El citado académico desconocía quién era ése en cuya obra parecía estar interesado el gran científico alemán así que, a la vuelta en Madrid, se puso a hacer averiguaciones para conocer quién era Cajal y a qué se dedicaba. Después, los académicos de Ciencias decidieron que aquello debía ser importante si el mismísimo Virchow lo conocía y lo seguía, así que le eligieron miembro.
Según Marañón, Cajal fue elegido miembro de la RAC sin el voto de los académicos médicos, éste es el país de Caín. El discurso de ingreso de Cajal en la RAC se titulaba Fundamentos racionales y condiciones técnicas de la investigación biológica y suscitó un enorme interés. Un médico admirador de don Santiago publicó una edición del mismo a su costa, cambiándole el título y poniéndole aquel por el que se conoce actualmente Reglas y consejos sobre la investigación biológica. Luego algún editor astuto cambió«biológica» por«científica» pero Cajal consideraba que lo que él hacía era Biología. El libro fue un enorme éxito, se editó después en forma de libro en 1898 y en 1912 se publicó una segunda edición corregida por el propio Cajal que alcanzó una gran difusión.
La segunda academia española de la que fue nombrado miembro Santiago Ramón y Cajal fue la Real Academia Nacional de Medicina. En ella se le designó académico de número en sesión de 13 de noviembre de 1897 para cubrir la vacante de don Mariano Salazar Alegret, en la Sección de Anatomía y Fisiología. Parece ser que en este caso un motivo fundamental fue la valoración elogiosa de la aportación docente que suponía su libro Histología normal y manual de técnica micrográfica. Por primera vez, los alumnos de las facultades de Medicina españolas tenían un manual de la materia al nivel de los que tenían sus colegas europeos y escrito por un español.
La relación con la tercera academia, la Real Academia Española (y no «de la Lengua» como tantas veces se dice erróneamente), es la más compleja. La candidatura de Cajal para la vacante producida por el fallecimiento de Juan Valera—el que le dio la cátedra de Griego en Salamanca a Unamuno— fue presentada por Francisco Silvela, José Echegaray y Mariano Catalina, el 4 de mayo de 1905. El trío de padrinos era de lujo: Silvela había sido presidente del Consejo de Ministros de España durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena y durante el reinado de Alfonso XIII. José Echegaray había obtenido el premio Nobel de Literatura el año anterior y también tenía una importante carrera política habiendo desempeñado las carteras ministeriales de Hacienda y Fomento. Además, era un buen científico, siendo considerado el mejor matemático español del siglo XIX, con importantes aportaciones a las matemáticas y a la física. Mariano Catalina era escritor y senador y había sido nombrado secretario vitalicio de la Real Academia Española.
Otro incidente pudo hacer que Cajal decidiera que la RAE no era sitio para él. En 1912, cuando la Condesa de Pardo Bazán fue acusada de«réproba» por la RAE debido a la renovación introducida en su obra literaria y por haber roto con la «frivolidad, el lujo y el exhibicionismo de los aristocráticos medios» que habían rodeado hasta entonces su ambiente familiar,
Usted no tiene aún voto en la Academia pero… lo tiene Vd. ante Europa y su voto de Vd. aurea con el peso dulce de la gratitud, el ya magno caudal de respeto y simpatía que siempre tuvo para su nombre y persona, gloria de España. Viva Vd. mil años, para honrarnos y créame su buena, sincera, invariable amiga.
Condesa de Pardo Bazán.
Es sabido que tuvieron que pasar sesenta y seis años, o doscientos sesenta y cinco desde su fundación, hasta que en 1978 una mujer, Carmen Conde, fue elegida académica de la RAE.
Enriqueta Rodríguez cuenta cómo se conocieron Cortezo y Cajal:
Carlos María Cortezo, otro de los ilustres contemporáneos y cordial amigo del Maestro, contaba con mucha simpatía, el encontronazo que había tenido con Cajal en la Puerta del Sol, en vísperas de las oposiciones de Madrid. Iba Simarro acompañado de un desconocido
– “¿Cómo lleva Vd. a ese Cajal?” le espetó el Dr. Cortezo.
