Cuarteto para el final de los tiempos

Quince de enero de 1941. Más de medio metro de nieve se apilaba bajo las ventanas de los barracones de Stalag VIII-A, un campo para prisioneros de guerra cercano a Görlitz, actualmente la ciudad más oriental de Alemania. El campo tenía treinta barracones, cada uno de los cuáles estaba diseñado para quinientas personas pero allí habían trasladado quince mil polacos, unos ocho mil belgas y cuarenta mil franceses.

En el barracón 27, ciento cincuenta prisioneros estaban formados de pie detrás de los guardias alemanes, sentados en las primeras filas. Photo-du-stalag-xvii-bAl fondo se habían colocado camillas para los pacientes del hospital y los de la sección de cuarentena también habían sido autorizados a asistir. El motivo era el estreno de una obra escrita por uno de los grandes compositores del siglo XX, Olivier Messiaen, preso en el campo.

Cuatro hombres subieron al estrado construido en aquel espacio desangelado, indistinguibles de los demás con sus zuecos de madera y sus chaquetas del ejército checoslovaco, si no fuera porque cargaban instrumentos musicales: Etienne Pasquier, chelo —la leyenda dice que al instrumento solo le quedaban tres cuerdas—, Jean Le Boularie, violín, Henri Akoka, que había salvado su clarinete por todas las peripecias de la guerra, y en un piano vertical cuyas teclas se encasquillaban, el compositor, Messiaen. La obra estaba compuesta para aquellos cuatro instrumentos porque eran los cuatro que se habían podido reunir y los cuatro músicos habían ensayado en las apestosas letrinas del campo para preparar el concierto.

Messiaen llevaba meses bajo guardia armada y sus compañeros de barracón se habían repartido sus tareas para que aquel frágil miope al que apodaban «el Mozart francés» escribiera esa composición a la que tituló El Cuarteto para el Final de los tiempos. Se considera una obra maestra de la música de cámara del siglo XX e incluía ritmos de la música hindú, melodías medievales y algo especial en aquel invierno sombrío, un recuerdo de quien él consideraba los mejores músicos: cantos de pájaros.

El canto de los pájaros es una de las obras más bellas nacidas de las neuronas de un animal. Fuera de los trópicos, en las zonas templadas de Europa, Asia y América, el canto es tarea de los machos mientras que en los desiertos de Australia y África y en las zonas tropicales ambos sexos cantan por igual. La explicación propuesta es que las difíciles condiciones climáticas de las zonas áridas hacen que los pájaros tengan que encontrarse con rapidez en cualquier momento en que el clima sea favorable y los duetos facilitan esas sincronías en los deseos de apareamiento de machos y hembras. Por otro lado, la alta frecuencia de hembras cantoras en los trópicos se debe, según se cree, a la menor mortandad de las aves en esas selvas tropicales, lo que hace que las parejas sean más estables y más territoriales, algo en lo que participan por igual machos y hembras.

Los cantos de distintas especies de pájaros varían entre sí y son normalmente típicos y específicos. Los pájaros aprenden los cantos de individuos mayores de su misma especie aunque se puede conseguir experimentalmente que aprendan la melodía de una especie distinta. Si un ave se cría en una incubadora, sin contacto con sus padres, también canta, pero la melodía es distinta y con mucha menor complejidad. Aunque se piense que el canto es igual para todos los pájaros de la misma especie -los expertos distinguen centenares con solo oírlos- en realidad los progenitores pueden distinguir las llamadas de sus pollos y los polluelos aprenden algunos detalles del canto de sus padres, variaciones que se mantienen durante generaciones hasta formar auténticos dialectos.

