Don Santiago busca siempre hacer ciencia de primer nivel y al mismo tiempo quiere mejorar el nivel científico de España y colocar a nuestro país entre los países avanzados. Así, empieza su incursión en las pseudociencias considerando la parapsicología y el espiritismo un ámbito en el que han participado investigadores con renombre internacional y que han alcanzado por ese camino renombre y fama:
Como sabios famosos acostumbrados a las observaciones exactas exploran los límites de la ciencia y
Un ejemplo son los esposos Curie, que participan con gran interés en las sesiones de la famosa médium Eusapia Palladino. Los Curie consideraban estas sesiones como «experimentos científicos» y tomaban notas detalladas. Según la historiadora Anna Hurwic pensaban que sería posible descubrir en el espiritualismo la fuente de una energía desconocida que explicase el secreto de la radioactividad.
Sin embargo, Cajal muestra ya una cierta cautela indicando que estas investigaciones, llevadas a cabo por científicos con buena reputación dan un barniz de respetabilidad a fenómenos que hasta entonces han estado restringidos a los espectáculos de entretenimiento:
Merced a ellas, recibieron al fin carta de naturaleza en la ciencia muchos de los estupendos milagros narrados por Mesmer y exhibidos aparatosamente por los magnetizadores de teatro.
Cajal muestra de entrada cierta ambivalencia sobre estos fenómenos y combina aspectos antitéticos como en la frase «una ciencia nueva, heredera directa de la hechicería medieval, había aparecido» al mismo tiempo que muestra cierto asombro de cómo las creencias en lo sobrenatural se mantienen cientos de años después de que la ciencia haya establecido una serie de pautas para analizar la realidad y explicarla:
Preciso es convenir que a despecho de tres siglos de ciencia positiva, la afición a lo maravilloso posee todavía honda raigambre en el espíritu humano. Somos aún demasiado supersticiosos. Miles de años de fe ciega en lo sobrenatural, parece haber creado en el cerebro algo así como un ganglio religioso. Desaparecido casi enteramente en algunas personas, o caído en atrofia en otras, persiste pujante en las más.
Los años en que presta más atención a la parapsicología son los que pasa en Valencia donde cuenta en sus memorias que por su casa desfilan una serie de «acreditados médiums espiritistas». Una de estas médiums, enviada por su hermano Pedro, se alojaba en la casa familiar para terror de sus hijos. Esta mujer zaragozana transmitía según ella mensajes de alemanes famosos y afirmaba estar inspirada por el arcángel san Gabriel y contestar las preguntas a través del espíritu de su hermana monja, fallecida tiempo atrás y cuyo espíritu participaba en algunas de las sesiones.
Ramón y Cajal investigó bastante tiempo sobre estos temas pero mientras que en otros ámbitos como el hipnotismo consiguió resultados, en el caso del espiritismo y lo que ahora llamamos Parapsicología, los resultados fueron nulos:
Durante aquellas épicas pesquisas sobre la psicología morbosa, solo se me resistieron tenazmente esos fenómenos extraordinarios, confinantes con el espiritismo, a saber: la visión a través de objetos opacos, la transposición sensorial, la sugestión mental, la telepatía, etcétera
¿Fracasaron quizá por imposibles? Tal creo hoy. Los secuaces de Allan Kardek y los partidarios de la fuerza cerebral radiante dirán acaso que no tuve suerte. Sin embargo, puse en mis observaciones la mejor voluntad y no escatimé gasto ni diligencia para procurarme los sujetos dotados de virtudes más transcendentales. Pero bastaba con que yo asistiese a una sesión de adivinación, sugestión mental, doble vista, comunicación con los espíritus, posesión demoníaca, etc., para que , a la luz de la más sencilla crítica, se disiparan cual humo todas las propiedades maravillosas de los médiums o de las histéricas zahoríes.
Cajal hace gala de escepticismo también cuando critica con respeto cómo han sido engañados reputados científicos:
Tenemos por sospechosos los fenómenos sobrenaturales relatados por W. Crookes, Zöllner, Flammarión, Lombroso, W. James, Lucian, etc., engañados por Eusepia Paladino y otros médiums no menos ladinos.
