La autopsia del muchacho reveló que su cerebro tenía depósitos de calcio y problemas de riego sanguíneo en la tercera circunvolución frontal de cada hemisferio pero el dato fundamental era que el daño en el hemisferio derecho parecía haber tenido lugar varias semanas después que el del izquierdo. Barlow propuso que el hemisferio derecho se había hecho con las funciones del habla después de la lesión en el lado izquierdo hasta que esta función mental recuperada se había vuelto a perder por la segunda lesión, la del hemisferio derecho. Sin embargo, otro neurólogo británico, Charlton Henry Bastian, discutió con buen sentido que diez días era un período demasiado corto para que se produjera esa reorganización funcional y que era posible que la zona del habla no tuviera una localización cerebral nítida como en los casos recogidos por Broca y que, de hecho, Barlow nunca había aclarado si el muchacho era diestro o no. Estudios posteriores en el siglo XX demostraron que la mayoría de los zurdos tienen localizado el habla en el hemisferio izquierdo al igual que los diestros pero hay un pequeño número de zurdos que lo tienen distribuido en ambos hemisferios —lo que se llama dominancia mixta— y existe incluso un grupo, aún más escaso, que tienen la zona del habla, el llamado área de Broca, localizado en el hemisferio derecho.
Los estudios de Broca animaron a Jackson a reexaminar unos setenta casos que tenía recogidos con pérdida total o parcial del habla. En todos los casos menos en uno, las lesiones estaban localizadas en el hemisferio izquierdo por lo que concluyó que Broca estaba en lo cierto al asociar las afasias con las lesiones de este hemisferio.
…no localizaría el habla en ninguna pequeña zona cerebral de ese tipo. Localizar el daño que destruye el habla y localizar el habla son dos cosas diferentes… Pero el asunto más significativo es que el daño en un hemisferio deja a un hombre incapaz de hablar.
Al mismo tiempo, Jackson vio que los pacientes con afasias realizaban bien las pruebas espaciales mientras que aquellos que tenían lesiones en el hemisferio derecho, tenían problemas de percepción y de orientación. En 1872 presentó el caso de un hombre que veía bien pero tenía dificultades para reconocer lugares, cosas y personas, incluso a su propia esposa, y unos años más tarde, el de Elisa P. una dama que había perdido completamente el sentido de la orientación. Jackson lo cuenta así:
Iba de su casa al Parque Victoria, una distancia corta y por unas calles que conocía bien pues había vivido en la misma casa durante treinta años e iba con frecuencia a ese parque; en esta ocasión, sin embargo, no conseguía encontrar cómo llegar allí, y después de equivocarse varias veces tuvo que preguntar el camino, aunque la entrada al parque estaba justo delante de ella.
Elisa P. murió tres semanas después de ser examinada y la autopsia mostró que tenía un tumor maligno en la parte posterior de su lóbulo temporal derecho. Los dos hemisferios cerebrales se encargaban de funciones diferentes.
En esa misma década donde Jackson demostró que el hemisferio derecho era importante para conseguir ir de un lugar a otro, para reconocer gente y para saberse vestir, Carl Wernicke escribió (1874) que el daño en el lóbulo temporal izquierdo, en un área distinta a la de Broca, producía un trastorno en el que el habla se mantenía fluida pero el lenguaje perdía su significado, se convertía en una jerigonza, una cadena absurda de sílabas. Ahora llamamos a ese trastorno afasia sensorial o afasia de Wernicke.
De joven, Stevenson había escrito un melodrama sobre un personaje real, William Brodie, que por el día era un respetado ebanista y por la noche se convertía en un ladrón que asaltaba y robaba las casas del vecindario. Esa doble naturaleza intrigó a Stevenson que, en una pesadilla, soñó otra historia de doble vida pero con aspectos más impactantes. Su mujer, Fanny, se despertó a altas horas de la madrugada al oír los gritos de su esposo. Tras despertarle en medio de la pesadilla, Stevenson le contestó enfadado «¿Por qué me has despertado? Estaba soñando un delicioso cuento de terror».
cuando vi esa imagen espeluznante en el espejo, experimenté un sentido de alegría de alivio, no de repugnancia. También aquél era yo. Me parecí natural y humano. A mis ojos, incluso, esa encarnación de mi espíritu me pareció más viva, más individual y desprendida del imperfecto y ambiguo semblante que hasta ese día había llamado mío. Y en esto no puedo decir que me equivocara.
Es, sin duda, una metáfora sobre ese lado oscuro que existe en todos nosotros, aunque como todas las obras maestras tiene distintas lecturas y se ha relacionado con dicotomías diversas: Bien-Mal, Libertad-Represión, Moralidad-Inmoralidad, Inglaterra-Escocia, Barrios ricos-Barrios marginales y el Hombre civilizado frente al animal que lleva dentro. Stevenson también habla de esos dos cerebros, una imagen literaria que parece encajar con los dos hemisferios
estoy cada vez más cerca de la verdad, por cuyo descubrimiento parcial he sido enviado a este terrible naufragio: que el hombre no es verdaderamente uno, sino verdaderamente dos.
La pequeña obra fue rápidamente un enorme éxito vendiendo más de 40.000 copias solo en Gran Bretaña en los primeros seis meses. Para muchos Stevenson estuvo influido por los debates científicos de su época y el Dr. Jeckyll sería la personificación del hemisferio izquierdo, culto, honesto, civilizado mientras que Mr. Hyde sería la personificación del hemisferio derecho, cruel y primitivo y que es necesario tener bajo control. Pero también hay evidencias de que el libro de Stevenson pudo, a su vez, influir sobre los médicos que trataban pacientes mentales.
Las elucubraciones sobre los dos hemisferios se extendieron a dos campos muy diferentes. Por un lado al jurídico pues ¿era el Dr. Jeckyll culpable de los crímenes de Mr. Hyde? Por otro lado, al educativo, con una corriente que pensaba que era necesario educar al hemisferio derecho, con el objetivo de conseguir «una formación bilateral», algo que elevaría el nivel educativo de la sociedad. Con estas ideas se pusieron en marcha unas pocas escuelas y asociaciones, particularmente en Gran Bretaña y Estados Unidos, para convertir a sus alumnos en ambidiestros.
Para leer más:
- Finger S (1994) Origins of Neuroscience. A history of explorations into brain function. Oxford University Press, Oxford.
- Finger S (2000) Minds behind the brain. A history of the pioneers and their discoveries. Oxford University Press, Oxford.
- Marshall LH, Magoun HW (1998) Discoveries in the human brain. Neuroscience Prehistory, Brain Structure, and Function. Humana Press, Totowa, New Jersey.
2 respuestas a «Jekyll y Hyde»
[…] Jekyll y Hyde […]
Muy interesante nota. Justamente me estaba preguntando si alguien ya había hecho un análisis sobre el extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde y las neurociencias, pues yo estoy por hacer un pequeño post en mi página de divulgación en facebook sobre ello, pero, a mí se me ocurre más comparar a Jekyll con las estructuras corticales como la corteza prefrontal, mientras que Hyde sería más como el tallo cerebral o incluso el sistema límbico. Aunque al final, el fin sería similar, intentar controlar las fuertes e irracionales emociones mediante la razón y la ética. Saludos.