Para aprender el canto, los pájaros van modificando su vocalización hasta que lo que oyen coincide con un modelo memorizado, un proceso que suele requerir unas semanas. El aprendizaje empieza con una fase, asimilable al balbuceo de un bebé, que se domina la subcanción («subsong»), en la que el pollo emite sonidos muy variables y de baja amplitud en un contexto sin comunicación y donde parece estar dormitando. Los sonidos de la subcanción son el material de partida para ir refinando las imitaciones. Cuando esa melodía es reconocible como el canto de esa especie se llama canción plástica y según la imitación se va perfeccionando, varía cada vez menos hasta alcanzar la versión definitiva, la que usará cuando llega la madurez sexual y el animal quiere defender un territorio y atraer una hembra. En algunas especies como el diamante mandarín el canto queda fijo pero en otras, como el canario, cada año se añaden, quitan y modifican sílabas en el repertorio.

La adquisición y producción de los trinos es posible gracias a un grupo de núcleos cerebrales y sus conexiones que se conocen como el sistema del canto. Las estructuras cerebrales implicadas en esa actividad sonora son diferentes entre machos y hembras en aquellas especies donde solo el macho canta. Las diferencias afectan al tamaño de los núcleos encefálicos implicados —que pueden ser de tres a seis veces más grandes en los machos— al número de neuronas presentes en cada núcleo y al número de conexiones entre estas neuronas. i-467d9571f26baf4d138e7485c9ab4859-song system 1 copyEstas diferencias se deben a la exposición de las neuronas a esteroides sexuales durante el desarrollo temprano. Sin embargo, cuando los machos son castrados  o si se les administran inhibidores de las hormonas sexuales se sigue desarrollando el comportamiento masculino del canto por lo que se cree que pueden estar involucrados genes específicos del cromosoma z (igual que los hombres somos xy y las mujeres xx, en muchas aves los machos son zz y las hembras zw).

Normalmente, al hablar de las vocalizaciones de las aves se distingue entre canto y llamada. Una llamada es una señal de atención y tiene un significado concreto. Se ha visto, por ejemplo, que la llamada de alarma distingue si el peligro viene del aire (un ave rapaz, por ejemplo) o de tierra (un zorro, p.e.) porque la estrategia de defensa debe ser diferente. Los cantos son vocalizaciones mucho más elaboradas y en general están diciendo a los pájaros del mismo sexo «éste es mi territorio» y a los de sexo contrario «¡Eh, churri!, mírame».

Los centros cerebrales del canto también son un ejemplo asombroso de la capacidad plástica del encéfalo. Fernando Nottebohm pudo demostrar primero que los centros del canto cambiaban su volumen estacionalmente, eran más grandes en primavera cuando el macho necesitaba el máximo de su habilidad musical y se encogían en verano, donde el animal ya había «ligado» lo que había podido. Después comprobó que el cambio de volumen se debía a que el cerebro de un macho genera cada año miles de nuevas neuronas, con las que establece nuevos circuitos y reemplaza aquellas que se perdieron en la temporada anterior o, en otras especies, suma nuevas neuronas. Nottebohm, argentino de nacimiento, contaba que en su infancia en Buenos Aires «escuchar a los pájaros era mi hobby. Otros chicos tenían coches, yo tenía pájaros. Me gustaba intentar identificarme con ellos por sus cantos». Obtuvo su doctorado en la Universidad de California, Berkeley, por supuesto estudiando las aves.

Messiaen, Pasquier y Akoka habían coincidido en las trincheras de Verdún. Messiaen era un ornitólogo apasionado y había pedido a Pasquier, su oficial, hacerse cargo de la primera guardia del día, con el único fin de poder escuchar a los pájaros al despuntar la mañana. A lo largo de toda su vida, por todos los países por los que viajó, Messiean transcribió al pentagrama los cantos de las aves de cada región. En el infierno de Verdún, compuso «El abismo de los pájaros», una de las obras más difíciles jamás compuestas para un clarinetista y que se convirtió en el tercer movimiento del cuarteto. Akoka, argelino y judío, no había llegado a tocarla en libertad porque antes de que tuvieran ocasión habían sido capturados por los alemanes, pero en el Stalag VIII lo hizo como la ocasión requería.