En sus Charlas de Café comentaba que «el espiritismo está por todas partes» y se lo tomaba también con cierto humor. Comentaba que en una sesión del claustro de la facultad de Medicina de Madrid, uno de los asistentes, el Dr. Gómez Ocaña, indicó que había asistido a varias sesiones de espiritismo y que a través de una médium, por cierto muy guapa, se le habían aparecido varias personas de su familia, por lo cual -y me refiero al contacto con los difuntos y no a la belleza de la médium- estuvo yendo a aquellas sesiones durante bastante tiempo. Cajal comentó a los claustrales con retranca aragonesa: «Lo malo es que a los médicos no nos conviene creer en las apariciones: figúrense la que se armaría si se nos apareciesen todos los antiguos clientes».
Una prueba del interés que tuvo a lo largo de su vida por el espiritismo y el ocultismo es que tuvo un manuscrito muy avanzado sobre estos temas –manuscrito que se perdió durante la Guerra Civil— y que en su biblioteca consta la presencia de numerosos libros al respecto, una bibliografía necesaria para saber lo que se había dicho por otros autores y para planear sus propios experimentos. Esta biblioteca era para él, como para todos los que amamos los libros, fuente de gozo y de paz: «Confieso —decía don Santiago— que mi botica espiritual son los diez mil volúmenes de mi biblioteca. Allí encuentro antídotos contra la desesperanza, el dolor, la tristeza y el tedio».
En las Charlas de Café, su último libro publicado, Cajal declara con contundencia y humor su posición:
Yo confieso, un poco avergonzado, mi irreductible escepticismo.
Este interés de Ramón y Cajal por el espiritismo y la metempsicosis —el traslado de algunos componentes psíquicos de un cuerpo a otro después de la muerte— es utilizado torticeramente por los profesionales de estas supercherías. Lo más común es hablar del estudio de Cajal de estos temas y sus tratos con médiums sin aclarar la conclusión a la que llegó: que no existía nada detrás más que superchería, fraude y codicia. Uno de los ejemplos de los personajillos que mezclan a Cajal con las teorías de los magufos es Iker Jiménez. En su blog dice textualmente sobre el interés de Don Santiago: «interesante trabajo sobre hipnotismo, espiritismo y metapsíquica, esto último era como se conocía entonces a lo que hoy conocemos por parapsicología, a la que eran aficionados tanto él como su hermano Ramón».
Para leer más:
- Doval G (2011) Fraudes, engaños y timos de la historia. Ed. Nowtilus, Madrid.
- Gámez LA (2006) Cajal y el espiritismo. http://magonia.com/2006/03/08/cajal-y-espiritismo/
- Ramón y Cajal S (1966) Charlas de café: pensamientos, anécdotas y confidencias. Espasa Calpe, Madrid.
- Ramón y Cajal S (1981) Recuerdos de mi vida: Historia de mi labor científica. Alianza Universidad, Madrid.
- Ramón y Cajal S (2007) Mi infancia y juventud. El mundo visto a los ochenta años. Ed. Prames, Zaragoza.
- Ramón y Cajal Junquera S (2002) D. Santiago, mi abuelo. Rev Esp Patol 35(4): 463-464. http://www.patologia.es/volumen35/vol35-num4/35-4n14.htm
- http://www.ikerjimenez.com/reportajes/ramon_y_cajal/ (acceso el 17 de junio de 2014)
4 respuestas a «Cajal, escéptico»
[…] Cajal, escéptico […]
[…] Ver noticia original Fecha de alta: 07-08-2014lamazmorradelandroide.com, Cajal, escépticoValoración: 3 sobre 5 <<<A subasta la tarjeta ‘Sam Sung’ de Apple España cae 14 puestos en bienestar social desde el inicio de la crisis>>> […]
Es increíble, la de cosas interesantes acerca de Cajal que nunca había oído ni mencionar! Se nota José Ramón que lo conoces bien y que lo tendrás en un pedestal.
saludos
Yo también aprendo muchas cosas al preparar los posts sobre Cajal. Realmente es alguien a quien admiro y es un placer compartirlo con un “atento lector” como se decía antes. Gracias y un saludo muy cordial