Simarro, todo confundido le presentó a su compañero y Cortezo se apresuró a excusarse, pero el genial aragonés le atajó, abriendo un libro alemán que llevaba consigo, en el que se le citaba repetidamente.
– No se moleste en excusarse. A mí las opiniones que verdaderamente me preocupan son éstas.
Cortezo presentó una moción en la RAE urgiendo a Cajal para que realizase su discurso y formalizase su ingreso a lo que Cajal respondió renunciando al puesto de académico. La Academia, en junta de 14 de enero de 1926, acordó no admitir esa renuncia dejando en no muy buen lugar al Dr. Cortezo.
El Sr. Director leyó una carta del Sr. Ramón y Cajal en contestación a otra que le había dirigido el Sr. Cortezo en la cual el Sr. Cajal presentaba la renuncia de su cargo de Académico. A una voz, y por aclamación, la Academia acordó no admitir la renuncia del Sr. Cajal y que el Director y el Secretario, en nombre de todo el Cuerpo, le escribiesen en el mismo sentido, rogándole de la manera más eficaz posible para que continuase en su condición de electo hasta que su voluntad y su estado de salud le permitiesen escribir el discurso. Que la Academia se consideraba harto honrada y servida con que el nombre del Sr. Cajal continuase figurando en la lista de Académicos. Que la moción del Sr. Cortezo fue cosa particular suya, y en este concepto debía el Sr. Cajal de considerarla para no mantener una decisión que tanto sentimiento causaría a la Academia.”
Cuando Cajal murió el 17 de octubre de 1934 no había encontrado el momento, la ocasión o las ganas para escribir el discurso de ingreso, leerlo y ocupar el sillón I en la Real Academia Española.
…vuestro llamamiento para suceder a don Santiago Ramón y Cajal llena mi espíritu de intensa emoción porque a él debo cuanto soy o pueda significar en el porvenir, pues su impulso y ayuda enderezó la actividad de mi inteligencia por la senda de la investigación científica.
Cabrera explica que no es que tuviera una atención singular del maestro, sino que fue guiado como todos los que terminaron los estudios universitarios al final del siglo XIX por el liderazgo de Cajal y marcado «con el señalamiento de nuestros deberes para levantar el prestigio de España». Cajal hace eso primero por su propia obra pero en segundo lugar como iniciador de un movimiento científico pues según Cabrera «Ramón y Cajal tuvo el genio necesario para abrir una nueva época en la historia de la cultura española». Describe también con claridad como la obra de Cajal fue un revulsivo por un motivo muy sencillo: demostraba que un español podía hacer ciencia de primer nivel, que no éramos una «raza» negada para la investigación científica.
Por entonces [habla de la época antes de Cajal] los estudiantes de cualquier capítulo de la ciencia hallaban muy difícilmente un nombre español en la literatura científica.
Cabrera menciona también y agradece la obra crucial de Cajal como gestor, en la presidencia de la Junta para la Ampliación de Estudios
Felizmente la transformación producida en España desde los primeros años del siglo actual, probablemente a consecuencia de nuestra derrota en la guerra que liquidó el imperio colonial, convirtió aquel apoyo moral en algo más positivo, pues puso en las manos del sabio maestro el maravilloso instrumento que ha sido la Junta para Ampliación de Estudios, cuya presidencia ocupó desde el día de su creación hasta que la muerte cortó el hilo de su vida. No creo que haya otro capítulo en los presupuestos del Estado cuyo rendimiento para el progreso de España sea comparable al obtenido por esta benemérita institución.
Blas Cabrera, magnífico físico, uno de los mejores investigadores a nivel mundial sobre magnetismo, fue también un gran divulgador de la teoría de la Relatividad y otros avances de la Física del siglo XX. A propuesta de Albert Einstein y Marie Curie, Cabrera fue nombrado miembro del Comité Científico de la VI Conferencia Solvay.
Querido agradecer a Elvira Fdez. del Pozo, del archivo de la RAE, su ayuda para localizar documentación relacionada con este post.
Una respuesta a «Cajal, académico»
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