Los cantos de pájaros aparecen en muchas obras de Messiaen, incluso en algunas de las primeras como La NativitéQuatuor y Vingt regards. En 1952, le solicitaron una pieza para flauta para que fuese interpretada en los exámenes de acceso al Conservatorio y compuso Le merle noir, para flauta y piano, una maravilla basada en el canto del mirlo. Su Catalogue d’Oiseaux es un conjunto de siete libros de solos de piano basados en el canto de los pájaros mientras que su pieza orquestal Réveil des Oiseaux está compuesta en su práctica totalidad de cantos de pájaros.

Recordando años más tarde el concierto en el campo de concentración Messiaen decía «Nunca antes me han escuchado con tanta atención y con tanta comprensión». Aquella audiencia heterogénea, donde había granjeros y profesores, taxistas y sacerdotes escuchó aquella música porque sabía que en realidad no era para sus guardianes, era para ellos: «Incluso si aquella gente no sabía nada sobre música, entendieron inmediatamente que aquello era algo especial».

En sus sueños, Messiaen, tenía una pesadilla recurrente: el ángel de la Revelación anunciaba el final de los tiempos, pero aunque eso era lo que parecía la conquista nazi de Europa, Messiaen les contó a sus compañeros con su música sobre una aurora boreal que había visto maravillado en las trincheras —al principio creyó que era una alucinación causada por el hambre y el frío— y de ese canto de los pájaros que siempre anuncia un nuevo amanecer.

Para leer más:

 

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=XOvUgTXzuu0[/youtube]

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


11 respuestas a «Cuarteto para el final de los tiempos»

  1. Avatar de Jose Carlos Garcia Moreno

    Me ha parceido interesantísimo por lo instructivo sobre el canto de los pájaros y la historia del «campo de concentración».

    1. Avatar de José R. Alonso

      Me alegro que te haya gustado. Messiaen contaba que lo que le mantuvo en pie fue su fe católica, una de las fortalezas de su vida. Feliz 2015.

  2. Avatar de Esteban

    Fantástica entrada. Gracias y más gracias

    1. Avatar de José R. Alonso

      Gracias, Esteban. Me alegra mucho que te haya gustado.

  3. […] Cómo componer una obra maestra en un campo de exterminio […]

  4. Avatar de libreoyente

    Emocionante como todo lo humanamente trascendente.

  5. Avatar de Miguel A. Cruz

    Simplemente maravilloso artículo y maravillosa lectura. Gracias José Ramón. Te conocí en la facultad y, aunque no me diste clase, reconozco que cada vez que hacía un curso tu presencia en ellos como ponente suponía para mí una garantía de calidad. Ahora sigo tu blog «de cerca», además de tenerlo en la lista de favoritos del mío, ¡¡infinítamente más humilde!!. Un saludo y gracias de nuevo, por todos y cada uno de tus aportes. Por cierto, muchos de ellos los empleo con mis alumnos en bachillerato, e incluso en ESO, citando siempre tu autoría, faltaría más. ¡Espero que no te importe!.

    1. Avatar de José R. Alonso

      Estimado Miguel
      Como verás con el tiempo, al ver que te dedicas a las tareas docentes, hay pocas cosas tan reconfortantes como que un alumno -aunque sea de unos cursos- te recuerde con afecto. Te lo agradezco enormemente y es algo que dice más de ti, de tu calidad personal, que de mí.
      No solo no me importa que uses los artículos sino que te lo agradezco y si te puedo ayuda de alguna manera, ni lo dudes.
      Un fuerte abrazo

  6. Avatar de Miguel A. Cruz

    Muchísimas gracias por tu ofrecimiento y por ese inmerecido agradecimiento José Ramón. Un fuerte abrazo.

  7. Avatar de Esperanza Rodríguez Matarredona

    Magnífica entrada. Cuánto se aprende y se disfruta en este blog. Muchas gracias José Ramón por hacerlo posible. Saludos.

    1. Avatar de José R. Alonso

      Muchas gracias, Esperanza. Lo mejor del blog son sus lectores ;-)
      Saludos cordiales

Muchas gracias por comentar


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