemplares y cada uno lleva dos láminas litografiadas e iluminadas a mano, íntegramente realizadas por él. Lo cuenta él en sus memorias:

A fin de ilustrar económicamente mis folletos, estudié prácticamente el manejo del lápiz y buril litográficos. Todas mis publicaciones de Zaragoza y Barcelona llevan anejos grabados litográficos de mi cosecha.

70ae5deea24bf905744036caabc1fbbeAunque dedicase tantos años a dibujar y a pintar, Cajal donde destaca es en el ámbito de la ilustración científica. A lo largo de su vida académica, realiza unos espectaculares dibujos donde representa los tipos neuronales fundamentales de cada región y los asocia mostrando los circuitos en los que intervienen. Son reconocibles en cualquier lugar del mundo y se siguen usando mucho en la actualidad, más de cien años después, por esa mezcla de calidad científica y artística. Ramón y Cajal ya anticipaba esa pervivencia de sus grabados:

El buen dibujo como la buena preparación microscópica, son pedazos de la realidad, documentos científicos que conservan indefinidamente su valor y cuya revisión será siempre provechosa, cualesquiera que sean las interpretaciones a que hayan dado origen.

Cajal realiza a lo largo de su trayectoria tres tipos de dibujos científicos:

  1. Ilustraciones directas. Copia directamente la preparación histológica. La cámara clara permite ver al mismo tiempo el preparado y la punta del lapicero con lo que es sencillo seguir los contornos de las estructuras nerviosas y hacer una imagen bidemensional muy parecida a la estructura tridimensional original.
  2. Esquemas. Son representaciones idealizadas procedentes de numerosos preparados, no de ninguno en concreto, que busca mostrar características comunes o principios generales de organización de esa estructura del sistema nervioso.
  3. Figuras semiesquemáticas. Los elementos son reales, se copian de diversos preparados pero a su vez se organizan conjuntamente para mostrar un organización idealizada de la región nerviosa.santiago-ramon-y-cajal-estructura-y-conexiones-del-asta-de-ammon-y-la-direccion-del-impulso-nervioso-dibujo-tinta-negra-so

Según Washington Buño, profesor de histología en Montevideo, «los dibujos de Cajal son de una precisión, elegancia y veracidad no superadas».

Cajal, escritor plural y prolífico, también hace sus incursiones en la teoría del arte e incluso en las cualidades intelectuales de los artistas. Recopilacion-y-estudio-cajalianosEn 1902, a los cincuenta años, Cajal publica La psicología de los artistas, artículo que da nombre a un libro de ensayos y tres décadas más tarde, en El mundo visto a los ochenta años expone lo que él considera “la degeneración de las artes” ocurrida, según su opinión, a finales del siglo XIX y principios del XX:

Durante mi fase de madurez –hace veinticinco años o treinta años– los buenos pintores, fieles al concepto clásico de la exacta representación objetiva no incompatibles con un sano idealismo, copiaban fielmente la Naturaleza. … En mi devoción fervorosa de la anatomía humana, estaba yo encantado al advertir cómo el artista creaba hombres de carne y hueso, sin traicionar las sabias leyes de la perspectiva y el ritmo del movimiento y del esfuerzo. Pero ¡oh desilusión! Durante estos últimos veinticinco años nos han invadido los bárbaros, nacidos casi todos en Francia, Alemania, Holanda y Escandinavia. Menospreciando las enseñanzas acumuladas por dos mil años de tanteos y progresos, han tratado de envilecer nuestros museos y exposiciones con los engendros más disparatados e insinceros. El afán de novedad, el ansia de lucro fácil y la complicidad de marchantes sin conciencia les han llevado a profanar, con sus manos rudas de artesanos, la excelsa hermosura del arte perenne. Y muchos de ellos han conseguido imponer a los beocios, horros de buen gusto y de memoria visual, una manera nueva, superficial, esquemática y pueril, hecha de incompetencia, comodidad y pereza. Aquellos eximios artistas que tardaban meses en domar la realidad, quedarían absortos si resucitaran y vieran que un modernista puede improvisar un cuadro –vamos a decir– en dos o tres días.wlaminck

¡Quién lo dijera! Estos esperpentos han hallado eco y aplauso en los críticos contemporáneos a quienes, cuando se trata de juzgar a los grandes artistas del pasado no se les cae de la boca, con intención peyorativa, las palabras de academismo (tal creen ellos), clasicismo, pintura fiambre de museo, objetivismo fotográfico, etc. Así creen enterrar o arrinconar en los desvanes de la historia las gloriosas creaciones de antaño, dándonos como quintaesencia del arte un amasijo multiforme y contradictorio de escuelas que han bautizado con los pomposos nombres de arte moderno, pintura de vanguardia, cubismo, prerrafaelismo, expresionismo, fauvisme, arte viviente, postimpresionismo, etc.

Cajal01Más tarde también comentaba favorablemente el que en nuestro país el arte estuviera menos afectada por las nuevas corrientes que triunfaban en Europa y que «España es una de la naciones menos infestadas por la lepra del arte moderno». Es posible que Cajal hubiese podido ser un buen pintor, pero todo indica que quizá hubiera sido uno de esos pintores historicistas y academicistas que abundaron a finales del siglo XIX. Sin embargo, su interés porqué estaban haciendo los mejores en otros países, su placer en experimentar, su solidez técnica y su constancia en el trabajo quizá nos habría deparado algunas sorpresas interesantes. Don Justo nos dejó con la duda.

 

Para leer más:

  • García JA, González J, Prieto J. (2006) Santiago Ramón y Cajal, bacteriólogo. Grupo Ars XXI, Barcelona.
  • López Piñero JM (2000) Cajal. Ed. Debate, Madrid.
  • Ramón y Cajal MA (2007) Cajal, artista. En: Paisajes neuronales. Homenaje a Santiago Ramón y Cajal. (coordinadores J DeFelipe, H Markram J Wagensberg). CSIC, Madrid.
  • Ramón y Cajal S (1899) Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados. Nicolás Moya, Madrid.

 

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


Una respuesta a «Cajal, artista»

  1. Avatar de Francisco Doña

    ¡Un excelente artículo, como todo los suyos José Ramón!
    Gracias.

Muchas gracias por comentar


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